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Christian Bale caracterizado como el Hombre Murciélago, en una secuencia de 'Batman begins'. / REUTERS
Aniversario de un héroe oscuro
CULTURA

Aniversario de un héroe oscuro

Hace 70 años el mundo del cómic daba forma a un nuevo icono popular Desde entonces, Batman ha evolucionado en su salto del papel al celuloide

MIGUEL ÁNGEL OESTE

Miércoles, 6 de mayo 2009, 12:27

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Batman es algo más que un simple superhéroe de cómic que lucha contra el mal. Una afirmación tan categórica sólo puede hacerse cuando Batman se ha convertido -desde su primera aparición en el número 27 de 'Detective Comics' en mayo de 1939, publicado en la editorial National Publications- en un icono de la cultura popular, tal y como lo es Supermán. Pero mientras Batman podría estar más cerca de Edward Hopper, Supermán lo está de Roy Lichtenstein. Y esta asociación no es baladí, más bien entronca con los orígenes y las esencias de los personajes, pese a sus cambios y evoluciones con el transcurso de las siete décadas de vida.

En la gestación del Hombre Murciélago -creado por Bob Kane, con aportaciones de Bill Finger, a quien no se le acreditó jamás el personaje- confluyen diversas referencias, desde El Zorro a La Sombra, pasando por Sherlock Holmes, Dick Tracy, además de sus dotes para la ciencia, la tecnología y su perfeccionamiento físico y mental en las artes marciales. Aquel número 27 de 'Detective Comics', titulado 'El extraño caso del sindicato químico', tenía seis páginas y se enmarcaba, en cierto modo, a medio camino entre la corriente 'hard-boiled', caracterizada por la acción, el reflejo de la dura realidad, la lucha contra el crimen... y la incipiente propuesta superheroica.

Crímenes y muertes

En estos inicios, Batman no sólo era el reverso del Hombre de Acero, sino que también ejemplificaba una especie de opuesto a la tendencia colorida y musical de los dibujos de Walt Disney. De hecho, en sus historias había crímenes y muertes, envueltas en atmósferas sombrías, alejadas de lo luminoso. Pronto llegaría el primer cambio en la historia del Señor de la Noche, cuando un año después aparece Dick Grayson, más conocido como Robin, el Chico Maravilla, con el fin de dar un aire más juvenil a los cómics de Batman.

Batman siempre fue un personaje muy visual, muy adecuado para el cine. Por ese motivo, no es extraño que, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, las expresiones artísticas más populares -cine y cómics a la cabeza- recurrieran a estos héroes americanos como medios propagandísticos que debían luchar contra nazis, japoneses y amenazas similares. Así, en 1943, surge el primer serial de quince episodios protagonizado por Batman, encarnado por Lewis Wilson. Era la Edad de Oro de los 'coómics-book', una época que Michael Chabon plasmó en la novela 'Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay', aunque el protagonista no era Batman, pero sí dos jóvenes que crearon un personaje a imagen de Houdini, el Escapista.

Una década difícil

Seis años más tarde sería el actor Robert Lowery quien diera vida a El Hombre Murciélago y John Duncan a su compañero, el Chico Maravilla, en otro serial de quince capítulos titulado 'Batman and Robin'. El Señor de la Noche gozaba del favor del público, sin embargo, cada vez se mostraba menos oscuro, perdía su esencia, derivando hacia un lado mucho más infantil. La década de los cincuenta estuvo marcada por el macartismo y la publicación del 'La seducción de los inocentes', del psiquiatra Fredic Werthan, un ensayo en el que el autor atacaba la influencia negativa de los cómics en la juventud e incluso abordaba la posible homosexualidad de Batman y Robin, provocando la censura -Comics Code Authority- que tanto perjudicaría al personaje creado por Bob Kane.

