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Ayúdanos a encontrar al vagabundo que debe cobrar 3.000 euros de indemnización
se busca giampiero

Ayúdanos a encontrar al vagabundo que debe cobrar 3.000 euros de indemnización

Nada se sabe aún del vagabundo agredido en Granada y que debe cobrar tres mil euros de indemnización

CARLOS MORÁN |

Domingo, 17 de mayo 2009, 12:01

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Giampiero Filangieri fue víctima de una brutal paliza en el centro de Granada el 8 de junio de 2008. Sus agresores, todos ellos menores de edad, fueron juzgados y condenados hace poco más de una semana. En realidad, aceptaron el castigo sin necesidad de que se celebrase la vista oral. Pero el caso aún no está cerrado. La sentencia especificaba que los procesados o en su defecto, sus padres o tutores debían indemnizar a Giampiero con tres mil euros.

Pero nadie sabe dónde está. Era y es un vagabundo, un sin techo. «Domicilio:sin domicilio conocido, vive en la calle», decía el informe de los policías locales que le atendieron en junio de 2008, instantes después de soportar una lluvia de golpes que aconsejó su traslado al Hospital de Traumatología de Granada.

Casi un año después, cuando la fecha del juicio se echaba encima, la Policía Nacional intentó dar con su paradero, pero sin éxito. Los agentes hicieron preguntas y recorrieron los refugios que existen en Granada para «indigentes y personas en situaciones sociales extremas». No hallaron ni rastro de él. Así que los chavales que le propinaron la paliza fueron condenados sin que la víctima estuviera presente.

Una sombra

Giampiero era y sigue siendo una sombra. Los pocos datos que se conocen de él están escritos en papeles que se redactaron días antes de que empezase el verano de 2008, cuando fue el protagonista de un suceso que causó pesar y estupor en la ciudad.

Gracias a esos documentos, se sabe que Giampiero tiene ahora mismo 29 años y nació en Regio Calabria, o lo que es lo mismo, en la punta de esa bota que es Italia, enfrente de la isla de Sicilia, en el sur atrasado pero también turístico del país transalpino.

¿Qué le impulsó a dejar su tierra y convertirse en un trotamundos, en un viajero sin brújula que va dando tumbos de aquí para allá?Los papeles nada dicen al respecto. La burocracia no es un curiosa. «Nombre y apellidos: Giampiero Filangieri. Nacionalidad: italiana. Lugar de nacimiento: Regio Calabria en 1980. Sin domicilio conocido. Vive en la calle». Esa fue toda la información que sacaron a Giampiero los agentes de la Policía Local que le auxiliaron después de ser atacado por los menores (una agresión que grabó con su teléfono móvil otra adolescente también juzgada y condenada).

Lavándose las heridas

También es cierto que el pobre Giampiero no estaba precisamente para interrogatorios aquel 8 de junio de 2008 en el que su vida esquiva y nómada se convirtió en noticia a puñetazos. Cuando los guardias se acercaron, el joven italiano estaba lavándose las heridas en una fuente. Su cara era un drama:la tenía totalmente ensangrentada. El rostro se había llevado la peor parte. La agresión había sido especialmente sañuda. Los adolescentes llegaron incluso a arrojar una bicicleta sobre el cuerpo de Giampiero. Los policías trasladaron a la víctima al Hospital de Traumatología, donde fue atendido y se le abrió una historia clínica. De hecho, tuvo que volver al citado centro sanitario en «varias» ocasiones. Los médicos tuvieron que ponerle una férula una especie de tablilla flexible y resistente en un dedo fracturado.

Las lesiones fueron sanando y Giampiero volvió a desaparecer. No está claro cuántos días quizá fueron semanas permaneció en Granada después de la paliza.

En septiembre de 2008, y a petición de la Justicia, el Servicio Andaluz de Salud emitió un informe que especificaba que las heridas que sufría Giampiero requerían unos 90 días para estar curadas. Eso, en circunstancias normales, que no era el caso del vagabundo italiano. El rastro de Giampiero se había perdido bastante antes de que se cumpliera ese plazo de 90 días.

Y eso es todo. No hay más. La biografía burocrática de Giampiero está hecha de unos mínimos retales. Demasiado poco para cubrir una vida.

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