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TRATAMIENTO. Una paciente realizando rehabilitación. / M. B.
Mucho más que un temblor Puzzle de causas, puzzle de esperanzas
SOCIEDAD

Mucho más que un temblor Puzzle de causas, puzzle de esperanzas

Los 100.000 españoles con párkinson acusan más los trastornos emocionales que los síntomas motores

M. MEDIAVILLA M. M.

Martes, 14 de octubre 2008, 04:07

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«En realidad, el paciente de párkinson con temblor es el caso más benigno». Javier López del Val, especialista del Hospital Clínico de Zaragoza, relativiza así la imagen tópica de la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente tras el alzhéimer, que, como bien saben sus casi 100.000 pacientes en España, duele más por sus 'temblores del alma' (depresión, ansiedad, trastornos del sueño, déficit de atención, etcétera) que por sus síntomas motores. Y remacha la idea Jaime Kulisevsky, neurólogo del barcelonés Hospital de la Santa Creu i Sant Pau: «El temblor es muy aparatoso, pero poco incapacitante». Para cuando se asoma el temblor, añade Gurutz Linazasoro, director del Centro de Investigación de Párkinson de la donostiarra Policlínica Guipúzcoa, la persona afectada ha «perdido ya el 50% de las neuronas dopaminérgicas». Y con ellas, buena parte de su capacidad para producir dopamina, el neurotransmisor que hace llegar desde el cerebro las órdenes para que los movimientos humanos sean rápidos y precisos. Eso explica los tres síntomas motores más típicos: el llamado 'temblor de reposo' o 'de contar monedas', la rigidez muscular y la lentitud de los movimientos voluntarios. Pero no agota la sintomatología, que, como decía en el último Día Mundial de la enfermedad la directora de la Asociación Párkinson Madrid, Laura Carrasco, es una auténtica cadena de sobresaltos que acaban llevando al paciente a la dependencia. Riesgo de aislamiento López del Val ha detallado esos «otros síntomas» en el Seminario Lundbeck sobre Párkinson celebrado en Sevilla bajo el expresivo título de 'Temblor: La punta del iceberg'. Entre esas manifestaciones 'escondidas', que causan angustia y sufrimiento, está la dificultad de articular palabras y la voz monótona y casi inaudible por su bajo volumen, que complican la comunicación con otras personas y suelen llevar al retraimiento y aislamiento. Y la dificultad para tragar, que afecta a más de la mitad de pacientes y debilita su autoestima. Está también la inexpresividad facial, los dolores en brazos y piernas y la disminución del tamaño de la letra o la dificultad para realizar movimientos 'finos'. En esa lista aparecen síntomas muy incómodos que pueden limitar la interacción social, como el exceso de salivación que complica el tragar y el hablar, o como el exceso de sudoración que afecta a personas poco o nada tratadas. Y no faltan problemas en un capítulo tan básico como el de caminar, moverse en postura de flexión o llevar una 'marcha magnética' que los deja como pegados al suelo. Los trastornos no motores asociados a la enfermedad también condicionan seriamente su calidad de vida. Lo dice Kulisevsky, quien remarca que esa patología es «el principal factor de riesgo en población normal para tener demencia», hasta el punto de que, en un seguimiento de 20 años a un colectivo de pacientes, «hasta el 83% tendrá una demencia asociada al Párkinson». Eso sí, aclara, cuanto más joven sea la persona diagnosticada, menor será su probabilidad de evolucionar a demencia. El párkinson es una enfermedad lentamente progresiva y, en palabras de Kulisevsky, «absolutamente ligada a la edad». Su origen es multifactorial, apunta López del Val, quien recuerda que las teorías causales han pasado por la genética y el medio ambiente, para acabar hoy «en mitad de un tremendo puzzle» en el que también aparecen lejanos procesos infecciosos en el útero materno y, por supuesto, «el propio envejecimiento». La imagen del puzzle vale también para el ámbito terapéutico, en el que hay «avances impresionantes» con fármacos paliativos que en apenas una década han permitido retrasar la dependencia del paciente de 10-12 años a 15-20. En cuanto a la cirugía cerebral, que puede funcionar cuando ya no quedan opciones farmacológicas, sólo es viable para el 8-10% de pacientes. En el puzzle de esperanzas, el experto subraya que «ningún fármaco ha demostrado eficacia neuroprotectora al 100%», aunque se investigan cien medicamentos con ese potencial.

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