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PUERTAREAL

Exótico Aznar

REMEDIOS SÁNCHEZ

Lunes, 12 de enero 2009, 03:11

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A una le parece, a estas alturas del guión que se marcó el PP tras el congreso de Valencia, que cualquier declaración del ex presidente José María Aznar, resulta cuando menos, incómoda y, cuando más, altamente perniciosa para su partido. Por eso, que en la entrevista realizada por 'Vanity fair', haya dicho (o no, pues él ahora lo niega) que la elección de Obama no es más que un exotismo histórico que traerá graves consecuencias económicas a EE UU y al resto del mundo, se puede entender como una 'boutade' más de este 'enfant terrible' que es el Aznar desmelenado y de bigote afrancesado pos-presidencial. No es, pongamos, trascendente porque ya todos sabemos cómo las gasta este señor que ahora llama desagradecidos a todos los que no valoran la inteligencia supina del estadista Bush.

Don José María, aparte de sus maletas y de la foto con el amigo George en las Azores, se llevó de La Moncloa todo el odio y el rencor del fracaso, y es incapaz de guardarlo entre las paredes del hogar de su alma, mayormente porque no le cabe. El 'mantenella y no enmendalla', referido a todas sus actuaciones como Presidente del Gobierno de España, se ha convertido en el 'leit motiv' de su existencia y, el veneno, convenientemente dosificado para lacerar ese cuerpo dañado que es el actual Partido Popular, lo está vertiendo a través de FAES.

FAES la ha cortado a la medida de su alma, la ha convertido en la fábrica de ideas de la derecha europea trasnochada, y allí acoge/recoge a determinados personajes para usarlos como arietes contra el partido de la gaviota. Y para dañar el cuerpo que él mismo creó y tratar de seccionarle la cabeza (o sea, decapitar políticamente a Mariano Rajoy, que le ha salido un gallego díscolo y respondón), ficha el mismo día de Reyes a María San Gil. Esto es mucho más grave y más interesante políticamente que unas declaraciones -malinterpretadas o no- que tienen un valor mínimo y folclórico por venir de quien vienen y que, posiblemente, no provoquen que Obama declare la guerra a España. Y menos ahora, que estamos tan liados con las rebajas y la crisis económica mundial. O sea, que ya podemos respirar tranquilos. No es ése el problema, el quid de la cuestión. Lo preocupante es que el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, está permanentemente cuestionado desde sus propias filas y, FAES, con ese retorcido cinismo negligente que desarrolla Aznar, se está postulando como una alternativa a la actual ejecutiva pepera. De ahí que la entrada de personas que han luchado por las libertades en España en este juego resulta, cuando menos, peligrosa.

María San Gil ha sido, desde la muerte de Gregorio Ordóñez, una fragilidad física y una reciedumbre ideológica, una mirada franca y una palabra gélida que ha dado la dimensión severamente disciplinada del PP de Euskadi. Esa línea rígida de la derecha tradicional y eterna se le perdona a San Gil por la dureza de una vida cimentada en sus escoltas y en un vivir diario al límite, entre abrazos y ofensas, entre la vida y la muerte, que es a lo que se exponen los políticos vascos decentes que no se humillan ante las pistolas.

María siempre ha ido de frente y por derecho en su camino hacia el poder. Por eso va a ser difícil disculpar que se haya alineado con Aznar, que es un pasado político de sombra yerta y aspereza que se resiste a no estar en primera fila. Ahora que la voz disidente de María era más necesaria que nunca en ese barco sin rumbo, se escora mientras su partido sufre un derrame de desilusión y falta de liderazgo sólo parejo al de votos. Ése es el premio emponzoñado que le dejó Aznar a su sucesor digital: un reino de taifas que sólo se unía al calor del poder. Una herencia que Rajoy, desde la oposición, no ha sabido ni ha podido encauzar.

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