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TRIBUNAABIERTA

Miguel Giménez Yanguas, el ingeniero humanista

JAVIER PIÑAR

Martes, 24 de junio 2008, 04:44

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EL ingeniero granadino Miguel Giménez Yanguas ha sido recientemente distinguido con el Premio Nacional de Ingeniería Industrial, en la categoría de 'Persona o institución destacada por su contribución a la Ingeniería Industrial'. Su candidatura fue presentada y respaldada unánimemente por la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Ingenieros Superiores Industriales de Andalucía Oriental, en virtud de la activa contribución de este colegiado a la conservación, investigación y difusión del patrimonio industrial.

En una tierra como Granada, que no anda sobrada de personalidades de esta categoría humana e intelectual, una noticia como ésta bien merece un breve comentario y una sentida felicitación, tanto más si, como es el caso, se trata de un granadino muy estimado en lo profesional y muy querido en lo personal. Su talante y actividad, expresados en iniciativas capaces de transformar su propio entorno y enriquecer el legado histórico ciudadano, le han valido a lo largo de los últimos años un generalizado reconocimiento, que culmina hoy con un premio que contiene una importante carga emotiva, porque supone el reconocimiento de sus propios compañeros de profesión. Miguel Giménez cursó sus estudios de Ingeniería en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, integrándose desde 1969 como profesor en la Universidad de Granada, donde ha ejercido como profesor titular en la Facultad de Ciencias, en la Escuela Universitaria de Arquitectura Técnica y en la E.T.S. de Arquitectura. En paralelo a su labor docente, ha participado en numerosos proyectos de investigación, de los que son fruto diversas publicaciones en colaboración, referidas a instalaciones en cohetes de sondeo. Con la concesión de este galardón, culmina una larga trayectoria de ejercicio profesional como Ingeniero Superior Industrial; pero lo hace en una dimensión que desborda el ámbito estrictamente profesional

Siendo un magnífico ingeniero, tanto en el ámbito profesional como en el docente, su actividad ha ido más allá, adquiriendo una dimensión verdaderamente ciudadana. Porque su mayor mérito estriba en haber dado a la ingeniería una proyección pública, llamando la atención sobre su estrecha conexión con la propia historia de la comunidad. Miguel Giménez es, a partes iguales, un científico y un humanista, que ha mostrado una gran sensibilidad por la conservación del patrimonio tecnológico que hemos heredado. Y es precisamente su trayectoria en la defensa, difusión, investigación y restauración del patrimonio industrial la que ha trascendido el ámbito local y le confieren un alto prestigio a nivel nacional.

Procedente de una familia de arquitectos, empresarios e ingenieros muy vinculados a la industria azucarera granadina y al despegue económico que experimentó la ciudad y la provincia desde finales del siglo XIX, Miguel Giménez Yanguas creció en estrecho contacto con el mundo de la técnica y la arquitectura y su infancia y adolescencia transcurrió en diversas fábricas azucareras de Granada y Málaga y en el ambiente de una ciudad que iniciaba su declive económico, pero donde eran todavía perceptibles las huellas de un notable pasado industrial. Estas circunstancias vitales determinaron su doble vocación, de tal modo que buena parte de su trayectoria profesional ha estado dedicada a la reivindicación de la técnica en su dimensión histórica y a la valoración de la historia local y andaluza en su perspectiva tecnológica.

Nos encontramos, pues, ante un ingeniero de profesión y un historiador por vocación. Su actuación en estos campos no se ha limitado a la producción científica; haciendo gala de una gran constancia y empeño personal, sus iniciativas de conservación han sido capaces de movilizar a las instituciones y transformar la realidad circundante. Esta labor no hubiera sido posible si a su competencia profesional no le acompañara un talante personal caracterizado por el altruismo y la ejemplaridad. Miguel es una persona respetada pero, ante todo, querida. Y es su calidad humana la que ha roto barreras y concitado adhesiones para todas sus iniciativas.

Su actuación en la defensa y conservación del patrimonio tecnológico ha sido, por encima de todo, un ejercicio y un empeño personal y privado, concretado en una magnífica colección tecnológica propia -única en España- y un valioso fondo documental, reunidos a lo largo de décadas y restaurados por él mismo. Una colección privada que siempre ha estado al servicio de personas e instituciones interesadas. Haciendo gala de una portentosa memoria y de una atención y generosidad que desbordan el ámbito estrictamente profesional, ha asesorado y documentado a investigadores y organismos, ha impulsado diversas tesis doctorales, trasmitido conocimientos e inquietudes a través de numerosas conferencias, prestado sus fondos para numerosas exposiciones y luchado por la salvaguarda de muchos objetos e instalaciones que, de no mediar sus gestiones, hubieran sido irremediablemente destruidos. Tan variadas actuaciones -siempre altruistas y siempre ejemplares- le han valido un reconocido prestigio intelectual y personal. De ahí que haya ejercido como miembro o asesor de numerosas instituciones culturales y científicas -Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, Universidad de Granada, Parque de las Ciencias, Academia de Bellas Artes de Granada, entre otras- y que sus iniciativas hayan tenido eco en organismos públicos, posibilitando la recuperación, restauración y exposición de diversa maquinaria histórica y el impulso de proyectos museográficos relacionados con la historia de la tecnología. Quienes, desde el campo de la historia, tenemos el placer de conocerle, colaborar con él y compartir su amistad, nos sentimos verdaderamente orgullosos por este reconocimiento, porque a nadie mejor que a él podía otorgársele.

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