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Ciudadanos de cataluña exhiben 'esteladas' independentistas y banderas de España. :: IDEAL
Granadinos en el laberinto catalán
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Granadinos en el laberinto catalán

Integrantes de la 'colonia nazarí' en Barcelona opinan sobre el proceso soberanista en Cataluña y una abrumadora mayoría no son partidarios de la independencia

CARLOS MORÁN

Domingo, 9 de febrero 2014, 01:23

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Los granadinísimos piononos gozan de buena reputación en tierras catalanas. Los pasteles 'made in Santa Fe' se venden bien por aquellos lares. Lo saben muy bien los responsables de la activa 'Casa de Granada en Barcelona', una institución fundada en 1978 y que tiene la 'exclusiva' para la distribución en la ciudad condal de los célebres bizcochos borrachos. Es uno de los 'servicios', y no precisamente el menor, que ofrece la 'Casa de Granada' a sus más de 200 'afiliados'. Una buena parte de ellos son oriundos la localidad de Jérez del Marquesado -en la zona norte de la provincia de Granada-. De hecho, el germen de la 'embajada granaína' en Barcelona, que está ubicada en plena Avenida Meridiana -en un local cedido por el Ayuntamiento en el barrio de Sant Andreu-Sagrera-, fue la Asociación de Devotos de 'la Tizná', que es la patrona de Jérez.

Atanasio Sánchez, jerezano de pro y corredor de seguros de profesión, es el secretario de la Casa de Granada en Barcelona'. Tiene 54 años y habla un español en el que conviven sin problemas el acento catalán y el granaíno. A veces, como buen 'andalú', se come alguna letra, y otras, como buen barcelonés, estirá las 'eles' hasta el infinito. El mestizaje que, con el paso del tiempo, ha invadido las cuerdas vocales de Atanasio es el mejor resumen de lo que es y ha sido Cataluña: una tierra de encuentro y mezcolanzas. Él mismo está casado con una mujer catalana y tiene dos hijos nacidos en Barcelona: «Ambos dominan las dos lenguas por igual y yo también», señala. Eso sí, todos los años se deja ver dos o tres veces, como mínimo, por su patria chica, por Jérez del Marquesado. Las raíces tiran de él... y de su familia. «A mi mujer le gusta mucho el pueblo», precisa.

«La mayoría silenciosa»

Atanasio, por decirlo de alguna forma, tiene triple nacionalidad: es granadino, catalán y español. No ve incompatibilidad alguna en esa 'trinidad'. ¿Significa eso que Atanasio es una anomalía en la Cataluña actual, la de las mareas de 'esteladas' y cadenas humanas por la independencia? Él afirma que no. Es más, está convencido de que su postura es compartida por miles de catalanes. «Es verdad que hay mucha gente que apoya la independencia. Dicen que más de un millón de personas han salida a la calle por la independencia. Y eso hay que respetarlo. Pero también es verdad que hay otros siete millones de catalanes que no han salido a la calle. Y eso también merece respeto. Yo, desde luego, no creo que Cataluña vaya a ser independiente. Al menos no en los próximos veinte años», razona Atanasio Sánchez, que explica que el nacionalismo está más asentado en las comarcas interiores de Cataluña, mientras que la ciudad de Barcelona y su gigantesca área metropolitana serían menos proclives a una eventual separación de España.

Agravio y dinero

El secretario de la 'Casa de Granada en Barcelona' agrega que, a su juicio, ha habido quien ha estado interesado en alimentar una espiral para trasladar la idea de que España maltrata a Cataluña, un argumento que él no comparte. «Es curioso, cuando sales fuera de Cataluña, te encuentras con personas que tienen la idea contraria, que son los catalanes los que maltratan a España. Y tampoco es cierto», recalca Atanasio, que admite que la feroz crisis económica ha contribuido notablemente a exacerbar los sentimientos de agravio. «No hay dinero y, claro, lo fácil es echar la culpa al otro», se lamenta.

En cualquier caso, el directivo de la 'Casa de Granada' en la ciudad condal advierte de que el presunto 'choque de sensibilidades' que existiría ahora mismo en Cataluña no afecta «para nada» a las relaciones sociales. «Aquí tenemos la impresión de que el lío existe más en los medios de comunicación que en la realidad. La convivencia no se está viendo afectada. Yo animo a todos a venir a Barcelona para que lo comprueben por sí mismos», dice.

Un taurino sin toros

El ingeniero Antonio Valdearenas (Benalúa de Guadix, 1941), vicepresidente de la 'Casa de Granada', corrobora la palabras de su amigo Atanasio. «Aquí no pasa nada. En Barcelona no pasa nada. Y tampoco va a pasar», afirma con un castellano como el de Atanasio, esto es, plagados de giros granaínos y 'catalanismos'.

Antonio, que también está casado con una mujer de Barcelona y es bilingüe, no oculta que es contrario a la independencia, pero resalta que él ha sido y es feliz en Cataluña. Y eso no va cambiarlo una disputa política. «Yo hablo en catalán cuando quiero. Nadie me lo exige. Mis hijos hablan catalán y castellano con absoluta naturalidad. No ha supuesto ningún problema para ellos. No puede decir nada malo de los catalanes. Esa es la verdad, pero lo de la independencia no lo comparto», señala.

Pero como lo cortés no quita lo valiente, Antonio, que es un redomado taurino, admite que sí le defraudó -por decirlo suavemente- que el Parlament proscribiera las corridas. Para él fue una faena, y nunca mejor dicho. «Los miembros de la Federación Catalana de Tauromaquia tenemos que viajar a Zaragoza o Castellón para ver toros. Y también a Madrid. Es una pena. Yo que soy muy de 'El Fandi' no puedo verlo en Barcelona...», se queja amargamente. Es evidente que a Antonio todavía le duele la estocada.

