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ILUSTRACIÓN: ANTONIO MESAMADERO
"Estás más negro que Chorrojumo", una expresión común en Granada con una historia detrás
GRANADA

"Estás más negro que Chorrojumo", una expresión común en Granada con una historia detrás

Mariano Fortuny vistió al "Rey de los Gitanos" con chorreras y sombrero de catite y lo convirtió en un atractivo turístico para la ciudad

ANDRÉS CÁRDENAS

Viernes, 19 de marzo 2010, 13:40

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Eran otros tiempos. Tiempos en los que la piel blanca era muy codiciada por los humanos y la morenez era propia de gitanos, mendigos y albañiles que trabajaban en los andamios. Tiempos en los que el sol era el enemigo a batir. Estamos hablando de finales del siglo XIX y todavía no se había inventado el turismo masivo de playa. Si un currante tenía la piel quemada significaba que no tenía un buen oficio, de esos en los que se trabajaba bajo techo. Por eso, si alguien quería zaherir a una persona de piel morena no tenía más que decir en plan despectivo: «Eres más negro que Chorrojumo». Incluso hoy se puede oír alguna granadina castiza que está en la playa decirle a su hijo: Niño, ponte bajo la sombrilla que te vas a poner más negro que Chorrojumo. La misma castiza que le podría gritar a la hija: ¡Niña, no te metas por lo jondo, hasta el chocho na más!

Con el paso del tiempo, el lema de eres más negro que Chorrojumo ha ido derivando, hasta escucharse frases como estoy más quemao que Chorrojumo cuando alguien se encuentra achicharrado en el trabajo o en el ambiente familiar.

Pero... ¿quién era Chorrojumo? ¿Cómo se ganaba la vida? ¿A qué se dedicaba? Esas son las preguntas que trataremos de contestar en esta entrega de Dichos populares y sus personajes.

«Chorrojumo se llamaba Mariano Fernández Santiago, pero ni él mismo se conocía con ese nombre», dice Manuel Anguita Castillo, que tiene editado un curioso librillo sobre este personaje. Él es el que nos da detalles de la vida de este hombre considerado el príncipe de los gitanos y que tiene estatua propia al comenzar el camino del Sacromonte.

Parece ser que quién descubre el glamour gitano de Chorrojumo (le llamaban así porque su piel tenía el color de un chorro de humo) es el pintor Mariano Fortuny, que en un paseo por el Sacromonte ve en una fragua a tres hombres trabajando el hierro. Corría el año 1868 y el pintor había venido a Granada en viaje de novios. Eran tres gitanos harapientos que machacaban un hierro al rojo vivo a base de martillazos. «Uno de ellos tenía la piel del color del cuero viejo, unas enormes patillas que bordeaban su boca y unos ojos del color del acero. Ese era Chorrojumo», dice Manuel Anguita.

Fue este pintor (que curiosamente era tocayo del gitano) el que le metió en la cabeza que él, con su pintoresca figura, podría vivir de otra forma que no fuera la fragua. Para ello, con la intención de hacerle posar para él, convence al gitano para que se hiciera un traje con polainas, camisa de chorreras y sombrero de catite, como si fuese de otro siglo. Él mismo pintor le pagaría el traje a cambio de que posara para él, cosa que hizo para numerosos cuadros en los que está inmortalizada la figura del popular calé. Fue entonces cuando nació el mito de Chorrojumo, quizás el personaje más pintoresco de cuantos han nacido en Granada.

De trato correcto

«Era de trato correcto y muy educado. A cambio de algunas monedas se dejaba fotografiar e incluso servía de guía de la Alhambra a personas que venían de fuera», dice Tito Ortiz, periodista que le dedicó un espacio en su trabajo Testigos silentes de la historia.

Mariano Fernández Santiago, Chorrojumo, nació en 1824 y a los 19 años fue llamado para servir al rey. «Él mismo se vanagloriaba de haber sido uno de los pocos gitanos que habían ido al ejército», dice Manuel Anguita. A su vuelta, Chorrojumo se casó con Dolores Román, también gitana del Sacromonte y tan pobre como él. Del matrimonio nacieron seis hijos, que se ganan el sustento diario pidiendo a los turistas extranjeros que llegaban a ver la Alhambra.

Cuando Chorrojumo dejó la fragua familia para dedicarse a vivir de las limosnas, tenía 46 años. Tan popular llegó a ser que era continuamente buscado por personas que venían a Granada. «Llegó a ser un reclamo turístico importante. Junto a la Alhambra, los turistas que venían, por supuesto no tantos como ahora, querían fotografiarse con él. En aquellos años, sin duda, era el granadino más fotografiado», dice Francisco Ruiz, antropólogo autor de un estudio sobre las cuevas del Sacromonte. Ruiz señala que tal vez eso, el que fuera constantemente reclamado, fue lo que hizo que «se le subieran un poco los humos», dice en plan irónico. De Príncipe de los Gitanos pasó a llamarse Rey de los Gitanos e incluso se agenció un cetro hecho con una vara de almendro. También, gracias a los beneficios que sacaba limosneando, dejó de vivir en el Sacromonte y se mudó a una humilde casa al final del callejón Niños del Royo. «Su popularidad era tanta que llegó a ser el granadino más conocido. Vendía postales con las fotografías que le habían hecho García Ayola o Camino, grandes retratistas granadinos, en mil poses diferentes», dice Ruiz.

Decadencia

Igualmente eran populares las historias que contaba sobre la Alhambra y que alguien le había contado a él. Muchas de estas historias ya habían sido escritas por Washington Irving pero él las contaba como propias. Tenía una buena y atractiva voz y dejaba a mucha gente extasiada cuanto contaba historias sobre el monumento nazarí», dice Antonio Rodríguez, profesor de Historia.

Así, pidiendo y posando para todos aquellos que querían fotografiarse a su lado, estuvo viviendo mucho tiempo, hasta que vino la decadencia.

Él mismo, en un escrito que envía al gobernador, se queja de que a comienzos de 1900 es llevado varias veces a la cárcel porque había quien pensaba que se ganaba la vida ilegalmente engañando a los turistas. «En los años finales de su vida todo fue amargura. Se quedó casi ciego. Por otra parte le salieron algunos competidores que se vestían como él y que confundían a la gente. El negocio se le vino abajo», dice Manuel Anguita.

El 10 de diciembre de 1906 sufrió un infarto cerebral cuando subía por el Paseo de la Alhambra. Cayó al suelo como fulminado por un rayo. Tenía 82 años. Había muerto Chorrojumo, Rey de los gitanos y Señor de los bosques de la Alhambra.

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