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LESIONES. Antonio está preocupado por su familia después de lo ocurrido. /LUCÍA RIVAS
Acaba en Urgencias por ayudar a una joven que recibía una paliza de su novio en Armilla
GRANADA

Acaba en Urgencias por ayudar a una joven que recibía una paliza de su novio en Armilla

El agresor había tirado a la chica al suelo y le estaba propinando golpes y patadas El hombre que la auxilió necesitó puntos en la frente y tiene lesiones en cuello y hombro

M. VICTORIA COBO

Sábado, 27 de diciembre 2008, 09:48

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Faltaban pocos minutos para las nueve de la noche de Nochebuena. Antonio iba en su coche a recoger a su mujer y su hijo para irse juntos a casa de los abuelos, a disfrutar de la cena familiar, cuando vio una escena que no le dejó indiferente. En el suelo, una joven gritaba asustada mientras otro chico, al parecer su pareja, le daba golpes y patadas. Antonio no se lo pensó dos veces y la ayudó, aunque su gesto acabó pasándole factura.

Casi 48 horas después de lo ocurrido, Antonio -no es su nombre real- y su mujer siguen teniendo miedo por lo que ocurrió la noche del miércoles. Pero no lo duda ni un segundo, dice que lo volvería a hacer si se encontrara en la misma situación.

Los hechos ocurrieron al filo de las nueve de la noche en una estrecha vía perpendicular a la calle San Miguel de Armilla. Un joven de 24 años, golpeaba con pies y manos a una chica que estaba en el suelo. La joven llevaba el casco puesto y gritaba repetidamente en busca de auxilio, ante la brutal paliza que le estaba propinando su pareja. «Socorro, que me mata», recuerda Rosa, la mujer de Antonio, que gritaba la chica.

Con unas llaves

El vecino de Armilla, que pasaba por allí en ese momento, dejó el coche unos metros más arriba y se encaró con el chico. «Déjala que la vas a matar», le dijo. El chico se apartó y Antonio se acercó a ayudar a la joven. En ese momento, el joven aprovechó para agredirle por la espalda. «Al principio no sabía con qué me había pegado; luego he sabido que fue con un manojo de llaves». Con esos objetos punzantes le abrió una brecha en la frente y la causó más heridas en el resto de la cara, así como lesiones en el cuello y el hombro.

La joven pudo zafarse del chico, que al parecer era su novio, y se refugió en el coche de Antonio, que estaba a pocos metros con su mujer y el niño dentro. Mientras, el joven volvía hasta el lugar de la agresión armado con varios palos que usó para intentar agredir de nuevo a Antonio, aunque ya sin éxito.

Con los primeros gritos, la mujer de Antonio ya había llamado a la Guardia Civil, que envió dos patrullas hasta el lugar de las agresiones y detuvo al joven de 24 años, vecino de Granada, e identificado como M. F. C. El arresto se produjo por un presunto delito de violencia doméstica y por otro de lesiones.

Después de la detención del chico, Antonio tuvo que acudir junto a su familia a Urgencias del centro de salud de Armilla, donde le dieron hasta tres puntos de sutura en la frente y le hicieron un parte por las lesiones que presentaba. Los tres se perdieron la cena de Nochebuena, a la que no pudieron unirse hasta que había pasado la medianoche.

«No teníamos ni ganas de comer después de eso», recuerda Rosa, que explica que su hijo, de cuatro años, tiene pesadillas desde entonces, cuando vio a su padre sangrando abundantemente tras los golpes que había recibido.

Juicio rápido

Ayer por la mañana, Antonio tuvo que pasar por los juzgados para que lo examinara el forense y para el juicio rápido que se celebró contra el joven M. F. C. Allí coincidió con la joven que fue víctima de malos tratos. «Menos mal que llevaba el casco puesto, porque si no, se la hubiera cargado con los golpes que le estaba dando. Y aún así le ha dañado la mandíbula, no puede masticar», explica Antonio.

El hombre relata que ya han pedido una orden de alejamiento, por lo que el chico no podrá acercarse a menos de doscientos metros de su pareja, ni tampoco de Antonio o su familia. «La familia de la chica me ha dado las gracias, y la del chico me ha pedido que lo perdone, pero una cosa así es demasiado grave, no se puede perdonar».

Antonio se sigue poniendo nervioso cuando recuerda esos escasos minutos en los que se enfrentó al joven y que lo dejaron malherido. Las marcas de las lesiones se ven en su cara, pero también la indignación cuando recuerda que la chica, al parecer, llevaba algunos minutos gritando y no había conseguido que nadie la ayudara.

«Hubo gente que pasaba por allí y en vez de ayudarla, se iba corriendo en otra dirección», recuerda Rosa. Ella no imaginó en ningún momento que su marido podía salir herido, pero tampoco se imagina otra reacción distinta a la que tuvieron. «No nos podíamos ir a cenar tranquilamente sabiendo que podía haberla matado allí», dice la joven.

mvcobo@ideal.es

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