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Fernando Valverde. :: ALFREDO AGUILAR
«He tratado de escribir poemas incómodos»
Fernando Valverde Poeta

«He tratado de escribir poemas incómodos»

El escritor granadino acaba de publicar en la editorial Visor 'La insistencia del daño', «un libro que habla de la dificultad para ser feliz»

INÉS GALLASTEGUI

Martes, 22 de abril 2014, 02:27

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Fernando Valverde (Granada, 1980) acaba de publicar su nuevo libro de poesía, 'La insistencia del daño' (ed. Visor). Doctor en Filología Hispánica y Licenciado en Filología Románica, dirige el Festival Internacional de Poesía de Granada, que celebra su undécima edición del 12 al 17 de mayo. Entre sus libros de poemas destacan 'Viento favorable', 'Madrugadas' o 'Razones para huir de una ciudad con frío'. Ha obtenido galardones literarios como el Premio Emilio Alarcos del Principado de Asturias, el Premio del Tren Antonio Machado o el Federico García Lorca de la Universidad.

-¿Cómo describiría 'La insistencia del daño'? ¿Cómo lo sitúa en el conjunto de su obra poética?

-Es un libro que habla de la dificultad para ser feliz, de la forma en que la memoria puede convertirse en una herida irrenunciable. He tratado de escribir poemas incómodos, poemas que hablen de cosas que están delante de nosotros para el que quiera mirarlas. En definitiva, he querido evitar la cómoda indiferencia en la que nos hemos instalado, que nos hace cómplices de la crueldad y de la injusticia. Los lectores de estos poemas no tendrán más remedio que desprenderse de esa indiferencia si quieren hacerlos suyos. Sé que va a ser algo complicado, pero creo que quien verdaderamente los encuentre va a valorar el esfuerzo y quien esté en otra dirección poco iba a encontrar en mi poesía de todas formas. Ahora bien, se trata de un libro que busca la profundidad desde la sencillez. Lo podrá entender todo el mundo, porque no está escrito para ilustrados ni para críticos universitarios.

-Vuelve a publicar en la Colección Visor de Poesía. ¿Ya es un fijo de la editorial?

-Desde hace ya una década ni me he planteado publicar en otra editorial. Mis últimos tres libros están en Visor, además de dos antologías. Es la mejor editorial de poesía en español. Es una suerte publicar donde todos los poetas quieren ver sus libros algún día.

-En la primera parte aparecen dos personajes de la guerra de Yugoslavia, un criminal de guerra serbio y un poeta bosnio. ¿Qué le sugirió esos poemas?

-He viajado muchas veces a los Balcanes. He estado en Srebrenica cargando ataúdes de los musulmanes asesinados en 1995, he visitado las aldeas serbias y bebido 'rakja' con sus habitantes, he paseado por la Belgrado bombardeada y he recorrido el mapa de fosas de Bosnia o el Campo de los Mirlos de Kosovo. Era inevitable que algunos de los personajes de aquella guerra entraran en mis poemas; son parte de lo más cruel y lo más noble que he visto en los seres humanos.

A una recién nacida

-La segunda parte comienza con 'Celia', el poema con el que ganó el Premio del Tren Antonio Machado.

-Es un poema especial, no ya por el premio, sino por cómo lo recibió la gente. No pasa una semana sin que reciba mensajes de cualquier lugar de España o de América hablándome de todo lo que el poema significa para ellos, sobre la manera en que los llena de esperanza. Es un poema escrito a una recién nacida, en el que quise hablarle de la vida sin resultar alguien muy mayor, sin dar consejos ni aparentar estar de vuelta de nada. Me emociona mucho cuando en México, en Colombia o en cualquier parte alguien del público me pide que lo lea. Ha sido algo muy hermoso que se hiciera tan conocido antes de que se publicara el libro.

-En la tercera parte, 'La tristeza en los mapas', cada poema es un lugar, desde Almuñécar hasta Chiapas. La poesía, ¿está en los lugares o en el viajero?

-Si regresara a cada uno de esos lugares no podría volver a encontrar lo que me conmovió de ellos. La poesía está en los viajeros, pertenece más al tiempo que al espacio, sucede en lugar de permanecer. No es necesario viajar hasta Chiapas para encontrar los poemas, aunque sí que conviene moverse, estar atento a lo que sucede en el mundo, a la forma en que la gente sufre, llora o ama. Mis mejores poemas los escribí a una recién nacida y a mi madre. Uno es un viajero en su propia vida.

-La última parte se inicia con 'El daño'. ¿Tiene que ver con él el título de libro?

-Es un poema que explica bastante bien el título y el sentido del libro. Fue uno de los últimos poemas que escribí. Habla del sentimiento universal de la pérdida, de la manera en que los hombres pueden tener la sensación de que vivir es ir desprendiéndose, y de cómo con el paso del tiempo el daño se va haciendo más grande hasta convertirse en la nostalgia del futuro. Es un poema que entenderá todo el que haya sentido el dolor observándolo desde fuera. Los hombres se igualan en el dolor, en la herida. Es sobre esa herida universal que comparte el mundo sobre la que habla el poema.

-Además de ser poeta, ha trabajado como periodista y ahora está centrado en la organización de Festival de Poesía. ¿Cómo lo lleva?

-Hubo un tiempo en que fue algo muy especial. Ahora sigo ahí por encontrarme con las personas que trabajan cada año para que salga adelante, por no abandonar algo en lo que hemos puesto tanta ilusión y tanta pasión, por no darles la satisfacción a quienes desean que se termine porque es una muestra de sus fracasos y mediocridad.

-Una de sus tareas en el FIP es acompañar a los poetas latinoamericanos. ¿Qué le han aportado a su poesía?

-Una musicalidad más amplia. La poesía española tiene un ritmo demasiado rígido, del que empiezo a sentirme algo más lejos. No sé si esa sensación ha llegado completamente a mis poemas, pero sin duda que sí se ha instalado en mis lecturas y en mis sentidos. Creo que el futuro de la poesía en nuestra lengua es ser poetas del español, independientemente de que unos hayamos nacido en España y otros en México o El Salvador. Me siento parte de una tradición en la que están Neruda, César Vallejo, Octavio Paz o Jaime Sabines, tanto como Rafael Alberti, Antonio Machado, Gustavo Adolfo Bécquer o Juan Ramón Jiménez.

-En 2011 publicó un libro sobre el ascenso del Granada CF. ¿Cómo lleva esta temporada?

-Sufriendo mucho, como siempre. El Granada no da tregua, no te deja respirar, siempre tiene que estar al borde del precipicio. Esa es su tragedia y también su magia. Hay que aprender a convivir con ello.

-En todo caso, ¿le tienta escribir narrativa?

-Es cuestión de tiempo. No me siento incómodo en la narrativa, pero me falta tener algo que contar. Creo que he aprendido a narrar desde el periodismo, retirándome a tiempo para no quedarme para siempre con algunos de sus vicios. El periodismo es una excelente escuela de narradores, pero también puede ser una trituradora para el talento y la creatividad.

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