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Mariano Valbuena, en la puerta del cuartelillo del Rasillo, donde el calor se suele sacudir con la fuerza de las aspas de un ventilador.
«Un verano hallamos un ataúd en la Gran Vía»

«Un verano hallamos un ataúd en la Gran Vía»

A Mariano Valbuena le toca sustituir al jefe de la Policía Local de Granada durante treinta días. Sale del banquillo para lidiar con asuntos como el tráfico de la ciudad, los botellones veraniegos o las quejas vecinales por ruidos que en esta época no dejan dormir a más de uno

José Ramón Villalba

Miércoles, 6 de agosto 2014, 00:55

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La novela de Lope de Vega 'Fuente Ovejuna' intentó mostrar a pie juntillas la solidaridad de todo un pueblo, el cordobés del mismo nombre -ahora con la grafía de Fuente Obejuna por la evolución del castellano-, contra las injusticias de un comendador que tenía asfixiados a los vecinos de esta localidad. Esa virtud solidaria caracteriza perfectamente a quien durante treinta días ejerce de jefe de la Policía Local de Granada, Mariano Valbuena, en sustitución de quien lo hace durante los otros once meses del año, Juan Manuel Jiménez Avilés.

«Me hice policía por razones vocacionales y prácticas. Respecto a las primeras, esta profesión permite participar y elevar la calidad de vida de la población a la que sirve y eso es muy gratificante; respecto a las segundas, el curriculum que yo había acumulado hasta la entrada en la policía en 1992 se adaptaba muy bien al puesto y puntuaba muy alto en el concurso», señala este cordobés nacido en 1960 en el famoso pueblo de la campiña cordobesa, Fuente Obejuna.

No tiene vértigo de ejercer de máximo responsable de la Policía Local de Granada, porque lo lleva haciendo durante más de dos décadas. «Lo hago casi todos los años desde 1992, excepto dos que estuve de director de seguridad en el Ayuntamiento de Almería; pero no solo en vacaciones sino también por bajas o por otro tipo de ausencias del Jefe. La primera vez, tal vez me diera algo de vértigo, pero luego ya no, la experiencia ayuda mucho, pero en este trabajo siempre salen cosas nuevas», apunta.

Un suplente de lujo capaz de jugar en cualquier posición y sin miedo a la responsabilidad que recae sobre sus espaldas en una ciudad como la granadina donde los problemas del verano se centran en el tráfico, los botellones veraniegos o las quejas vecinales por el ruido generadas por las terrazas de los bares o las fiestas en viviendas particulares. «Mis funciones durante estos días consisten en dar continuidad al trabajo que se viene realizando y solucionar los problemas que surgen en el tiempo de suplencia».

Confiesa no sentirse abrumado porque estos días se hagan más largos, más bien al contrario. «Tienes más cometidos que desarrollar lo que hace que los días te parezcan más cortos».

Pese a su acento cordobés, imposible de eliminar, se siente un granadino más y como todo ciudadano de esta tierra confiesa tener su rincón para perderse cuando logra robarle algo de tiempo a la jornada. «Granada tiene muchos rincones como para elegir uno en concreto, pero sí me gusta descubrir o redescubrir pequeñas plazas en el Albaicín, en el Realejo o en cualquier otro barrio y sentarme a disfrutarlas».

Tantos años supliendo a los jefes, que este portavoz oficial de la Policía Local, tiene un gran anecdotario en el baúl de la memoria, pero de todas quizá se quede con una muy especial. «Una madrugada de verano me llamaron porque había aparecido un ataúd en la Gran Vía». La caja estaba sin muerto, pero aquella noticia le disparó la tensión porque no es demasiado habitual encontrarse en el día a día con estos sucesos, que finalmente pueden acabar a carcajadas aunque en principio comiencen de otra forma bien distinta.

También ha vivido la otra parte del anecdotario, el más duro. «En cuanto a actuaciones policiales especialmente duras, recuerdo la celebración de los aficionados en Puerta Real de una victoria no sé si del Real Madrid o del Barcelona, no sé si fue la Liga o la Champions. También he vivido situaciones muy tensas cuando hemos tenido que participar en la demolición de alguna vivienda para ejecutar una sentencia».

Como todo ciudadano, espera como agua de mayo sus vacaciones. «En mi tiempo libre me gusta pasear, leer, escribir, viajar y últimamente me estoy aficionando a la fotografía. Me gusta salir al extranjero y visitar ciudades, pero no siempre se puede, entonces voy a provincias de España y luego me marcho a la playa». Sus funciones habituales, cuando no está de jefe, son las relaciones con los medios de comunicación y ejercer de portavoz de la Policía Local de Granada.

Hombre sencillo, buena gente y accesible donde los haya confiesa que cuando se marcha de vacaciones, los primeros días se desengancha del móvil y de los informativos, en cualquier soporte, aunque conforme van pasando los días «vuelvo a retomar el teléfono, a ver los telediarios y a leer los periódicos».

La virtud de un policía para este hombre es «resolver problemas y ser un buen comunicador». Eso hicieron los vecinos de Fuente Obejuna en la novela de Lope de Vega.

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