Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
ANTONIO RODRÍGUEZ BAUTISTA
Sábado, 12 de abril 2008, 04:45
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
QUE el ser humano es un animal de hábitos no lo cuestiona nadie. Cambiar costumbres arraigadas en lo más profundo de nuestro ser es una tarea difícil, así que tratar de influir a que renunciemos a modos de comportamiento estabilizados, muy interiorizados, es cuanto menos una iniciativa ardua y casi peligrosa porque nos metemos en terrenos de índole privado y personal, pero es estrictamente necesario que, al menos lo intentemos.
Clamamos, con razón, contra la tala de árboles, el humo de las fábricas que lanzamos a la atmósfera, tanto vehículo en marcha y todos los elementos perniciosos que atentan contra la capa de ozono y nos olvidamos de esas prácticas que derrochan agua en cualquier circunstancia, que tiran pilas en cualquier lugar, sabiendo la peligrosidad, que arrojan muebles y electrodomésticos en el mar y ese largo etc. que todos sabemos. Estas conductas negativas son tan peligrosas como el CO2 que emitimos a la atmósfera.
Si alguno piensa que estoy exagerando, le invito a que haga un pequeño esfuerzo de reflexión. ¿Cuántos minutos dejas encendidas bombillas que no son necesarias?, ¿con cuántos grados de más tienes la calefacción o el aire acondicionado?, ¿cuántas veces coges el coche en trayectos que puedes hacer en autobús o incluso andando?, ¿cuántos litros de agua desperdicias al fregar o al ducharte?, ¿cuántas bolsas de plástico utilizas pudiendo transportar las compras de otros modos?, ¿cuántos, cuántas, ¿no hace falta que siga verdad?
El no verter el aceite por el fregadero, el ahorro de un kilovatio, la reutilización de elementos útiles, si sumamos, estamos ante grandes cantidades derrochadas de elementos perecederos, de actitudes inconscientes, de voluntades que sólo piensan en ellos mismos y se olvidan que el planeta es de todos, que un poder adquisitivo alto no es patente de corso para gastar más, que la ignorancia tampoco es una excusa para el derroche, que hay muchos seres humanos que no consumen nada y también tienen derecho.
¿Que esto cuesta? Sin duda. ¿Que puede llegar a cuestionar nuestro bienestar? Seguro; sobre todo si seguimos por esta senda de despilfarro y mirando para el otro lado.
Samaniego, en estos momentos hubiera escrito, moraleja: o cambiamos nuestras actitudes o dentro de poco pasaremos vicisitudes.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La hora que separó a una madre y su hijo de morir juntos en Palencia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El mapa de los restaurantes con estrella Michelin por provincias
Sara I. Belled y Álex Sánchez
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.