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Manifestantes protestan contra el cambio climático en el centro de Copenhague. :: ap
La cumbre de Copenhague se atasca sin fijar compromisos
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La cumbre de Copenhague se atasca sin fijar compromisos

La presidencia danesa dice que nadie quiere responsabilizarse de los fallos porque un fracaso sería castastrofico para el clima planetario

ARANTZA PRÁDANOS. ENVIADO ESPECIAL

Miércoles, 16 de diciembre 2009, 03:49

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La cumbre del clima de Copenhague recobró ayer un cierto pulso después de columpiarse la víspera al borde del precipicio. Las conversaciones entre las 192 naciones participantes, sacudidas por el conato de espantada de los países africanos, se reanudaron desde primeras horas con cinco grupos informales de trabajo, encargados de identificar los principales escollos y recuperar el ritmo negociador. Se avanza al ralentí sobre farragosos detalles técnicos y con la sensación de que todo lo crucial, recorte de emisiones, el dinero para mitigación y ayudas a los países pobres en la lucha contra el cambio climático, y la fórmula jurídica del acuerdo está en las manos de los líderes mundiales, que empezarán a llegar mañana en masa.

A este gigantesco cónclave mundial le ha llegado la hora de la verdad. Tres días, de hoy al viernes, jornada de clausura, en los que deben cristalizar «tres años de trabajo previo», dijo el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon en la apertura solemne del llamado tramo ministerial de la cumbre, cuando los técnicos dejan paso a los políticos. El acto protocolario en el plenario del Bella Center se llenó de voces apremiantes sobre la trascendencia moral e histórica de este momento.

Un fracaso total o un acuerdo de mínimos como el que aún está sobre la mesa, con reducciones poco relevantes de las emisiones de CO2 para 2020 y 2050, sería catastrófico para el clima planetario. «Nadie aquí puede arrostrar esa responsabilidad de fallar», subrayó Connie Hedegaard, presidenta de la cumbre.

El príncipe Carlos de Inglaterra, orador invitado a la sesión de la cumbre del clima, apeló a todos los actores de esta cita: países ricos, emergentes y en desarrollo, a pensar en común y no «en términos de ellos y nosotros». Ban Ki-Moon insistió: «Tenemos la oportunidad de cambiar el curso de la historia».

Dos vías paralelas

Los destinatarios principales de estas palabras aún no han llegado a Copenhague, salvo el británico Gordon Brown, el primero de los grandes líderes en acudir a una cita de dimensiones inéditas. Aquí se esperan como mínimo 130 a partir de hoy. El viernes, y no el jueves como se pensaba, muchos intervendrán ante el plenario, cuando el eventual acuerdo esté maduro.

Los primeros borradores empezaron a brotar pasado el mediodía y, con ellos, una inquietante sensación de falta de concreción y cifras. Se negocia en dos vías paralelas con las que se trata de contentar a todos: una para buscar un segundo período de compromiso en el marco de Kioto de los países ricos firmantes -todos menos EE UU- y otro acuerdo dentro de la Convención, que permitiría fijar límites de CO2 a los países emergentes como China y otros, hoy exentos.

La UE, de momento, se reserva para el final su carta de elevar del 20% al 30% las reducciones de CO2 para 2020 si otros países, léase EE UU y China, hacen esfuerzos 'comparables'. Según el ministro de Medio Ambiente sueco, Andreas Carlgren, si los dos grandes contaminadores del planeta no están dispuestos a contener más sus emisiones -más de la mitad del total-, no serviría de nada.

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