Edición

Borrar
El pianista cubano Chucho Valdés será homenajeado en Almuñécar, donde presenta disco. :: J.J.G.
Chucho Valdés: «La música nos libera»
CULTURA

Chucho Valdés: «La música nos libera»

El pianista cubano recibe hoy la medalla de honor de Almuñécar

JUAN JESÚS GARcÍA

Miércoles, 17 de julio 2013, 02:28

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A sus 72 años, Chucho Valdés es una de las grandes - en toda su extensión- figuras del jazz latino. A una incansable actividad concertística y discográfica hay que sumarle los ocho Grammy que han galardonado su trayectoria. De ellos hay uno muy especial: el que obtuvo con su padre por el disco 'Juntos para siempre', un trabajo cargado de sentimiento y sabiduría producido en 2008 por su amigo Fernando Trueba. Entre los dos Valdés suman diecisiete premios Grammys (nueve Bebo y ocho su hijo), el último de ellos logrado con 'Chucho's steps' de 2011, que estrenó también en su momento en Jazz en la Costa, donde hoy acerca otra producción muy especial 'Border-free', el primer disco que hace en su casa de la Costa del Sol y que autoedita también desde su propio sello discográfico, 'Comanche', inspirado por la portada y una vieja historia cubana de 'indios' en el Oriente de la isla.

Cuando se piensa en pianistas y cubanos, y mira que hay muchos, el primero que llega a la memoria es Jesús Valdés 'Chucho'. Superdotado músico y amabilísima persona, se ha convertido en el embajador mayor de la cubanía sonora. Con todo el aforo vendido desde hace un mes, Chucho trae de nuevo a sus Cuban Messengers al festival sexitano, con palmeras, ron pálido y el poyete del paseo de San Cristóbal como malecón. Vamos, como en casa.

-Este disco abunda en la ausencia de fronteras, una temática especialmente reseñable siendo usted cubano .

-Sí, yo creo que la música nos libera, que está por encima de convenciones y fronteras. Estamos haciendo música, a partir de las raíces afro-cubanas de las que hemos hecho todas las fusiones posibles, con la música árabe, flamenco, el barroco o el romanticismo, la guajira o el son cubanos. Hay todo en este disco pero también hay una coherencia interna tremenda.

-Y parafraseando a otro cubano ¿cómo se pueden revolver todos estos amores y no estar loco?

-(carcajada) Eso está duro compadre (carcajada). En mi caso es que esa fue mi formación. Yo estudié el piano clásico en el conservatorio. Con mi padre aprendí el jazz y la música cubana, la de los santeros en la calle, en el barrio. Y todo eso se conformó en mi. Lo siento así y así me así. Luego de muy niño nos mudamos a La Habana, a Santa Amalia, y cuando mi familia llegó, todas las casas más próximas eran de músicos: la casa de doña Irene (Herrera) que era de la orquesta de mujeres más antigua de Cuba, y al lado la de los Barreto, a dos cuadras estaba el concertista Rafael Ortega y la de los Rabelo. ¡Fuimos a parar a un barrio donde vivían todas las músicas! Y, óigame, lo sigue siendo porque en la casa Gilberto todavía se baila jazz todos los domingos.

-Desde la portada hay una explícita identificación con los 'indios', con los nativos de la América del Norte ¿por qué?

-Y le dedico un tema llamado 'Afrocomanche'. Esta es una historia que está poco estudiada, y es que a finales del siglo XIX llegaron deportados casi un millar, unos setecientos comanches a Cuba, a la zona oriental. Estos nativos establecieron relaciones con los cubanos de entonces, en muchos casos de raza negra y las culturas se mezclaron. Quedaron muy pocos restos porque gran parte de ellos regresaron a su país. Estaría bien investigarlo, porque además en aquella zona es donde más quedan raíces de los tainos y los indios cubanos. He imaginado esa música mezclando música comanche con tambores batá y para completar la cosa me disfracé de 'Gran Jefe Comanche' para la portada.

-Este año ha debido ser difícil para usted ¿Echa de menos a su padre?

-Le extraño mucho, es un espacio que he perdido en mi vida y que no voy a poder llenar. Imagínese, desde antes de nacer, desde el vientre de mamá estaba ya oyendo su piano.

-En el disco le dedica un tema, ¿llegó a escucharlo?

-Sí, claro. Fue un homenaje en vida. Cuando compuse este tema no sabía que fallecería tan poco después. Lo grabé, se lo llevé y a él le encantó, se mostró muy feliz de que yo le dedicara ese tema. Le conté que había una parte en la que intentaba tocar como los dos, con una mano como él y con la otra como yo. Me hace mucha falta y cuando veo las imágenes de ese reencuentro, cuando nos juntamos tocando 'La Comparsa' me emociono.

-Pero este cedé es un álbum con más fotos de recuerdos.

-Hago un recuerdo a toda la familia porque está también mi abuelita, está Caridad Amaro, Pilar y Bebo... El disco es como un homenaje panorámico a muchas cosas que han estado en mi. Realmente están los tributos familiares, que son muy hermosos y también los hay a, por ejemplo, la hija de Ignacio Cervantes María Cervantes, a la hermana de Lecuona, Margarita, que hizo muchos estándares. Es el más logrado que hecho, y creo que tiene que ver en ello la adquisición de dos tremendos músicos como Rodney Barreto y el bajista Gastón Joya, que aportan muchísimas ideas.

-Ya se nos pasó el aniversario de 'Misa Negra', que fue el año pasado.. ¿Habrá alguna excusa para una reunión de Irakere?

-Eso está ahí, al caer. Hay mucha gente que quiere que se dé esa reunión y ojalá consigamos ordenar los compromisos, ponerse de acuerdo, ver quién lo patrocina. Está ahí la cosa, y bueno, ojalá llegue el momento.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios