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Vistas del Colegio Mayor Loyola en el Campus de La Cartuja de Granada. :: A. A.
«Con el cierre del colegio mayor Loyola pierdo parte de mi vida»
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«Con el cierre del colegio mayor Loyola pierdo parte de mi vida»

Antiguos colegiales recuerdan que vivir en el centro de la Compañía de Jesús en el campus de Cartuja durante su etapa universitaria les ha marcado toda su trayectoria

ANDREA G. PARRA

Miércoles, 19 de marzo 2014, 03:53

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Manuel Campos González, que está relacionado con el centro casi desde el inicio y actual presidente de la Asociación de Antiguos Colegiales del colegio mayor Loyola de Granada, llegó a las instalaciones del campus de Cartuja cuando aún no se habían terminado algunas dependencias. La capilla, por ejemplo, tardó unos meses en estar finalizada. Una capilla en la que, por cierto, se casó este médico jubilado, su hija y «hemos bautizado a dos nietas». Es el testimonio de prácticamente toda la historia del Loyola, que al preguntarle cómo recuerda los años en el centro respira profundo al otro lado del teléfono y dice que son innumerables. Con gran emoción recuerda que han sido «muchos amigos hechos y ningún enemigo. He conocido, además, sacerdotes de una gran talla humana».

Urólogo en el Virgen de las Nieves, ahora jubilado, también fue durante mucho tiempo médico del colegio mayor. Ha sido toda una vida y «muy reconfortante» en el Loyola. Por eso, deja bien claro que quiere que aparezca que el cierre tras 48 años acogiendo a universitarios es «una noticia muy triste. Una gran pérdida para Granada y para la Universidad de Granada».

Manuel llegó a Granada desde Antequera para cursar Medicina en la Universidad granadina y aquí se quedó. Desde entonces, tanto cuando vivió allí como después, su relación ha sido permanente con el Loyola. Ahora participa todas las semanas en los 'Desayunos del Loyola' en los que suelen participar él y Carlos Pfeifer López Jurado, que es hijo de Carlos Pfeifer de Fórmica-Corsi, el arquitecto diseñador del proyecto del Loyola, que ha sido reconocido por esta obra a nivel nacional e internacional. Por eso, Carlos al preguntarle sobre sus recuerdos del centro de Cartuja hace una amplia descripción de la obra citando a su vez a su padre. «Una obra bien hecha que se para, pero no se apaga..., en la esperanza, la llama existe y esta bien consolidada,... confiemos que sea todo ello temporalmente y le puedan buscar una solución», subraya.

Federico Moldenhauer es uno de los colegiales que llaman fundadores. Rememora que «durante seis bellos y fecundos años de mi vida fui alumno del colegio mayor Loyola, lo que siempre llevaré a gala. Nací en Granada, con cinco años marché con mi familia a Murcia y a los 17 volví para formarme como médico. Años después formé una familia, hice el doctorado y me especialicé en neurología y de inmediato en neurocirugía, especialidad que ejerzo en el Hospital Clínico. Tan importante fueron los seis años de residente en el colegio mayor Loyola, que en mi currículum profesional lo hago constar destacado en negrita, así como que fuera el fundador de la tuna del colegio y su primer solista, y el fundador-director de la Revista literaria del colegio intitulada 'Acequia', que 40 años después, sigue regando la vida de esta literaria ciudad de Granada».

«Lo que yo pueda decir como antiguo alumno del colegio mayor Loyola sobre la amarga noticia, solo atiza el dolor y nos recuerda que el destino se cumple inexorablemente, y solo sirve para demostrarnos, una vez más, la humilde condición, en esta vida, de instituciones y de personas, aunque las ideas, las buenas ideas perduren, y que yo no voy a disimular con el ingenio de la palabra. El colegio mayor Loyola, en aquél año 1967 cuando arribé al calor del proyecto de la Compañía de Jesús, fue para este viejo alumno como saltar allende de los Pirineos, pues allí acabé de edificar la filosofía que mis padres me enseñaran, el respeto a mí mismo, a ideas y personas; no es momento de nombrar a nadie salvo al don Carlos García Hischfeld, epónimo jesuita. Fueron muchos a los que conocí durante aquellos años y, a ninguno, pese a la distancia, he olvidado. Desde aquí solo deseo enviar un caluroso y emocionado abrazo para todos, en especial para su director Francisco Rodríguez, Ignacio Maury s.j, nuestro presidente Manolo Campos y el resto de trabajadores que hacen fácil la vida de los actuales residentes, como lo hicieron en aquellos dichosos años de 1967 a 1974 y a lo largo de 48 años. Solo quiero que toda Granada conozca mi agradecimiento y sepa que mientras exista un hálito de vida en uno solo de sus antiguos alumnos el colegio mayor Loyola estará vivo». Son las emocionadas palabras de Federico Moldenhauer.

Muy entrañables son también los recuerdos de Raúl Pérez, que llegó a Granada desde Algeciras para cursar Derecho en la UGR. Estuvo en el colegio de la compañía de Jesús desde 1986 hasta 1992. Hizo la carrera y posgrados. Ahora pertenece a la junta directiva de la asociación de antiguos alumnos y califica su tiempo en el colegio como «magnífico». Por eso, ahora dice que siente que ha perdido «un poquito de mi vida». Se acuerda de los jesuitas con los que compartió tiempo y vivencias en el colegio así como de limpiadoras, vigilante, cocinero.. En la actualidad es profesor en la Universidad de Almería, no se casó en el Loyola porque estaba en obras, pero sí que bautizó a su hija Jimena de María. Y no puede por más que destacar que los jesuitas «estaban dedicados al centro las 24 horas del día. Siempre estaban dispuestos a escucharnos y respetar las opiniones de todos».