Antonio Biedma, otro ilustre miembro de la 'Casa de Granada' natural de Galera, tiene 70 años y llegó a Barcelona con quince. Tenía en la ciudad condal unos tíos y eso le permitió estudiar. Primero obtuvo el diploma de perito y, después, el de ingeniero industrial. Catedrático experto en resistencia de materiales en la Universidad Politécnica de Cataluña hasta su retiro, Antonio también es bilingüe y habla en catalán y castellano con sus cinco nietos.

En cuanto al conflicto 'identitario' de Cataluña, Antonio, al igual que sus amigos de la 'Casa de Granada', cree que no existe tal conflicto. «Es una cosa más de tertulianos y de políticos. Es como si hubiera interés en transmitir una acritud que la sociedad no siente», indica.

Antonio no ve la crispación y tampoco una nueva frontera en el Ebro. «No, no lo contemplo».

Un «clima interesante»

Los hermanos Pablo y Enrique Tudela Vázquez viven en Barcelona y son más jóvenes que los directivos de la 'Casa de Granada', pero coinciden con los 'mayores' en que en Cataluña no hay una 'guerra de banderas'. «No existe una sensación de fractura social en Catalunya en torno al hecho de sentirse catalán o español. No hay dos bandos, 'los catalanes' y los 'españoles'», coinciden en destacan ambos.

Pero, a partir de aquí, su discurso se distancia del de los emigrantes más veteranos. Para ellos, «una gran mayoría» de los ciudadanos de aquella tierra se siente exclusivamente catalanes. «No se identifica con lo que entienden que es España por diversos motivos: porque ven que en la idea de España no se acepta sinceramente la diversidad cultural y lingüística que conforma el Estado, porque no les gusta la monarquía, porque asocian la idea de España a un atraso cultural y económico, etc.».

Llegados a este punto, aseguran que la grieta que divide a Cataluña es social. «Es el fruto de lo recortes que han protagonizado tanto el Gobierno central como el gobierno catalán de CIU. Y esa fractura no es sólo en el territorio catalán, también existe en los barrios de Burgos, por poner un ejemplo reciente».

Desde ese punto de vista, para Pablo y Enrique, el «clima político que se está viviendo» en Cataluña «es interesante», porque ha servido para poner en cuestión, según ellos, instituciones como la monarquía «o el modelo territorial» de España. «El independentismo de izquierdas había abierto estos debates hace mucho tiempo y la dirección que ha tomado el gobierno catalán de apoyar la independencia está ayudando a que estos debates se difundan, pero vemos que con muchas limitaciones y de modo oportunista», precisan.

Así las cosas, entienden que la 'consulta', «tal y como está planteada», favorece solamente «a la derecha catalana, a CIU, y es una perfecta cortina de humo para esconder los recortes en materias sociales que estamos sufriendo: no hay que olvidar que CIU vota los recortes en el parlamento de Madrid y los ratifica en territorio catalán».

La «derecha española» tampoco se libra de las críticas de los hermanos Tudela. «Crispa el ambiente a base de meter miedo con la 'fractura de España', mientras barre bajo la alfombra los escándalos de corrupción y las polémicas generadas por la ley del aborto o de seguridad ciudadana», manifiestan.

En definitiva, Pablo y Enrique defienden «el derecho a decidir», pero siempre que sirva para «la consecución de un orden social más justo». Y lo mismo piensan de una hipotética desanexión de Cataluña. «La independencia para nosotros no tiene sentido si no se enfoca con una verdadera voluntad de cambio social, como apuesta decidida por crear una sociedad más justa», concluyen Pablo y Enrique Tudela.

Salida de la UE

Begoña tiene 29 años y hace tres que trabaja para la administración catalana. Su visión de la situación se parece poco a la que tienen sus paisanos Pablo y Enrique. Ella ve bastantes más inconvenientes que ventajas en una eventual autodeterminación de Cataluña. «La consecuencia inmediata sería dejar de forma parte de la Unión Europea (UE). Con lo que Cataluña pasaría de ser una de las regiones más ricas de España a una de la más pobres. Y eso sin contar la deuda que arrastra y la parte proporcional que asumiría del Estado», avisa.

Begoña recuerda también que la Carta Magna no prevé la posibilidad de que una parte de España se independice. «Nuestra Constitución, aceptada también por Cataluña, se fundamenta en la indisoluble unidad de España. Y lo más importante, la soberanía nacional reside en el pueblo español. ¿Por qué no formulamos la cuestión a la inversa: quiere un ciudadano no catalán la independencia de Cataluña?».

No es la única pregunta que lanza Begoña. «¿Qué ocurriría con sectores públicos como la red de transportes, correos, puertos o aeropuertos...? ¿Se mantendría a este personal que ocupa tales puestos? No debemos olvidar que muchas empresas 'catalanas' son de capital extranjero o español, de capital público o privado. Seguro que la idea no es bienvenida por muchos empresarios. Sin dejar de lado, claro está, que una posible consecuencia de esta secesión estaría en una doble nacionalidad y la necesidad de obtener visado para la entrada en la UE por parte de los ciudadanos de Cataluña», asevera.

Si este reportaje fuera una encuesta basada en criterios científicos, que no lo es, el resultado sería abrumadoramente contrario a los anhelos independentistas de una parte de la sociedad catalana. Los piononos, en cambio, gustan a todos.

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