El 'eterno' secretario

El incansable Vicente Oliver, hijo de don Juan el maestro, nació en Zújar en 1955. Oliver cursó sus estudios en Atarfe y Granada, en el Padre Suárez. Hizo la mili en Madrid. En 1979 acabó la carrera de Derecho. Pasadas dos décadas, en 1999 la Cora Alpujarreña lo nombró alpujarreño del año en un acto solemne celebrado en Madrid.

Vicente Oliver manifestó a este periódico que él se enteró en 1985 de que el puesto de secretario del Ayuntamiento de Alpujarra de la Sierra estaba vacante. «Entonces opté por ocuparlo sin conocer el municipio ni la comarca de la Alpujarra. Eso no me importaba mucho. A mí lo que me ilusionaba era empezar a trabajar donde fuese. Y aquí vine y aquí sigo, trabajando en el Ayuntamiento, situado en Mecina Bombarón».

Cuatro alcaldes

Cuando Vicente comenzó a trabajar de secretario e interventor se encontraba soltero. «Recuerdo que ganaba al mes setenta mil pesetas. Me hospedaba en la fonda del amigo Benigno. En 1986 me casé en Granada capital con Ana María Martínez Delgado. Y fruto de nuestra unión, en 1988 nació nuestra querida hija Ana. Nuestro primer lugar de residencia estuvo ubicado en la calle San Antonio, cerca del Ayuntamiento. La gente, que es muy hospitalaria, se portó desde un principio muy bien con nosotros. Desde que yo soy secretario han sido alcaldes Antonio Vargas (PSOE), Rafael Fernández (PSOE) y Manuel Martín (PA). En esta legislatura el primer edil es José Antonio Gómez (PSOE)».

Oliver, discípulo y amigo del alma del secretario ya jubilado, Fresneda, ha ayudado a mucha gente a resolver problemas de todo tipo. Vicente recuerda cuando él comenzó a trabajar en la antigua Casa Consistorial que se encontraba en otro lugar. «Aquel edificio era muy penoso y pobre. Carecía de servicios, calefacción, etcétera. Tenía una caja de caudales que se abría con las tres llaves de los claveros que eran el alcalde, el secretario y el tesorero. Ahora los ayuntamientos no se parecen en nada a los de antes. Antes, por ejemplo, se escribía a mano o a máquina. Mi amigo Fernando Blanco, el alguacil, tocaba la corneta antes de leer en voz alta por las calles los bandos del alcalde».

Vicente recuerda cuando el Ayuntamiento adquirió la primera fotocopiadora. «Pues bien, nada más comprarla pasó una cosa muy curiosa. Resulta que vino un una mujer con su niña porque tenía que hacer una fotocopia. Esta vecina trajo a su hija muy arregladita. Entonces, cuando vio la maquina le preguntó al auxiliar que por donde había que meter a su hija para hacerle la foto para la tarjeta de identidad. Y cuando se le explicó lo que hacía aquella extraña maquinaria, todos nos partimos de risa», termina diciendo.