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Los soldados aprenden la técnica del esquí en las pistas. / M. V. COBO
El Ejército se pone a la altura
GRANADA

El Ejército se pone a la altura

Los soldados de los equipos de élite aprenden técnicas de combate y supervivencia en Sierra Nevada para llevar a cabo misiones especiales

M. VICTORIA COBO

Domingo, 12 de abril 2009, 12:05

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El despertador suena a las siete de la mañana en el refugio militar de la Hoya de la Mora. Los quioscos para los visitantes, unos metros más abajo, no han abierto aún sus puertas cuando se iza la bandera. Con esta ceremonia y tras lanzar al viento un sonoro «¡Me atrevo!» comienzan el día los soldados del Grupo de Operaciones Militares que se entrenan en el edificio 'Capitán Cobo', el que dio nombre a la Cascada de los Militares, célebre entre los alpinistas de Sierra Nevada.

Muy cerca de allí, estos soldados rescataron hace unos días a una persona que cayó con su trineo en un tubo de hielo. Lo que probablemente no sabía aquel hombre es que lo estaba rescatando una unidad especial del Ejército, preparada para realizar misiones en las condiciones más difíciles y que actúa donde nadie más llega.

Estos grupos de élite son los que 'recuperaron' el control en la Isla de Perejil en 2002. Se descolgaron sobre el islote desde un helicóptero y en cuestión de minutos se había cerrado la operación con éxito. También garantizaron las conversaciones de paz en la antigua Yugoslavia y escoltaron a personalidades en la zona española. En su 'currículum' tienen misiones en Bosnia, Kosovo, Mozambique e Irak y siguen formando parte del contingente español en Líbano y Afganistán. Sus misiones son muy variadas, desde destruir objetivos estratégicos detrás de las líneas enemigas, a rescatar rehenes y transmitir información en terreno 'hostil'.

El refugio del capitán

Durante todo el año, estos equipos especiales buscan condiciones extremas para entrenarse, desde la selva a la alta montaña o las profundidades del mar. Y eso es lo que los ha llevado hasta las cumbres de Sierra Nevada.

A 2.550 metros de altitud, el refugio militar 'Capitán Cobo' se convierte durante unos días en su destacamento fijo y desde allí van desarrollando su plan de instrucción, el que les permitirá después culminar con éxito las misiones. Los soldados del Mando de Operaciones Especiales (MOE) se preparan para moverse en cualquier elemento. «Actuamos desde cualquier medio de infiltración, por aire, por mar o por tierra. Desde saltar en paracaídas de un avión; desde un buque de la Armada salir en lancha, nadando o buceando; y luego en tierra tenemos que movernos por alta montaña, por terrenos desérticos, con vehículos, andando, lo que haga falta», resume el teniente coronel jefe del Grupo de Operaciones Especiales que se ha entrenado durante las dos últimas semanas en Sierra Nevada. Dentro del grupo tienen varios niveles de instrucción, según la experiencia previa, y así se desarrolla su plan de entrenamiento. Entre semana han aprovechado las mañanas para aprender técnicas de esquí en las pistas de la estación. Más de un esquiador se habrá sorprendido al verlos, equipados de verde, bajando por las pistas en formación.

Aprenden también técnicas de alpinismo y hacen prácticas con crampones, piolets, raquetas y esquís de travesía. Han tenido que rodar por laderas nevadas para adiestrarse en maniobras de autodetención con el piolet, y alguna que otra pequeña lesión les ha enseñado el cuidado que hay que tener con los crampones, por ejemplo.

«Es un adiestramiento con varios escalones. Primero hay que aprender a moverse y sobrevivir en la montaña, que es un entorno duro y difícil. Y después, a cumplir misiones tácticas o de combate», apunta el teniente coronel.

Pero su entrenamiento va más allá del que realiza un deportista. Ellos aprenden la técnica del alpinismo, pero también se instruyen en la construcción de iglús o fosas laponas, dos formaciones para dormir en la nieve previniendo la congelación. Dentro de estas construcciones no pasan frío, ya que dentro suele haber una temperatura media decero grados. Este tipo de construcciones, que habían realizado los militares dentro de su instrucción al pie del abandonado observatorio, las podían ver los visitantes de la zona, que se acercaban con cierta curiosidad.

Al Veleta, con 40 kilos

Las marchas por la sierra, 'foqueando' -con pieles sintéticas en los esquís para que agarren mejor- son parte de la instrucción. Los menos entrenados harán sólo una noche a la intemperie para volver al día siguiente, mientras que los más avezados en alta montaña pasarán dos noches fuera. Pero no será tampoco una excursión, porque estos militares llevan a sus espaldas una mochila que llega a superar los 40 kilos.

Así, además de raquetas, crampones, piolets y cuerdas para practicar alpinismo una vez que lleguen al Veleta, añaden comida y bebida para un par de días, la tienda de campaña, armamento, material de rescate y el equipo de transmisiones. Todo ello, en una bolsa cubierta con un plástico blanco, para camuflarse en las blancas laderas. El atuendo lo completa lo que ellos llaman el traje de pollo, una chaqueta con capucha y un pantalón hecho con un material ligero blanco que tiene como 'plumas', para que a estos soldados no se les vea moviéndose por la nieve.

«Luego hay fases más adelantadas del entrenamiento que incluyen aplicar estás técnicas en ambientes tácticos, con manejo de armamento, radios, se hacen observatorios, posiciones de tiro», explica el teniente coronel. Esa parte será la más parecida a la acción directa, cuando pasan una noche a la espera, en uno de esos puestos de tiro o en situación de vigilancia.

El mando explica que estos equipos militares pueden llegar a pasar dos o tres semanas sobreviviendo en alta montaña, cargados con víveres y equipo de transmisiones para todo ese tiempo. En esos casos, en los que hacen reconocimiento especial del terreno tras las líneas enemigas, es fundamental la orientación. En estas misiones llegarán a pasar despiertos noche y día y contarán en ocasiones con poca agua y comida.

En general, todos los miembros del Mando de Operaciones Especiales deben saber desenvolverse en cualquier escenario y manejar los equipos de transmisión, pero luego hay grupos especializados en alta montaña, en actividades subacuáticas o en comunicaciones.

Los 800 soldados que componen el MOE, entre ellos sólo hay 30 mujeres, pasan las pruebas generales de ingreso en el Ejército y un cruso específico de operaciones especiales. Adquirirán los conocimientos básicos de instrucción de combate nocturno y diurno, en bosques y en población, topografía, transmisiones, armamento, tiro, explosivos, primeros auxilios y supervivencia. Después se seguirán formando dentro de la unidad.

Los mandos de operaciones especiales también superan una formación específica de un año, al salir de la escuela de oficiales, antes de integrarse en el MOE.

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