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Llenazo. Pedro García, Emilio Calatayud y Eduardo Peralta, durante la primera conferencia de la Escuela de Padres. :: gonzález molero
«Es alarmante la seducción que ofrecen las redes sociales a los adolescentes»
GRANADA

«Es alarmante la seducción que ofrecen las redes sociales a los adolescentes»

Pedro García Aguado, el ‘Hermano Mayor’ del programa televisivo, inauguró ayer la Escuela de Padres de IDEAL

ANDRÉS CÁRDENAS

Viernes, 14 de diciembre 2012, 11:51

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La noche no invitaba a salir. A pesar de todo, allí había un buen puñado de personas dispuestas a saber lo que significa ser padres. La mayoría de los asistentes ya tenían experiencia en eso de ser padres, pero querían oír lo que allí se dijera. El teatro de CajaGranada, con 352 butacas, se quedó pequeño, tanto que muchos asistentes tuvieron que oír la conferencia a través de una pantalla puesta en la entrada del teatro. El programa era atractivo. Dos primeras espadas de la experiencia con jóvenes, iban a hablar de cómo comportarse con hijos conflictivos, con hijos cuadrados, porque los que salen redondos, llegan a valerse por ellos mismos. Eran el juez de menores Emilio Calatayud y Pedro García Aguado, el Hermano Mayor del exitoso programa televisivo en el que contribuye a reeducar a jóvenes conflictivos.

La iniciativa, que se llama Escuela de Padres, es de este periódico y lo ha patrocinado el Colegio Internacional de Granada.

Vida de novela

Está claro que no hay un manual de uso para ser padres. Tal vez sea lo más difícil del mundo. Y cada uno cuenta la feria tal y como le ha ido. «Yo no doy consejos, porque ni yo mismo lo sé, pero doy pautas de cómo hay que afrontar las situaciones», dijo el juez de menores Emilio Calatayud al presentar al conferenciante, Pedro García Aguado, un hombre que ha pasado del éxito al fracaso y otra vez al éxito. «Es tan difícil ser padre como ser hijo. Yo mismo, si hubiera nacido en esta época seguro que no hubiera llegado a ser juez», dijo Emilio Calatayud antes de dejarle la palabra al conferenciante.

Pedro García Aguado se metió al público en el bolsillo nada más empezar a hablar. Su vida es de la que merece el argumento de una novela. Contó que sus padres se separaron cuando él era niño. Su madre abandonó el hogar. Su padre, un delineante, inventó un sistema para tratar la aceituna y se trasladó con él a Jaén. Pedro tuvo buenos colegios pero era un adolescente insatisfecho, descontento con todo lo que le rodeaba. A los 17 años se fue a Barcelona y allí llegó a formar parte del equipo olímpico de waterpolo. Y ese equipo fue campeón del mundo y oro olímpico. Tocó la gloria, pero también el infierno porque comenzó a beber alcohol y a tomar drogas. Todo eso lo explicaba al público mientras en una pantalla se proyectaba el siguiente lema: «Si quieres conseguir algo que nunca has tenido, debes hacer algo que nunca hayas hecho». Estuvo Pedro 17 años en el corredor de la perdición. No se acuerda cuando comenzó a beber, pero en la memoria se le ha quedado cuando probó a los trece años un licor que, mezclado con leche, se convertía en un lugumba casero. Y se sentía bien cuando lo bebía.

El formar parte de un equipo que conseguía muchos éxitos, le restaba frustraciones en su vida. Uno de sus mejores amigos, Jesús Rollán, compañero de equipo, se suicidó. El éxito y el fracaso son dos impostores, dijo el conferenciante.

Las fechas

Pedro tiene dos fechas grabadas en el disco duro de su memoria: el 3 de abril de 2003, cuando un psicólogo le dijo que era un drogadicto, y el 28 de abril de ese mismo año, cuando tuvo que ingresar en un centro de rehabilitación para tratar su drogodependencia. El dinero necesario para ingresar en el centro se lo dio su abuelo, al que le había tocado un pellizco en la lotería. «Mi abuelo era mi fans más acérrimo y mi padre siempre me enviaba mensajes para que fuera a Madrid a verlo. Hasta que me enteré de que se había muerto. Preferí estar tres días seguidos de juerga antes de ir a verlo», dijo Pedro García a los asistentes en un tono que tiraba a lamento, como de espina que se tiene clavada en el alma.