La popularidad de Batman caía con la facilidad con la que sus aventuras degeneraban en el absurdo, hasta que en 1966 una película pop, en su vertiente más naïf y kitsch, revitalizó al personaje en popularidad, que no en la oscuridad obsesiva de su personalidad. El éxito de la cinta protagonizada por Adam West como Batman, Burt Ward como Robin y César Romero como Joker, posibilitaría la creación de una serie que se prolongaría a lo largo de tres años y 120 capítulos, despojando al personaje de su lado más torturado, depresivo, culposo, al tiempo que lo transformaba en una parodia amable y cómica con una inolvidable banda sonora.

Siempre se ha dicho que los grandes héroes son aquellos que tienen grandes villanos. Y Batman cuenta con una buena nómina de némesis: Joker, el Pingüino, Dos Caras, Poison Ivy, Killer Croc, Bane, el Espantapájaros..., no obstante, son Neal Adams en los lápices y Dennis O'Neil en los guiones quienes definirían en los años setenta al personaje para la conciencia colectiva, tanto en el aspecto estético como en la profundidad psíquica. El trazo y las nuevas perspectivas estilizadas de Adams conferirían a Batman un enfoque más realista y humano, sin olvidar que idearon una de las mejores historias del Hombre Murciélago con su enfrentamiento con Ra's al Ghul. Aunque la verdadera revolución llegaría con 'Dark Knight', donde Frank Miller colocaba a El Caballero Oscuro con 50 años en un futuro alternativo, y luego con 'Batman Año Uno', en el que Miller en el guión y David Mazzucchelli en los dibujos reinventaban su origen tras la saga 'Crisis en Tierras Infinitas'. Más tarde llegarían otros espléndidos cómics de Batman: 'La broma asesina', de Alan Moore y Briand Bolland; 'Arkham Asylum', de Grant Morrison y Dave Mckean; o ya más recientes 'El largo Halloween', de Jeph Loeb y Tim Sale; o el 'Batman Año 100', de Paul Pope, por citar algunos.

Regreso a la fama

Con todo, la auténtica repercusión del personaje se produciría en 1989 con la película dirigida por Tim Burton. Básicamente es un filme de acción con la estética de Burton, que el crítico del 'Washington Post' definió como «el gran show de Jack Nicholson (Joker) y Michael Keaton (Batman)». El director de 'Eduardo Manostijeras' usa elementos utilizados por Miller en 'Dark Knight', así como de 'La broma asesina', para construir una aventura bastante lineal, donde Joker se convierte en el asesino de los padres de Bruce Wayne y donde lo más relevante, acaso, sea el diseño de producción de Anton Furst de un Gotham con reminiscencias de 'Blade Runner' (Ridley Scott, 1982) y 'Metrópolis' (Fritz Lang, 1926). El éxito de la película fue tal que dio lugar a una secuela, 'Batman vuelve', también dirigida por Tim Burton y, al igual que la primera, correcta, con un Michael Keaton poco creíble, un Danny de Vito en el papel del Pingüino y una Michelle Pfeifer como Catwoman más que verosímiles. Pero la cinta en su conjunto apenas funcionaba.

Mucho peores resultaron las versiones de Joel Shumacher, 'Batman Forever' y 'Batman y Robin'; apenas un juego infantiloide y desesperante que acumuló varias nominaciones a los Razzies. En la primera, Val Kilmer daba vida a El Hombre Murciélago, mientras que en la segunda era George Clooney. Habría que esperar a 'Batman begins' (Christopher Nolan, 2005) para ver una más que estimable película sobre el personaje de Kane, al que ponía el rostro el mejor de los Bruce Wayne como de los Batman hasta la fecha, Christian Bale. Tanto en este filme como en la reciente 'El Caballero Oscuro', Nolan aporta una mirada mucho más naturalista, poderosamente visual, otorgando a partes iguales a la persona y al enmascarado ese conflicto entre el bien y el mal, esa dualidad que los enfrenta y los une, que le hace preguntarse ¿quién es? ¿qué soy? ¿cómo ha llegado a serlo? y, por supuesto, si merece la pena.

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