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Agustín Fernández e Isabel Romero, lo que no ha unido las siglas lo ha unido el matrimonio./ TORCUATO FANDILA.
Cuando el PSOE y el PP duermen en la misma cama
Provincia-Granada

Cuando el PSOE y el PP duermen en la misma cama

El matrimonio formado por el alcalde de Lugros (PP) y la alcaldesa de Beas de Guadix (PSOE), ejemplo de que a veces el amor triunfa sobre la política

ANDRÉS CÁRDENAS

Domingo, 7 de junio 2009, 04:29

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Cupido no debe tener carnet político y cuando apunta, a veces lo hace sin saber a qué ideología pertenecen sus víctimas, si es que se pueden llamar así aquellas personas que conocen los efectos de ese flechazo. A veces los sentimientos, el amor en concreto, está por encima de cualquier razonamiento y mucho más de cualquier ideología.

Hace un año y medio se casaron Agustín Fernández Molina y María Isabel Romero López, él alcalde del PP de la localidad de Lugros y ella alcaldesa del PSOE de Beas de Guadix. Son dos ejemplos de que a veces el corazón tiene razones que no entiende la razón. Y de que hay veces en que el amor triunfa sobre la política.

Los unió la política

Si es verdad que el primer beso no se da con la boca sino con los ojos, Agustín e Isabel debieron de darse ese primer beso en algunas de aquellas reuniones de la mancomunidad de municipios del Valle de los ríos Alhama-Fardes a la que ambos pertenecían. «A pesar de vivir en pueblos que están separados sólo ocho kilómetros, no nos conocíamos personalmente. Fue la política la que permitió enterarnos de que existíamos el uno y el otro», nos cuenta Agustín.

Corría el año 1999 y Agustín era teniente de alcalde e Isabel era ya alcaldesa. Después de las largas reuniones de la mancomunidad comenzaron a tomar cañas juntos y a conocerse, más como personas que como políticos. Al año siguiente iniciaron una relación algo más seria, decidieron salir juntos, fuera de esas reuniones de la mancomunidad. Tenían cierto recelo por el qué dirán, pero como dice el proverbio italiano, el amor es como la tos, que no se puede ocultar, así que de la clandestinidad pasaron a la acción y decidieron dar a conocer su amor. «Al principio a la gente le parecía curiosa la cosa, pero poco a poco se acostumbraron a vernos juntos y a comprender que nuestra relación era lo de menos y que no tenía que ver con la gestión municipal. La prueba de que se entendió bastante bien fue que ambos hemos ganado dos elecciones siendo ya pareja», dice Agustín.

Estuvieron casi siete años de noviazgo y en el años 2007 decidieron casarse. «Es que la política nada tiene que ver con los sentimientos -dice Agustín-. Lo importante son las personas y yo antes que un político veo a una persona. Hay gente en mi partido que no me cae bien y gente del PSOE que sí, y viceversa. A mí Isabel me cayó muy bien desde el principio, desde el primer día que la conocí. Y hasta hoy».

Está claro que el matrimonio entre dos personas de ideología totalmente contraria resultó ser la comidilla de la comarca. Hubo cierto cachondeo y puede que alguien que no entendiera dicha unión, pero al final siempre impera el sentido común.

El Valle del fin del mundo

Agustín e Isabel, después de casarse, se fueron a vivir a Guadix y todos los días cogen el coche para ir a sus respectivos ayuntamientos, alguna vez juntos. «Cuando estamos solos, casi nunca hablamos de política, pero sí de lo que estamos haciendo en nuestros respectivos pueblos. Y nos damos cuenta que en realidad lo que los dos queremos es lo mismo, que tanto Lugros como Beas de Guadix progresen y no tengan las mínimas carencias».

A Isabel y Agustín les une también casi las mismas aficiones, y una de ellas es la de dedicar los domingos a pasear por la llamada Dehesa del Camarate, una especie de bosque encantado donde hay árboles que son casi milenarios. Agustín tiene 40 años y María Isabel 39 y su deseo siguiente, ya que han unido sus vidas, es tener un hijo. «Estamos en ello pero este oficio es muy estresante y apenas tenemos tiempo», dice Agustín en tono irónico. «Y sabe usted otra curiosidad, que yo soy el presidente de la mancomunidad y ella la vicepresidenta», comenta antes de dar una carcajada.

Lugros y Beas de Guadix se encuentran en el llamado popularmente Valle del fin del mundo, donde se han rodado algunas películas de indios y vaqueros y donde Navajo Joe cabalgaba para el cine por el río Fardes. Una gran parte de su territorio está dentro del parque nacional de Sierra Nevada, con centenares de plantas endémicas que solo se encuentran en esta zona, como el amor que ha unido a Agustín e Isabel.

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