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La magia «es un engaño, pero de los buenos, no como la política o la publicidad»
JORGE BLASS MAGO

La magia «es un engaño, pero de los buenos, no como la política o la publicidad»

El ilusionista más televisivo presenta hoy en el Teatro Isabel la Católica su espectáculo 'El arte de la magia'

INÉS GALLASTEGUI igallastegui@ideal.es

Viernes, 27 de noviembre 2009, 04:36

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Él dice que no nació mago, pero a los 6 años ya hacía sus pinitos y a los 13 sus colegas le nombraron Mago del Año. «Sí que nací apasionado de la magia», reconoce Jorge Blass (Madrid, 1980), uno de los ilusionistas más famosos de España gracias a su participación en programas de televisión como 'Club Megatrix' (Antena 3) y 'Nada x aquí' (Cuatro). Esta noche presenta en el Teatro Isabel la Católica su espectáculo 'El arte de la magia', un compendio de sus mejores trucos de los últimos ocho años.

Empezó con el típico juego de magia. «No me salía ningún truco y tuve una fase de desencanto», explica. Pero, como Harry Potter, era un niño mago: a los 12 años comenzó su formación en la escuela de la familia Tamariz y un año después ganó el premio Ascanio al Mago del Año. «Me quedé alucinado; era surrealista -admite-. Fue un aliciente para seguir trabajando y... para perder la infancia por la magia».

Asegura que en las reuniones de familiares y amigos ya no le piden trucos. «Ocurre en todas las familias de magos: los padres y hermanos suelen salir espantados porque les utilizamos de conejillos de indias. Están hartos de ver cientos de trucos malos y mal hechos».

Desde que descubrió su vocación, no ha parado: además de su experiencia televisiva, ha realizado galas y recibido premios por todo el mundo. Y confiesa que si no fuera mago sería... nada. Estudió Psicología, pero sólo porque le sirve en su profesión. Un buen ilusionista, afirma, necesita «habilidad, técnica y capacidad de comunicación». «La psicología es fundamental -subraya-. Hay juegos que no necesitan técnica. Un buen mago se diferencia de otro que no lo es tanto por lo que consigue hacer ver a los espectadores. La gente recuerda cosas que no han sucedido. Con la magia, parece que pasan cosas milagrosas, pero en realidad todo es una serie de artimañas psicológicas unidas a una técnica secreta que genera la sensación de haber visto algo mágico».

Entonces, ¿la magia es un engaño? «Es un engaño, pero de los buenos, no como la política o la publicidad. Es un engaño para ilusionar y entretener, como una película o un libro».

Trucos de manos

Como ilusionista que ha recorrido escenarios de todo el mundo, explica que España destaca por sus especialistas en cartomagia y magia de cerca, pero el ilusionismo más espectacular apenas despunta. A Blass le gusta hacer «un poco de todo». Tras su periodo de aprendizaje con Juan Tamariz, ha sido «autodidacta». Se ha especializado en prestidigitación, es decir, trucos de manos. «En la tele he hecho mucha magia de cerca, porque funciona muy bien, y en teatros, magia de escena, mentalismo...».

A su juicio, la dificultad de la magia en televisión es vencer la incredulidad de la gente, que desconfía de si los trucos los hace la cámara y si los espectadores son de verdad. «En 'Nada x aquí' intentamos hacerlo en la calle y de forma muy real, para que se viera que era auténtico». En cambio, la tele tiene la ventaja de que, «como en el fútbol», permite disfrutar en casa de una visión más cercana y precisa de los juegos de manos. «Pero la emoción no es la misma», reconoce.

El artista madrileño se declara fan de magos históricos, como el francés Jean Eugène Robert-Houdin, que en el siglo XIX hizo la transición «entre el Merlín de la Edad Media y el mago moderno», e inspiró al gran Houdini -«bastante malo», salvo en las técnicas de escapismo-, que le tomó prestado el apellido. También admira al inglés David Devant, inventor de grandes ilusiones espectaculares que aún hoy siguen dejando boquiabierto al público.

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