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¿De dónde viene la expresión 'poner los puntos sobre las íes'?
Poner el punto sobre las íes, y el origen de otras expresiones
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Poner el punto sobre las íes, y el origen de otras expresiones

Las empleamos habitualmente pero en muchos casos no conocemos su procedencia. Aquí destacamos algunas de las más comunes

CARLOS BALBOA

Lunes, 10 de junio 2013, 02:19

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En la mayoría de las conversaciones que mantenemos cada día empleamos una serie de expresiones o frases hechas. En todos los casos conocemos su significado y por ello las usamos (aunque en ocasiones existen disparatadas excepciones), pero, por el contrario, no sabemos cuál es su origen. Por ello, aquí vamos a tratar de aclarar la procedencia de muchas de nuestros 'latiguillos'.

De higos a brevas

Se forma teniendo como referencia la higuera breval. Esta planta da primero brevas, y una vez acabadas, al poco tiempo también proporciona higos. De aquí que exista un intervalo entre los higos y las brevas de la cosecha siguiente.

Poner los puntos sobre las íes

Los copistas adoptaron en un principio los caracteres góticos en la escritura, por lo que resultaba fácil confundir dos íes seguidas con una 'u'. De esta forma, acordaron poner sobre las dos íes una tilde con el objeto de evitar esta confusión. En consecuencia, esta costumbre se extendió a la 'i' sencilla. Sin embargo, a principios del siglo XVI surgió otro proceder, consistente en poner puntos sobre las íes sin más, en sustitución de los acentos o tildes que se venían poniendo. Este nueva variación les pareció demasiado detallista a la mayoría de los copistas, por lo que desde entonces se acuñó esta expresión con este significado.

Dar palos de ciego

Existía una antigua costumbre en Castilla y León, Navarra y Aragón que consistía en soltar varios cerdos en una plaza o lugar cerrados similares, con el objetivo de que fuesen perseguidos por varios ciegos. Éstos, en su propósito de matar a los animales para poder llevárselos consigo, no paraban de dar garrotazos tanto al aire como a los propios cerdos.

¡Que te den morcilla!

Tiene su origen en una costumbre que existía en muchas ciudades en las que la rabia o hidrofobia era un riesgo total debido a las frecuentes epidemias. Como quiera que era transmitida principalmente por los perros abandonados en las calles, las autoridades sanitarias envenenaban morcillas u otros embutidos con estrictina con el propósito de matar a los animales.

A buenas horas mangas verdes

La Santa Hermandad fue la policía rural creada por los Reyes Católicos a finales del siglo XV y perseguía todo tipo de delitos, sobre todo los relacionados con la fe. Sus miembros iban vestidos con unas casacas con mangas verdes y siempre se presentaban con retraso. Esta es una de las explicaciones para dar cuenta de su significado. Otra es que la que lo acuña a un dicho proviene de la Guardia Urbana creada en el siglo XIX por el Sr. Conde de Romanones. Los integrantes de la misma se llamaban Romanones y vestían un uniforme compuesto de guerrera cruzada y pantalón azul marino con las bocamangas en verde, tocados de gorro colonial igual y portaban un gran sable a la cintura. Habitual era ver que acudían con mucha lentitud a las llamadas de la autoridad cuando se producían altercados públicos.

Quién fue a Sevilla perdió su silla

Durante el reinado del rey Enrique IV de Trastámara en el siglo XV, había una familia noble de origen portugués llamada Los Fonseca que ejercían una gran influencia desde los cargos eclesiásticos y que además tuvieron mucha descendencia. Muchos de estos personajes se llamaban Alonso. En este punto, siendo Alonso de Fonseca en 1473 un personaje de influencia en la corte del rey Enrique IV y además arzobispo de Sevilla, su sobrino, también llamado con el mismo nombre y apellido fue nombrado a su vez arzobispo de Santiago de Compostela. Cuando en la ciudad gallega tomó posesión de su cargo, se dio cuenta de todos los conflictos a los que tenía que hacer frente en el territorio. De hecho tuvo que llamar a su tío debido a todo el trabajo que se le acumulaba. La solución que alcanzaron de mutuo acuerdo fue la de intercambiarse durante un tiempo la diócesis. Cuando Alonso, el tío, había terminado su trabajo en Santiago, volvió a Sevilla dispuesto a asumir de nuevo su puesto, pero su sobrino se negó en rotundo.

En un santiamén

La expresión procede de la unión de las dos últimas palabras que se decían en latín al santiguarse: 'In nomine Patriset Filii, et Spiritus Sancti. Amen'. En español significa 'En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espiritu Santo. Amen'. Así lo decían quienes procedían al rito con mucha prisa, por lo que se acuñó la expresión en el mismo sentido.

Poner los cuernos

Su origen se encuentra en la época de los vikingos, cuando los jefes podían escoger entre todas las mujeres jóvenes del territorio que tenían a su cargo, ya fuera como mujeres o como amantes, aunque estuvieran casadas. Cuando el jefe se decantaba por una, en la puerta de la casa de la mujer colocaba una enorme cornamenta de alce.

Salvarse por los pelos

Su origen se remonta a los tiempos en los que piratas y marineros surcaban los mares en total competencia. Como la mayoría de ellos no sabían nadar, era bastante normal que se dejaran el pelo largo por si se daba el caso de caer al mar, fueran agarrados por los pelos para poder salvarlos. Por lo tanto, su procedencia es de un significado 100% literal.

Apaga y vámonos

Su historia se remonta en un duelo mantenido siglos atrás por dos sacerdotes del pueblo de Pitres, en Granada, tal y como explican Luis Montoto Rautenstrauch en su libro Un paquete de cartas (1888) y José María Sbarbi y Osuna. Ambos curas eran aspirantes por entonces a la capellanía, por lo que decidieron apostar para ver quién sería el afortunado y acordaron que se la llevaría el que dijese la misa en menos tiempo. Una vez dispuesto el día de realización de su particular enfrentamiento, uno de ellos subió al altar y dijo: "Ite, misa est", fórmula que actualmente equivale a lo que expresan los sacerdotes cuando dicen: "Hemos celebrado la Misa. Podéis ir en paz". Como reacción, el segundo, que ya veía la dificultad de remontar esta desventaja, dudó, miró a su monaguillo y le dijo: 'Apaga y vámonos'.

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