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EFE
Miércoles, 23 de abril 2008, 05:13
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Un gol en propia meta del noruego John Arne Riise en tiempo de prolongación permitió ayer al Chelsea romper el maleficio de Anfield con un empate a uno que confirió a los 'Blues' una ventaja inmerecida frente al Liverpool, a ante el partido de vuelta de la semifinales europea. Una negligencia varió lo que parecía que iba a ser otro alarde de grandeza europea del equipo de Rafa Benítez. Al Liverpool no le bastó ayer la contundencia que esgrime en el continente ante un Chelsea demasiado rígido al que la fortuna, en forma de gol en propia meta, salvó de estrellarse, una vez más, con la fortaleza de Anfield.
El fútbol poco vistoso de la escuadra de Londres y el entusiasmo mostrado por los 'reds' hicieron olvidar, momentáneamente las diatribas que mantienen en vilo a los dueños de este emblemático club, los estadounidenses Tom Hicks y George Gillett.
Ayuda de su anfitrión
Ayer, el fuerte blindado en el que se ha convertido este estadio en el continente no fue el escollo imposible para el Chelsea, que evitaba estrellarse por tercera vez contra los 'reds'. Los 'Blues' rompieron el maleficio ayudados involuntariamente por su anfitrión.
El destino, ayer, se burló del Liverpool y ni siquiera 'The Kop' pudo revertir la situación. Un gol en propia meta del noruego John Arne Riise dio al Chelsea el empate y una ventaja inmerecida ante el duelo de la próxima semana en Stamford Bridge.
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