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El cortejo fúnebre fue acompañado por todo el pueblo. /EFE
«Solo queda la náusea»
GRANADA

«Solo queda la náusea»

La Alpujarra llora en Cádiar el asesinato de una de sus hijas con todo el duelo que supone un entierro militar y todo el dolor que cuando desaparece desconsuela y asquea

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Sábado, 4 de octubre 2008, 04:08

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ENCA, como le llamaban sus amigas, protagonizó ayer un desfile que nunca tuvo que haber ocurrido. Encarnación G.A, la militar de 34 años que falleció este miércoles presuntamente a manos de su pareja fue acompañada por todo el dolor de la Alpujarra, de Cádiar, de sus amigas, de sus familiares, de sus compañeros en el Ejército, de sus mandos Todo el dolor de tanta gente se manifestó ayer de forma visible.

Cádiar ha guardado por Enca dos día de luto, pero hoy mismo, las fiestas volverán a animar las calles del pueblo. La Fuente del Vino, de la que mana buen caldo alpujarreño y que comparte plaza con la Iglesia en la que ayer se celebró el funeral, será escenario de encuentros y felicitaciones. También se brindará por Enca.

«El problema de este tipo de crimenes es que después del dolor solo queda la náusea», resumía un conocido de la familia que asistió al funeral. «Ni tan siquiera se puede pedir Justicia», remacha otro, ante la puerta de la Iglesia.

Dolor primero, náusea después. Este tipo de violencia de género que causa un número desolador de víctimas en España cada año logra sacar «lo peor que llevamos dentro las personas».

En efecto. Uno proclamaba: «Si me lo llego a cruzar ». Otro corroboraba «a que no se hubiera metido conmigo».

Un uniformado sentenciaba: «Primero se tendrían que suicidar; luego, ya veríamos». Lo dicho, no hay perdón para estos criminales. Solo la náusea que sus actos producen. Solo el dolor que su crimen deja.

Colores siniestros

La mañana soleada y otoñal en Cádiar madrugaba triste. El pueblo entero había velado el cuerpo de Enca. Amanecía y con la luz se apreciaba mejor la tristeza. Las atracciones de feria que pueblan la localidad alpujarreña dispuestas para alegrar la vida tiñen de colores siniestros en un extraño contrapunto el paso del cortejo fúnebre.

Militares, docenas de ramos de flores, coronas, la banda de música tocando solemne al paso. Cientos de personas, la Alpujarra entera llorando a Enca. La Iglesia y la plaza, atestadas de gente, reflejan el horror de un crimen que viene a desmano y que solo ha dejado preguntas sin respuesta y dolor acerado.

Antonio Jiménez, alcalde de Cádiar, comentó al calor del momento que estaba sopesando «la posibilidad de organizar un homenaje a Enca». La verdad, se lo merece.

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