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"Mi padre no fue fascista ni falangista"

"Mi padre no fue fascista ni falangista"

Miriam López-Burgos del Barrio es catedrática de Filología Inglesa de la UGR

Victoria Fernández

Martes, 29 de julio 2014, 00:31

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Durante diez años -diez- Miriam López-Burgos y su familia -incluida su madre- ha sufrido con impotencia, pero en silencio, los furibundos ataques contra su padre, el escultor Francisco López Burgos (Granada 1921-1996), que cometió el 'imperdodable crimen' de aceptar en 1972 el encargo de realizar un monumento al fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Dentro de unos días esta escultura desaparecerá de su actual emplazamiento, en la plaza de Bibataubín, por una sentencia del Tribunal Superior Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) a instancias de la Ley de Memoria Histórica. Memoria e historia que se ha transformado en desmemoria para convertir a López Burgos en otra víctima colateral de aquella época.

Pero la polémica sigue. Ahora, con la posibilidad de que la escultura de Primo de Rivera sea sustituida por otra del mismo autor, 'La soledad', aunque muchos piensan por qué tantos monumentos o monolitos para recordar o rendir homenaje a los muertos. Basta un silencioso y solitario ciprés: su ego no necesita ni agua ni abono para recordarlos.

¿Le indigna cuando tildan a su padre de falangista?

-No me molesta que digan de mi padre que fue un escultor falangista, comunista, socialista, fascista o cualquier calificativo terminado en -ista si hubiera sido cierto. Lo que me molesta es, en primer lugar, la calumnia porque ningún apelativo es verdad y, segundo, que lo digan como insulto y para desprestigiar su obra, sobre todo en un estado de derecho y donde hay libertad... o creemos y decimos que la hay».

Claro está que si, en opinión de algunos, fue fascista porque hizo un monumento a Primo de Rivera, también podía haber sido fraile...

Mi padre jamás fue fascista puesto que un fascista es un político del fascismo. Fue escultor y solamente eso. Se ganó la vida haciendo esculturas y durante algunos años impartiendo clases de modelado y vaciado en la Escuela de Artes y Oficios de Granada. Tenía 14 años cuando estalló la Guerra Civil y su primera escultura la vendió cuando no había cumplido los veinte. Ahora un sector inculto y resentido se ha empeñado en desprestigiar su persona y su obra, lo hacen diciendo que fue un escultor falangista y fascista y lo dicen como insulto. Pero eso es una calumnia. No fue falangista aunque hiciera un monumento a José Antonio, como tampoco fue fraile dominico aunque hizo un Santo Tomás de Villanueva y un Fray Martín de Porres.

Jóvenes ¿sin ideología?

A principios de la década de los cuarenta surgió en Granada un grupo de jóvenes artistas que Antonio Aróstegui denominó la Vanguardia Granadina. Era el grupo de la Abadía Azul, todos jóvenes idealistas cuyo deseo era vivir del y para el arte y el estudio de mi padre fue su principal lugar de reunión. Por allí pasaban Manolo Rivera, Nicolás Prados, Antonio Moscoso, Maldonado, Belda -que, por cierto, hizo un genial retrato a mi madre- escritores como Aróstegui, Manolo Orozco, Ladrón de Guevara, Manolo Gallego, Alfonso Gámir, Elena Martín Vivaldi, el pianista García Carrillo y tantos otros. En una Granada empobrecida a él nunca le faltaron encargos, y a finales de los años cincuenta se fue a exponer a los Estados Unidos durante tres temporadas seguidas, donde cosechó grandes éxitos.

Y llega la desmemoria, la ignorancia y hasta el resentimiento...

Granada es así. Aquella generación fue el germen de nuestra Granada actual. A algunos, desgraciadamente, los condenaron al olvido bajo la única excusa de la época que les tocó vivir.

En su opinión ¿la llamada Memoria Histórica está instrumentalizando política, socialmente la historia?

Solo puedo decirle que respeto cualquier ideología. Pero estoy cansada de que todo en esta vida sea 'política'. Todo el mundo tiene derecho a buscar y honrar a sus muertos, pero no quiere eso decir que esté de acuerdo con todos los aspectos de la Ley de Memoria Histórica. Las incongruencias son flagrantes. Se quita el monumento a José Antonio, se deja el de Boabdil o el de los Reyes Católicos y se encarga y levanta una escultura a Fernando de los Ríos. No entiendo. No entiendo una calle Dolores Ibarruri y no una calle Calvo Sotelo; no entiendo que se quiera poner al nuevo hospital el nombre de Alejandro Otero y se cuestione el de otros centros sanitarios como el Ruiz de Alda o Licinio de la Fuente. La verdad, ya no entiendo nada.

Arte y poder ¿se han llevado bien?