Muchos nombres, muchos recuerdos, vivencias, convivencia. En el colegio mayor Loyola han vivido y se han formado unos 2.700 colegiales. Alberto Javier Castro Tirado, en la actualidad profesor investigador en el Instituto de Astrofísica de Andalucía, llegó desde Málaga. Estuvo en este entorno «privilegiado» desde el curso 1983-1984 al 1988-1989. Dice que el colegio «marca» y subraya la formación integral que se recibe.

Son muchos años en los que las anécdotas se cuentan por miles. Las actividades culturales han sido muchas. Los amigos se conservan ya sean los primeros colegiales o los últimos. «Todos los recuerdos son buenos. Espero que este sea un paréntesis para un nuevo proyecto», sostiene esperanzado Castro.

La vocación universitaria de la Compañía de Jesús es muy amplia. Nace en sus mismos orígenes, ya que Ignacio de Loyola constituyó el grupo inicial de la Orden en el Colegio Universitario de Santa Bárbara de la Universidad de París, entre los años 1529 al 1535, donde se graduó como Maestro en Artes y donde encontró a sus primeros compañeros, como Francisco Javier, Pedro Fabro, Laínez etc. con los que fundaría la Compañía de Jesús el año 1540.

En Granada se hizo realidad esa vocación universitaria, primero, antes de la disolución de la Compañía de Jesús, en el colegio universitario San Pablo el año 1534, 14 años después de la fundación de la Orden, que tuvo su sede en los edificios de la actual Facultad de Derecho y, posteriormente, en el colegio mayor San Bartolomé y Santiago, fundado el año 1641, que es decano de los colegios mayores de Granada, según recuerda en una breve reseña P. Ignacio Maury Rodríguez-Bolívar sj.

La idea de crear en Loyola en Granada nació en Málaga. Tras varias reuniones y mucho trabajo, este proyecto se hizo realidad el 14 de enero de 1964, fecha en la que se encargan las obras del nuevo colegio al arquitecto Carlos Pfeifer de Fórmica-Corsi y que durarán dos años escasos. La ubicación del nuevo edificio se decidió que fuera dentro de la finca de Cartuja, que entonces era en su totalidad propiedad de la Compañía de Jesús. La ubicación la sugirió el H. Antonio Martínez Santiago, fallecido en el año 2012 y uno de los máximos referentes del colegio mayor. El profesor Lora Tamayo, ministro de Educación y Ciencia, lo inauguró el día 4 de octubre de 1966, junto a autoridades de gobierno de Granada.

El número total de colegiales que han pasado por el colegio mayor desde el curso 1966-1967 hasta el 2013-2014 ha sido de 2.730, según la reseña de P. Ignacio Maury Rodríguez-Bolívar sj. El curso que ha habido más colegiales ha sido el 1988-1989 con 190 colegiales entre residentes y adscritos, aunque la media de ocupación ha estado normalmente en 140, salvo los últimos cursos en que esta ocupación ha ido paulatinamente descendiendo. La procedencia de colegiales es amplia y distinta. Ha habido representantes, de 42 provincias españolas. Las diez que más colegiales han aportado son: Málaga, Jaén, Almería, Córdoba, Cádiz, Granada, Alicante, Las Palmas de Gran Canaria, Murcia y Melilla. Del extranjero ha habido también representantes de Marruecos, Portugal, Costa de Marfil, Japón, Francia, Estados Unidos, Santo Domingo, México, Paraguay, Perú, Grecia, Reino Unido y Togo. Además de los colegiales que estudian las diversas carreras, el colegio ha acogido también a posgraduados tanto de España como procedentes de diversas naciones que han vivido en el Mayor por razones de investigación, congresos profesionales, másteres... Dentro de este apartado de colegiales hay que señalar también que tres colegiales de distintos cursos y promociones han conseguido, en su etapa como colegiales, el primer premio 'Holanda', para investigadores menores de 21 años. Sus nombres son: José Saniger Blesa, Miguel Ángel López Negrete y Alberto Javier Castro Tirado, según recuerda P. Ignacio Maury Rodríguez-Bolívar sj.

Siempre ha habido una pequeña comunidad de jesuitas -en la actualidad tres-, que ha colaborado en las actividades cristianas y académicas del centro y ha trabajado para que «la principal fortaleza del colegio sea que siempre esté clara su identidad». Los directores, hasta el presente curso académico, han sido ocho. Por orden cronológico son: Alfonso Gisbert Garrido (1 año), Carlos García Hirschfeld (6 años), Carlos Muñiz Romero (1 año), Restituto Méndez Fernández (4 años), Ignacio Maury Rodríguez- Bolívar (16 años), Antonio Navas Gutiérrez (4 años), Ignacio Bertrán Moreno (14 años), Francisco Rodríguez Sáez (2 años). El último ha sido colegial del Loyola en la década de los ochenta y el primer laico que ha desempeñado este cargo.

Por último, P. Ignacio Maury Rodríguez-Bolívar sj. resalta en su breve reseña una anécdota muy simpática: «Hay que señalar un dato muy importante y es que el colegio mayor Loyola, desde el segundo curso de su existencia tuvo, a pocos metros de su espacio vital, a otro colegio mayor, esta vez femenino, el Jesús María. Las religiosas que lo rigen tenían ya un colegio mayor femenino en la calle Recogidas y decidieron trasladarlo a pocos metros del Loyola. Desde el curso 1967-1968 las actividades culturales y las celebraciones litúrgicas importantes de los dos colegios han sido conjuntas... Desde entonces, todo lo bueno que se ha hecho en el Loyola comparte su éxito con Jesús María. Muchas familias deben su existencia a esta circunstancia y proximidad, ya que más de un centenar de matrimonios se contabilizan en la historia compartida de estos dos mayores».

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