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Apuñalamiento de un hombre durante una pelea con otras tres personas. / IDEAL
Un único grupo de indigentes amarga la vida a los vecinos de varias zonas de la ciudad
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Un único grupo de indigentes amarga la vida a los vecinos de varias zonas de la ciudad

La geografía de la violencia callejera que generan a diario se concentra entre Trinidad y San Jerónimo y desde Santa Paula a Gran Capitán

J. E. GÓMEZ |

Sábado, 27 de junio 2009, 13:15

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Son muy pocos. Es únicamente un grupo de entre quince y veinte personas los que cada día organizan problemas de orden público en los alrededores de los comedores sociales y zonas muy señaladas de la capital, pero a pesar de su escaso número, la falta de control y la dejadez con la que actúan los responsables de la seguridad, mantienen en jaque a centenares de familias que viven en esos lugares, y ciudadanos que tienen que pasar por los espacios que ellos ocupan, de día y de noche.

La publicación en IDEAL del problema que sufren los vecinos de la calle Colegios y la emisión en exclusiva en Ideal Digital y Teleideal, de las imágenes de como cuatro indigentes se enzarzaban en una pelea con navajas en la calle Colegios, que terminó con uno de ellos herido de gravedad y masacrado a golpes por los otros, ha provocado reacciones de colectivos vecinales, que como el de la calle Colegios, aseguran que también padecen el problema.

La geografía de la violencia generada por este grupo de indigentes se circunscribe a la zona centro de la capital. Hace unos años ocupaban, sobre todo, la plaza de la Trinidad y los alrededores de la placeta de los Lobos. El motivo de su presencia allí era hacer tiempo para acudir al comedor social de San Juan de Dios, en la calle San Jerónimo. Una serie de intervenciones de la Policía Local, de forma habitual, y la Nacional esporádicamente, para pedirles la documentación e indicarles que no podían molestar a los viandantes, redujo el problema de forma palpable.

Todo el día

La presencia de estas personas cambió hacia la zona de Gran Capitán porque allí reciben, cada mañana, sus dosis de metadona que se expiden en el ambulatorio existente en esa calle, además de haber una serie de edificios que se encuentran asaltados por okupas. Este lugar es muy cercano a la calle Colegios, que es donde se encuentra el único comedor social, y el único centro de ayuda que les dan alimentos por la noche, además de estar también cerca del comedor de San Juan de Dios.

La mañana despierta para estas personas en la zona de Santa Paula, donde algunos duermen en un albergue situado en esta calle, y otros en la vía pública. Se marchan a Gran Capitán para esperar la hora de la metadona. Después deambulan por allí, especialmente en las placetas y en la plaza de Luis Portero para esperar a la hora de la comida en San Juan de Dios, y de allí se dispersan por diferentes plazas hasta las siete de la tarde, que acuden al comedor de la noche, en la calle Colegios. Después se concentran en la plaza Luis Portero hasta altas horas de la noche.

Además de este grupo en el centro de la capital, otros grupos se concentran en los alrededores de la estación de ferrocarriles y en las nuevas urbanizaciones que se sitúan en la zona sur del barrio de los Pajaritos.

Los vecinos de Gran Capitán denunciaron hace unos meses que ya no podían soportar más la situación. La Policía Local realizó algunas comprobaciones de identidad, desde el ambulatorio llamaron al orden a algunas de estas personas y se consiguió que el nivel de molestias descendiese un poco, pero se incrementó en los alrededores de Colegios.

Los servicios sociales del Ayuntamiento afirman que el centro Calor y Café, y el comedor de Corazón de María, en la calle Colegios y colindante el uno con el otro, pertenecen a asociaciones privadas que cumplen con las normas, y no pueden actuar fuera de sus dependencias. Reconocen que se trata de personas que no aceptan indicación alguna, que no quieren normas de conducta y que, al paso de las horas de cualquier día incrementan su nivel de alcohol y drogas, lo que les hace perder el control y las peleas y violencia está cantada.

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