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ESPAÑA

Una joven logra el número uno en la promoción de pilotos de caza del Ejército

CÉSAR CALVAR

Jueves, 12 de junio 2008, 04:18

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La alférez del Ejército del Aire Rocío González Torres acaba de marcar un hito en la historia de la Fuerza Aérea tras completar como 'número uno' de su promoción, con las mejores calificaciones de su grupo, un curso de pilotos de caza y ataque en la Base Aérea de Talavera la Real (Badajoz), donde se forma la elite de la aviación militar española. De allí salen los aeronautas que guían los mortíferos F-18 y Eurofighter, las joyas de la Fuerza Aérea.

Sevillana de 24 años, soltera, Rocío ingresó en el Ejército en 2003. Fue seleccionada para este cometido por la Academia General del Aire, que la incluyó en un grupo con sus 18 mejores alumnos y los mandó a Talavera a recibir instrucción sobre pilotaje de cazabombarderos. De ellos, sólo 15 lograron acabar el curso, en el que Rocío obtuvo la mejor puntuación por «su regularidad, interés y habilidad en el dominio del avión», informó el Ministerio de Defensa.

Durante el curso, equivalente a un año escolar, los aspirantes aprenden asignaturas académicas y teóricas de vuelo. Su formación práctica consta de dos fases: en la primera, con un caza F-5 realizan misiones de tráfico y acrobacia, y en la segunda se especializan en combate contra aeronaves 'enemigas' y bombardeo sobre objetivos en tierra. En total, realizan 90 horas de vuelo, incluidas las prácticas en polígono de tiro, y 45 de simulador.

Orgullo por partida doble

Terminada su formación, Rocío asegura estar «orgullosa» de ser la 'número uno' y también «del trabajo al que voy a dedicar mi vida».

Sin embargo, admite que conseguirlo no ha sido fácil: «El curso de caza y ataque es muy duro y exigente, requiere mucho esfuerzo para sacarlo adelante. No consiste sólo en volar, sino en preparar las misiones de forma que en el aire no haya sorpresas, y esa preparación lleva muchas horas en tierra, tanto antes como después del vuelo», explica.

Rocío asegura que «desde muy pequeña me gustaban mucho los aviones», y a los «13 o 14 años» decidió que iba a ser militar.

Tras ingresar en el Ejército, detalla, «me decidí por caza y ataque porque es la elite de la aviación, lo máximo a lo que puede aspirar un piloto». La alférez González considera que el género no influye en las aptitudes para ser piloto de combate. «Hasta ahora sólo los hombres se han dedicado a esto, y lo han hecho bastante bien, pero no creo que ningún sexo tenga nada que envidiar al otro», explica.

Ella siente que, desde su ingreso en la Academia, ha sido tratada de la misma forma que sus compañeros varones, que le han dado «la enhorabuena» por su gesta.

Su nombre quedará inscrito en una placa de honor en la escuela de la Base de Talavera, en la que ya figuran todos los 'números uno' desde su fundación, en 1953. Desde aquel año, por sus aulas han pasado más de dos mil alumnos, de los que 1.415 han logrado su sueño de ser pilotos de caza.

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