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Luis Gabriel, junto a su mujer y su hijo, coloca letreros en todas la heces caninas que hay en la plaza María Angustias Jiménez.
Por un Beiro limpio de cacas de perro

Por un Beiro limpio de cacas de perro

Un vecino inicia por su cuenta una campaña para erradicar el incivismo de los propietarios de canes que deponen en la calle

Daniel Olivares

Sábado, 5 de julio 2014, 01:42

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A tenor de lo que se ve algunos, decenas, cientos o quizá miles de propietarios de perros, de los 26.000 que hay censados en Granada, desconocen que la ordenanza municipal de tenencia de animales contiene sanciones para quienes no recojan los excrementos que su can esparza por el suelo público. O, peor aún, si lo saben, se lo pasan por la correa. El panorama en algunas zonas de la ciudad es desolador y francamente nauseabundo. ¿Quién es responsable de ello? ¿El Ayuntamiento o la ciudadanía? Claramente, el incivismo se lleva la partida.

Eso piensa Luis Gabriel Sánchez, un vecino del distrito Beiro. La retahíla de cacas de perro que ve cada día en las calles de su barrio, camino del trabajo o después de dejar a su hijo de cuatro años en la parada del bus escolar, le ha llevado a iniciar una campaña ciudadana en internet y sobre el terreno para tratar de concienciar a sus vecinos que conviven con animales de compañía en casa. Cámara de vídeo en ristre, graba imágenes de las calles y las sube a Youtube. Para difundir ese material ha creado una página en la red social Facebook, cuyo título no se anda con rodeos: 'Granada, el paraíso de las mierdas de perro'.

«Es indignante. Resulta imponible pasear sin ver 'morcillas' cada dos pasos. Me parece lamentable y parece que no hay voluntad política para erradicar esta plaga», explica Luis Gabriel, quien a pesar de todo carga más las tintas sobre los propietarios que sobre los responsables políticos, aunque tampoco salva a estos últimos por no ejercer un mayor control o procurar más concienciación sobre este incivismo.

En un paseo por su barrio, «la plaga», como él la define, es evidente a simple vista. Padre Claret, Pedro Temboury, Pedro Machuca... El circuito que IDEAL hace con este vecino no es muy amplio, pero en los diez o quince minutos de paseo y en los 200 o 300 metros de calle que recorremos junto a él, el paisaje es realmente inmundo. Alrededor de un centenar, fácil, de heces repartidas por distintos puntos: en las aceras, en los alcorques de los árboles, en las jardineras de los pequeños bulevares centrales... El culmen lo representa finalmente la plaza María Angustias Jiménez, donde un terreno descampado que linda con la calle Joaquina Eguaras es ya un verdadero 'pipicán' ilegal y gigante.

Su hijo, lleno de mierda

«Mi indignación creció el día que mi hijo acabó lleno de mierda de perro en un parque infantil de Joaquina Eguaras. Ese día empecé a grabar con mi cámara», comenta Luis. En su labor de concienciación suele ir acompañado de otro vecino, ambos con sus respectivos retoños. Una campaña anterior y similar, que llevaron a cabo vecinos del Albaicín hace unos años, les dio la idea de colocar 'post its' pinchados en palillos a modo de pancartas de protesta sobre cada zurullo canino que veían. «Creo que el primer día pusimos unos 60 o 70 cartelitos, sin exagerar. Y lo peor es que no solo ocurre en esta zona. En otros puntos de la ciudad, como la zona de Los Cármenes (del antiguo estadio), me he fijado, también hay el mismo problema. Y en el parque de San Ildefonso», narra esta trabajador social, que está decidido a concienciar a sus vecinos, aún a riesgo de llevarse alguna mala contestación, como ya le ha ocurrido.

Asegura que hay algunos propietarios que son cuidadosos y que recogen los excrementos, pero advierte que no es la actitud mayoritaria, sino todo lo contrario. «Hay algunos a los que incluso les da asco ir a determinados parques. Yo, por ejemplo, he dejado de llevar a mi hijo a los parques de arena. Ya solo lo llevo a los nuevos de caucho», indica. De lo que sí ha se ha percatado es que en la zonas más turísticas de la ciudad la situación cambia. «Deberían tomar las mismas medidas en todos los barrios. No me hace gracia que se denuncie a los propietarios, visto el afán recaudatorio de algunos políticos, pero algo hay que hacer. Hay otras ciudades que han tomado medidas y deberían imitarlas», aconseja Luis Gabriel, que sigue su lucha diaria contra los mojones caninos. Hasta que alguien reaccione.

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