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En el Congreso. Antonio Jiménez Blanco, sentado tras el expresidente del Gobierno en la Cámara baja. :: EFE
«Adolfo Suárez decía mucho que hay personas que saben de todo pero no entienden de nada»
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«Adolfo Suárez decía mucho que hay personas que saben de todo pero no entienden de nada»

Antonio Jiménez Blanco, amigo del expresidente y exsenador y exdiputado por Granada de UCD | El prestigioso y veterano jurista granadino recuerda los históricos momentos que le tocó vivir junto al líder centrista y reivindica su figura y su obra

CARLOS MORÁN

Martes, 25 de marzo 2014, 15:28

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La Historia, así con mayúsculas, suele escribirse en lugares nada solemnes. Por ejemplo, en un bar de la carretera de Burgos alrededor de unos 'cafelitos'. Ese fue el escenario que eligió Adolfo Suárez para comunicar a sus colaboradores más cercanos que lo dejaba, que dimitía del cargo de presidente de Gobierno tras dirigir la transición de España de la dictadura a la democracia. Antonio Jiménez Blanco (Granada, 1924), exportavoz de la extinta Unión de Centro Democrático en Las Cortes y expresidente del Consejo de Estado, estuvo en aquella crucial reunión y la recuerda en esta entrevista. A sus 90 años, el jurista granadino explica también que su amigo Adolfo, a pesar de las críticas que soportó cuando pilotó el proceso que desmantelaría la dictadura de Franco para dejar paso a la libertad, siempre estuvo convencido de que, en el plano personal, no tenía enemigos. «Fue un hombre que convirtió la palabra centro en el centro de la vida de España». Eso sí, cuando se hartaba de que le sacudieran, sabía defenderse. «Decía mucho que determinadas personas, que no voy a nombrar, saben de todo pero no entienden de nada», rememora Jiménez Blanco para IDEAL.

-¿Recuerda la última vez que habló con Adolfo Suárez?

-No puedo ni quiero recordar ese momento. Hasta hace unos diez años, yo llamaba a su casa con frecuencia. El ya estaba retirado de la política y de la vida pública. Y un día su secretaria me dijo: 'Don Antonio, no llame usted más porque ya no está para hablar'. Fue un día desgraciado y por eso no quiero saber cuál fue. Adolfo Suárez fue un gran amigo y una gran persona.

-¿Cómo era el expresidente?

-Tenía un carácter admirable y un gran sentido del papel que le había tocado... Recuerdo que, cuando dimitió, reunió a un grupo de amigos, entre los que estaba yo, en La Moncloa y después nos fuimos a tomar unos 'cafelitos' a un sitio que había en la carretera de Burgos. Éramos seis o siete personas que en aquel momento teníamos cargos importantes. Fue un encuentro muy agradable, pero él ya no podía más. Había hecho una tarea tremenda, pero las críticas en nuestro amado país son a veces terribles. Él estaba pasándolo mal.

-Sin embargo, ahora todo el mundo lo elogia.

-Es verdad, ahora todo el mundo habla bien de él....

-Algo muy propio del carácter español...

-Claro, pero me alegro de que se hable bien de él.

-¿Cree que España ha sido justa con Adolfo Suárez?

-A la larga, el pueblo español fue justo con Adolfo Suárez y va a serlo cada vez más. Pero es verdad que en un determinado momento no lo fue. Nuestro amado país tiene una larga tradición de transiciones complicadas. Y las crisis, los cambios y las transiciones suelen conllevar el sacrificio de las personas que los impulsan. Pero Adolfo Suárez ahora es querido. Hubo un grupo de gente, de esta 'enterá', que dijo que no tenía la cultura de un intelectual y tal..., pero él era un tío muy listo. Tenía un talento natural para la política. Él decía mucho que determinadas personas, que no voy a nombrar, saben de todo pero no entienden de nada. Era un hombre muy listo, ya digo... Si no hubiera sido por el problema de su enfermedad...

-¿Era esa sagacidad su habilidad más destacable, su principal seña de identidad?

-Digo que era muy listo porque siempre fue consciente del papel que le había tocado. La vida es muy compleja... Él era hijo de un republicano y fue tomando posiciones porque había que vivir. Cuando él está en Segovia, se mete en la administración. Yo tengo la impresión de que Adolfo Suárez jamás se llevó mal con nadie. Personalmente, él no tenía la sensación de tener enemigos. Su obsesión era aconsejar para que no hubiera peleas, que no hubiera violencia... Afortunadamente, España ya está completamente normalizada. Con la historia de dictaduras y golpes de estado que ha tenido este país, llevamos ya cuarenta años de normalidad democrática, lo cual no es ninguna broma. Y ahí Adolfo Suárez tuvo un papel fundamental. Él dirigió la transición desde el régimen anterior, pero nunca tuvo nada que ver con aquella ideología previa. Adolfo fue uno de los artífices de que desaparecieran dos cosas que representaban un peligro tremendo para España: la extrema derecha y la extrema izquierda. Fue un hombre que convirtió la palabra centro en el centro de la vida de España.

-¿Sufrió Suárez cuando tuvo que adoptar decisiones como la de legalizar el Partido Comunista, que había sido la bestia negra del régimen dictatorial de Franco?

-Él sabía que tenía que tomar esas decisiones, pero, claro, cuando veía tanta crítica pues le afectaba.

-Si hoy estuviera vivo y bien de salud, ¿qué diría el expresidente de la crisis o de lo que pasa en Cataluña?

-No lo sé. No soy adivino. Pero ya estaba muy mayor. Poco podría hacer ya. Le pasaría como a mí, que ya tengo noventa años cumplidos y uno ya no está en condiciones. Lo que se intenta a estas edades es tratar de salvar el pedacito de cabeza que te queda y punto.

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