En el centro terapéutico aprendió de lo que iba el alcohol y la droga y de como actuaban estas sustancias dentro de un cuerpo. Y se rehabilitó. Luego quiso aprovechar su experiencia para ayudar a otros que estaban pasando lo que él. Aprendió que con una dosis de valentía y otra de coraje, se puede uno enfrentar a la vida.

Pedro García tiene dos hijas adolescentes de 12 y 14 años, la edad más bonita y difícil de una vida, según él. Por eso sabe de lo que habla. Él no compartió prácticamente ninguna de sus vivencias con su padre, por eso él quiere compartir las de ahora con sus hijas. Dice Pedro García que se siente alarmado ante la utilización actual de los jóvenes de las redes sociales. «Las utilizan solo para ser populares. Y eso es malo, fatal, porque se apartan de la realidad». Está convencido de que no hay chavales malos, sino que tienen trastornos de aprendizaje y que los que hay que enseñarles es la cultura del esfuerzo. «Se ha pasado de la generación del no, que era lo que nos decían siempre nuestros padres, a la generación del sí. El mundo del sí es un mal endémico que hay que erradicar de la educación. Yo, por ejemplo, quiero que mis hijas me odien, me siento bien, me siento poderoso. Ellas cogen rabietas pero quiero que se esfuercen si quieren conseguir algo».

Pedro García dijo que actualmente esa cultura del esfuerzo y el talento está siendo cuestionada, «porque hay jóvenes que se esfuerzan, sacan sus carreras y luego no tienen trabajo, pero al menos les sirve para ser personas». Comentó el conferenciante que a lo hijos nunca hay que decirles que van a ser unos fracasados, porque eso «los hunde en la miseria». «Sólo triunfa en el mundo quien se levanta, persevera, no desfallece ante las adversidades, busca la circunstancias y si no las encuentra, las crea». Para él enseñan mucho más las derrotas que las victorias.

El que los adolescentes sean rebeldes es lo más natural del mundo, según Pedro García. Es la época en la que se diluyen las responsabilidades, «una bendita enfermedad que tiene un síntoma claro: la prepotencia, yo lo sé todo pero tú, que eres mi padre o mi madre, no sabes nada, no tienes razón. Así que lo que hay que hacer es ayudarles a gestionar esa prepotencia».

El conferenciante se preguntó el porqué muchos jóvenes llevan crestas o se visten con pantalones que parecen que van cagados, «estoy seguro que si nosotros, los adultos, nos vistiéramos como ellos, cambiarían su vestuario. Lo hacen porque quieren ser diferentes».

El alcohol

Buena parte de la intervención, Pedro García se la dedicó al gran incremento del consumo de alcohol entre los jóvenes. «Alguna gente me pregunta qué es lo que tiene que hacer un padre para evitar que su hija beba o se drogue. Le digo que no lo puede evitar, que lo que tiene que hacer es informarle de las consecuencias y ayudarle a decidir». ¿Por qué beben los jóvenes? Se preguntó. «Porque se siente poderosos, porque sienten placer, porque creen que así ligan más y porque les desaparecen todos sus miedos, claro que hay que explicarles que eso es temporal».

Para Pedro García, los padres tenemos la culpa de que se hayan perdido muchos valores en nuestros hijos porque nos hemos relajado y nos hemos escaqueado en muchas ocasiones de nuestras responsabilidades. Uno de esos valores que hay que inculcarles es la humildad, incluso en el triunfo. «El éxito no te convierte en diferente, sigues siendo el mismo ser humano que el que antes. Si te olvidas de esto, puede que las consecuencias no sean agradables», decía una leyenda en la pantalla mientras explicaba.

El conferenciante se refirió a esa responsabilidad que hay que tener con los hijos. «Muchos vienen y me dicen lo difícil que resulta educar a los hijos. Y yo siempre les digo lo mismo: haberlo pensado antes».

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