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Una línea de 15 kilómetros marca la franja donde afloró la gran falla. :: JEG
Donde la tierra se quiebra... y mueve
naturaleza

Donde la tierra se quiebra... y mueve

La falla de Nigüelas forma una franja que delimita las montañas nevadenses y las separa de la depresión de Padul

JUAN ENRIQUE GÓMEZ

Sábado, 14 de septiembre 2013, 03:18

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Son como enormes espejos de roca grisácea y amarillenta que se levantan sobre el casco urbano de Nigüelas. Piedras que afloraron en el Mioceno, hace ocho millones de años, para delimitar la gran cordillera de Sierra Nevada y colaborar en el hundimiento de la depresión de Dúrcal y Padul. Es la falla de Nigüelas, el testigo de un movimiento tectónico fruto del empuje de una acumulación de energía en el subsuelo que provocó la salida al exterior de un conjunto de rocas que, por fricción, surgieron perfectamente pulimentadas y de forma inclinada sobre la montaña de conglomerados que se había formado bajo las estribaciones de la sierra y lo que hoy es el monte del Zahor.

Una marca

Desde la autovía de la costa, si se mira en dirección Este se aprecia una línea recta, transversal, que recorre las montañas poco más arriba del pueblo. Se ve mejor porque a lo largo de esa traza cambia el color y la vegetación. Tiene 15 kilómetros de largo. Desde el cortado del río Torrente, donde se encuentra el inicio de ese movimiento tectónico, camina en dirección a Dúrcal y Padul. Tiene una superficie de casi 76.000 metros cuadrados. Esta gran acumulación rocosa, con mármoles que le aportan el color amarillo, y mineral de hierro, señala el lugar donde la tierra se quebró y afloró el subsuelo.

Los geólogos aseguran que aún se mueve. Lo hace de forma inapreciable, pero el movimiento existe y la fisonomía del lugar cambia a lo largo de los años. Situarse bajo las grandes placas visibles de esta falla es apreciar una parte muy significativa de la evolución geológica del sureste de la península Ibérica, ya que la falla marca el testigo de lo que podría considerarse como el final del afloramiento de Sierra Nevada (que en realidad aún no ha terminado de formarse) y el nacimiento del valle de Lecrín y las turberas de Padul. Es, además, la linde que señala el final de las montañas nevadenses.

Según los estudios geológicos que sirvieron para la calificación de este elemento geológico como Monumento Natural (declaración de noviembre de 2001) en este lugar se habían depositado conglomerados y rocas de sedimentación (como si se tratase de cascajos y residuos) procedentes del levantamiento de la sierra y que ahora se pueden ver claramente en los cortados que caen desde la población de Nigüelas hacia el río Torrente, por los que discurre la acequia y sendero de la Pavilla (IDEAL 3-8-2013). Eran rocas sueltas y blandas que favorecieron el movimiento de la gran falla. Una de las pruebas geológicas que demuestran que los conglomerados rocosos sobre los que afloró eran los restos de la formación de Sierra Nevada, es que se trata del mismo tipo de rocas que se encuentran en zonas como el Albergue Universitario, junto a los Peñones de San Francisco y también en el cauce y barrancos del Monachil, especialmente en los Cahorros.

Reportaje completo, galería fotográfica, vídeo y datos de biodiversidad en la revista de naturaleza de IDEAL, Waste Magazine, en la dirección http://waste.ideal.es/falladeniguelas.htm

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