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GRANADA

No estaba secuestrado, estaba de parranda

La Policía Nacional comprueba que un hombre presuntamente raptado había estado en realidad de fiesta

CARLOS MORÁN

Miércoles, 28 de septiembre 2011, 21:26

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Parece uno de esos diabólicos guiones de Tarantino en los que los malos y los buenos y los regulares son marionetas de un azar que se empeña en organizar situaciones descabelladas. Eso sí, el desenlace de la historia es más propio de una de aquellas comedias de Pajares y Esteso que tanta taquilla hicieron en los tiempos de la Transición y el destape. Así que habrá que empezar por el final:la Policía Nacional intenta dar con el paradero de un hombre que, supuestamente, estaba secuestrado y lo encuentra, pero él mismo desmiente el rapto y asegura que, en realidad, había estado de fiesta. Una mujer que le acompañaba confirma que dice la verdad y que ella había sido su compañera de parranda. Caso cerrado por ausencia de caso, valga la redundancia. ¿Pero cómo se llegó hasta ahí? Pues la verdad es que no es fácil de explicar. Ni entrenando podría el fabulador más habilidoso imaginar un relato más desquiciado. En fin, que las cosas sucedieron más o menos de la forma que sigue. A las 13,30 horas de la tarde de ayer, una patrulla de la Policía Local, al salir de los Juzgados de la Caleta, se encuentra a una mujer que retiene a un varón para evitar que escape. Los guardias se acercan para saber qué pasa e intentar poner paz. La mujer les cuenta entonces que el tipo en cuestión había participado en el secuestro de su marido, al que no veía desde hacía cinco días.

El compinche pasaba por allí

En principio, parece un tema serio. Cuando los agentes se disponen a identificar al supuesto secuestrador, la mujer advierte a los policías de que el compinche de este último está pasando en ese preciso instante junto al lugar de los hechos al volante de un automóvil, que también es casualidad.

Los guardias dan el alto al coche para pedir la documentación a este segundo individuo. Pero el vodevil, lejos de amainar, se lía todavía más.

Instantes después, un ciudadano que ha visto lo que ha ocurrido se acerca hasta los patrulleros y los sospechosos y afirma que el vehículo en el que circulaba el segundo detenido ya hemos dicho que el relato no era fácil es propiedad de su padre, que, supuestamente, también estaría desaparecido. El testigo agrega que temen que haya sido secuestrado. Otra increíble coincidencia.

Cámara oculta

Solo es una suposición, pero a estas alturas de la película los policías locales debieron pensar que estaban siendo víctimas de una cámara oculta o de alguna otra broma por el estilo. Sin saber muy bien cómo, tenían ante sí a dos presuntos secuestradores y a dos familiares de los supuestos raptados (que, aparentemente, no se conocían entre ellos). De los que no sabían nada era de los secuestrados propiamente dichos.

Un trabalenguas y un embrollo surrealista

A pesar de que el asunto era como para volverse loco, los policías mantienen la mente fría y comprueban que el primer hombre tiene cuentas pendientes con la ley. Sobre él cuyas iniciales son O. G. R., de 48 años y nacionalidad colombiana pesaba una orden de detención e ingreso en prisión dictada por la Audiencia Provincial de Málaga por la comisión de un delito contra la salud pública, esto es, por tráfico de drogas.

Su supuesto cómplice, identificado como H .A. M. A., de 31 años y también colombiano, carecía de documentación, así que fue detenido hasta tanto no se compruebe si residía en España de forma irregular.

Acto seguido, la Policía Local dejó el asunto en manos de sus colegas del Cuerpo Nacional de Policía. Aún quedaba por desentrañar el extraño misterio de los secuestrados. Y los policías nacionales se pusieron manos a la obra. Pronto dieron con el paradero del marido de la mujer que inauguró este rocambolesco episodio en las puertas del edificio judicial de La Caleta.

Evidentemente, el hombre no estaba secuestrado. Pero es que no lo había estado nunca, según admitió el mismo. Enseguida confesó que había estado de fiesta. Su compañera de farra lo confirma y la Policía da carpetazo al tema.

¿Final feliz? Cualquiera sabe.

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