Este año, por ejemplo, el Centro Pompidou y el Reina Sofía han presentado sendas exposiciones antológicas de Salvador Dalí, quien trabajó durante el franquismo, íntimo de Lorca y de Buñuel, no se exilió y, no solo hizo un retrato de la nieta de Franco, sino que se codeaba con toda la cúpula del poder y declaraba públicamente ser un hombre de derechas. Pues con las premisas de la Ley de Memoria Histórica, toda su obra tendría que estar condenada. Y me podrán argumentar, ¡pero es que su padre no es Dalí.! Claro que no, las comparaciones son odiosas y en arte mucho más. Hoy, con la Ley de Memoria Histórica en la mano tendrían que destruir todos los episodios del NO-DO, cientos de películas de la época, miles de obras literarias. Por cierto, tiren hoy mismo la música dirigida por von Karajan porque en 1935 se inscribió como miembro del Partido Nazi, dando así un significativo impulso a su carrera.

El Ayuntamiento ha acordado ceder la escultura a su familia durante 50 años ¿Lo aceptarán?

Imagino que el Ayuntamiento tendrá que comunicarnos por escrito los acuerdos que han tomado, cosa que aún no ha hecho. Fueron 47.000 granadinos los que costearon ese monumento y me imagino que debe existir un aspecto legal que yo desconozco. Si deciden que la tengamos nosotros, por supuesto que la aceptaremos, y ya veremos qué ocurre, pero eso es futuro y como tal, incierto. He leído que otro sector quiere que se ponga en un museo con una placa explicativa. Habrá que ver quién redacta esa placa.

Con lo mutante que es la política puede que esta escultura termine con los años en cualquier otro espacio público como monumento. Lo digo por las muchas interpretaciones que se dan a sus brazos.

En 2003 alguien escribió por primera vez en este mismo periódico, por cierto, hijo y sobrino de falangistas -y no lo digo como insulto, sino como paradoja-, que esos brazos representaban el saludo 'a la romana'. Nada más lejos de la realidad. Por eso me desgarra lo mucho que han escrito, opinado, sentenciado y calumniado algunos personajes y personajillos, políticos, poetillas oportunistas y algún que otro periodista que, haciendo ostentación de un profundo desconocimiento, incultura y resentimiento, han llegado a afirmar que los brazos son el 'saludo hitleriano'. ¿Tanto les ciega el odio y tan grande es su ignorancia para no saber cómo era el saludo romano o hitleriano? Es extendido en horizontal, pero no seré yo quien les dé lecciones. Eso deberían conocerlo. Le pese a quien le pese, esos brazos son brazos de trabajadores que sostienen unas alas de libertad. Les guste o no, eso es así. Si mi padre hubiese querido esculpir el saludo fascista lo habría hecho porque él era un hombre libre, sin ideología definida y sin nada que ocultar.

El hecho de haber realizado ese monumento ¿cree que lo ha estigmatizado como artista?

Mi padre no solo pasará a los anales de la historia como el primer artista al que una sociedad democrática europea le derriba una escultura como hicieron con las de Sadam Hussein, sino que él ya ha pasado a la historia del arte por otras muchas obras, otros muchos premios y por haber sido el escultor que realizó unos años antes de haber realizado el monumento a José Antonio, la primera maqueta de homenaje a Federico García Lorca. Y lo hizo 'motu proprio', sin 'encargo' porque era un hombre libre e independiente que solo creía en el arte.

¿Cómo lo definiría?

Fue un libre pensador, un humanista al que le tocó vivir su época. Lo único que no elegimos en nuestras vidas. Me preocupa el desprecio a la libertad de creación artística, la misma que esgrimió Torquemada y eso en Granada quedará escrito para siempre.

Qué es peor ¿silencio u olvido?

Me duele el silencio de instituciones como la Real Academia de Bellas Artes, en la que ingresó por unanimidad a los 33 años con el apoyo de todos los académicos, hoy nada sospechosos de ser de derechas. Me duele que sus obras estén y sean valoradas en colecciones de muchos países del mundo y en Granada se la derriben argumentando la falta de valor artístico. Me duele el silencio de algunas personas que lo conocieron bien y que saben que fue un hombre de independencia ideológica, eso me hace sentir una profunda tristeza y decepción. El silencio de unos y el ataque de otros. Ojalá todos los que lo llevan atacando más de diez años lo olviden pronto y lo dejen descansar en paz. Pero esta es Granada. Una Granada cainita y cobarde, inculta y resentida. Solo espero que a nadie le ocurra lo que a nosotros nos ha tocado vivir y que la historia haga justicia, quién fue paja y quién grano en esta locura. Para vergüenza de Granada, que no vuelva a ocurrir.

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