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Interior de una habitación y pasillo de un centro de protección de menores español. :: IDEAL
Unos 300 menores esperan en centros a ser acogidos por familias granadinas
GRANADA

Unos 300 menores esperan en centros a ser acogidos por familias granadinas

Otros 300 niños estuvieron en 2010 viviendo en hogares que no eran los suyos de origen. Con la crisis se necesitan más personas que los atiendan en su casa

ÁNGELES PEÑALVER

Martes, 28 de junio 2011, 14:02

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El último encuentro con familias de acogida urgente de menores, celebrado hace solo unas semanas en Granada, arrojó varias conclusiones, entre ellas, una significativa: en tiempo de crisis los menores que provienen de situaciones de riesgo social necesitan aún más de la solidaridad del resto de la sociedad para no hacer sus vidas en un centro de acogida, sino, al ser posible, integrarse temporalmente en familias normalizadas.

«La etapa de cero a seis años es decisiva en la formación emocional de un niño, todos los expertos están de acuerdo con que los menores de seis años se eduquen en familias y no en centros. La lógica ya te dice que, por muy bien atendido que un niño esté en un centro, siempre es mejor una familia. Y en ese objetivo venimos trabajando», señala Magdalena Sánchez, delegada de Igualdad y Bienestar Social de la Junta. 

En el acogimiento de urgencia, al que se adaptaron 13 menores el año pasado, la familia receptora tiene disposición para asumir la atención de un niño entre unos días a pocos meses, mientras se adopta una medida que pueda ser más estable. «Está pensado, sobre todo, para aquellos casos respecto a los cuales el sistema de protección carece de información suficiente como para, en el momento de la separación del niño de sus padres, tomar una decisión a medio o largo plazo», señala la responsable.

Las familias de acogimiento de urgencia son equiparables a las casas de acogida inmediata, que son diferentes de los centros residenciales. «Lo que se quiere es que el tiempo que estén fuera de casa no lo pasen en centros», apostilla Sánchez. En Granada, según hizo público la asociación Aldaima, entidad colaboradora con la Junta de Andalucía para la Integración Familiar de Menores, hay 17 familias de acogida de urgencia y en 2011 se llegará a 25, ya que hay ocho en proceso de acreditarse. El año pasado, según datos de la delegación de Igualdad, se llevaron a cabo 13 acogimientos de urgencia administrativos 5 de niños y 8 de niñas, del un total de 80 en distintas modalidades.

Las de urgencia son típicamente casos que «emergen» como nuevos para el sistema de protección y hay que analizar y ver qué decisión se toma sobre la medida que sería más conveniente: si el retomo a la familia, la separación temporal vía acogimiento o la definitiva vía adopción.

«Aún así, estoy convencida de que proporciona a los niños que tienen que estar separados de su familia por un tiempo un entorno familiar seguro y afectivo mientras se instruye el expediente de protección o se determina la vuelta con su familia», abunda la delegada de Igualdad.

«Queda mucho por hacer»

Pese a todo, en 2010, hubo 25 ceses de acogimientos familiares de todo tipo, excluidos los de urgencia. Dos porque pasaron a otra modalidad, diez porque cumplieron la mayoría de edad y 13 porque ingresaron en un centro residencial. No hubo ninguna adopción de ellos, ni reunificación familiar, ni conflictos graves con los acogedores ni repatriaciones que provocaran el fin de estas relaciones.

Pero «aún queda mucho por hacer», es la conclusión de Magdalena Sánchez. «Sobre todo en la búsqueda de familias dispuestas a convertirse en acogedoras, aunque sea por un corto período, porque, pese a que son acogimientos remunerados, no es la cantidad económica a percibir lo que mueve a las familias a ofrecerse», aclara la delegada del área, que hace un llamamiento para que se sumen muchas otras, sobre todo en un contexto de crisis, en el que es más difícil encontrar soluciones de este tipo.

«Si fuera posible contar con familias, los menores los 300 que hay a la espera no pasarían por centros residenciales. Por tanto deberíamos contar siempre con más familias que menores en centros tenemos y así contar con una base de datos suficiente. El problema es que puede haber muchas familias dispuestas a acoger, pero si la disposición es para un determinado perfil de menores, otros se quedan sin dicha posibilidad y hay determinadas edades a las que las familias nunca se dirigen como por ejemplo cuando se pasan de 13 años», abunda uno de los técnicos de Igualdad y Bienestar Social.

Según Aldaima, las familias acogedoras de urgencia piden, sobre todo, que se programe siempre un periodo de desacoplamiento con los niños y que puedan mantener contacto directo en esta fase con las familias que se van hacer cargo de forma estable de los menores, incluso aunque los menores hayan sido bebes. Esto es así según las conclusiones del encuentro de 2010 en Granada porque entienden que no han terminado del todo su tarea si no hacen un traslado correcto de la información relevante de los menores a sus padres biológicos si es posible, a los familiares que se hagan cargo de ellos o a sus futuros padres adoptivos.

«Hemos conseguido el objetivo de que ningún menor de dos años estuviera en un centro de protección de la Junta de Andalucía o de las entidades colaboradoras. Y es una realidad gracias a la difusión que está alcanzando la figura de la familia de acogida», explica la delegada de Igualdad, Magdalena Sánchez. La persona o familia que desee acoger a un menor debe presentar una solicitud en la correspondiente Delegación de Bienestar. A partir de ese momento, se realiza un proceso de selección, de formación y de valoración.

Según el Observatorio de la Infancia de la Andalucía, como es habitual, en estos casos de protección, los progenitores de los niños acogidos presentan un perfil social de riesgo caracterizado por la alta conflictividad en las relaciones de pareja y por el fracaso educativo y laboral. Además, la presencia de toxicomanías, alcoholismo y conductas delictivas es muy elevada, por lo que viene a empeorar este perfil tanto en padres como en madres.

De ahí se deduce que los menores participantes presentan historiales con diversos problemas psicológicos y de salud, tales como síndrome neonatal, trastornos de conducta y discapacidad, entre otros, con una frecuencia superior a la de la población general infantil.

Malos tratos

En el historial de dificultades de estos menores destaca el hecho de que la mayor parte de ellos fueron víctimas de malos tratos con anterioridad al acogimiento (72,5%). El tipo de maltrato más frecuente fue la negligencia, seguida del maltrato emocional y el prenatal.

El perfil de los acogedores de la familia extensa (consanguinidad con el niño) es mayor, pero tanto ellos como las ajenas se sitúan en torno a los 49 años. En sus tres cuartas partes, los acogedores forman matrimonios biparentales, con un 17% de monoparentalidad. El nivel educativo es más bajo cuando el niño se queda en su círculo social ( donde se concentran muchos pensionistas) y es medio-alto cuando sale de él ( padres y madre en activo) y medio-bajo en los casos de urgencia, donde predominan las amas de casa.

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