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La alsina ya no es lo que era
Provincia-Granada

La alsina ya no es lo que era

La empresa ALSA cierra la oficina que Alsina Graells tenía en Lanjarón desde hace ochenta años

RAFAEL VÍLCHEZ

Sábado, 19 de julio 2008, 15:04

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La oficina que desde hace más de ocho décadas tenía abierta la empresa Alsina Graells en Lanjarón, para despachar los billetes y atender a los clientes que entraban y salían de la Alpujarra, ha sido cerrada por la actual empresa ALSA, antes perteneciente a la anterior compañía. Ello ha generado un gran malestar en la localidad pues, ahora, los usuarios tienen que esperar a la intemperie a que llegue este medio de transporte público, no en el centro del pueblo como pasaba antes, sino en las dos salidas de la localidad. Por Lanjarón transitan cada día once 'alsinas' mientras que Órgiva es el único pueblo de la Alpujarra que sigue teniendo oficina.

El alcalde de Lanjarón, Mariano Ruiz, ha manifestado a IDEAL que ha estado en conversaciones con la empresa ALSA para que no cerrara la oficina de Lanjarón pero, de momento, no existe respuesta positiva. «Creemos -afirma el primer edil- que es un perjuicio para los vecinos y visitantes que precisan de este medio de transporte. La única contestación que hemos tenido de la empresa es que han suprimido la oficina porque no le era rentable el servicio que prestaba. Pero nosotros no nos vamos a quedar parados y vamos a insistir para tratar de subsanar esta deficiencia».

Un vecino de Lanjarón, Mariano Gutiérrez 'El del taller' manifestó que su padre Antonio 'El Pepo' tuvo una diligencia que hacía el trayecto Granada-Órgiva, pasando por Lanjarón, Talará, Dúrcal, El Padul y otras localidades próximas. «En 'El Aguadero' de El Padul se cambiaban las bestias de tiro. De eso hace más de un siglo y yo no lo conocí pero sí recuerdo aquellos vehículos que llamábamos alsinas repletos de viajeros, maletas y bultos hasta en el zarandillo. Cada vehículo disponía de un cobrador y la Guardia Civil tenía dos asientos reservados».

Según Gutiérrez aquellos primeros vehículos andaban con tacos de leña y, después, con gasógeno. «La Alsina llegaba hasta Pitres y desde allí hasta Granada se tardaban casi seis horas si no había averías aunque la verdad es que se rompían cada dos por tres. Los conductores parecían unos carboneros de tanto arreglar cosas».

Varias generaciones

La oficina de Lanjarón tenía una campanilla en la puerta para anunciar las entradas y salidas. En la oficina había un carro para las maletas y una escalera para acceder al zarandillo. Muchos niños esperaban la Alsina para llevar las maletas a los hoteles y obtener propina o para colgarse en ellos cuando emprendían la marcha. Hace mucho tiempo estuvo al frente de la oficina Guillermo Rivas, después su hijo Antonio y, hasta hace unos días, la hija de éste. Salvador fue otro de sus trabajadores.

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