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Cultura-Granada

«En 1808 los españoles no se levantan contra la Francia de la Ilustración, sino contra el Napoleón imperialista»

Francisco Luis Díaz y Andrés Cárdenas charlan sobre uno de los años más importantes de nuestra historia y las repercusiones de la Guerra de la Independencia en el Reino de Granada

JESÚS ALBARRACÍN

Domingo, 20 de enero 2008, 02:55

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Por un lado Francisco Luis Díaz Torrejón, historiador que lleva 25 años investigando la Guerra de la Independencia y su repercusión en el por entonces llamado Reino de Granada. Por otro, Andrés Cárdenas, columnista de este periódico, autor de la novela histórica 'El cántaro roto. Bailén 1808', sobre la famosa batalla en la que participaron miles de granadinos. El historiador es miembro de varias reales academias y fundador del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España. Es un experto en la guerra de guerrillas y dentro de un par de meses saldrá un libro suyo sobre el viaje regio de José I a Andalucía. El periodista nació en Bailén, ha pasado varios años investigando la invasión francesa de 1808 y lo que pasó en su pueblo el día 19 de julio de ese mismo año. Su conversación, que se inicia con un recuerdo al desaparecido Jesús de Haro -amigo de ambos y uno de los máximos conocedores de este periodo de la historia de España- se desarrolla en la sede de la Asociación de la Prensa de Granada, que fuera hospital para los peregrinos y del que hace mención Cárdenas en su novela. Para los dos, el año 1808 fue uno de los más revolucionarios de la historia de España. Un año en el que se afianza la nación española porque se inicia una etapa de unidad y patriotismo.

Andrés Cárdenas: Yo digo al comienzo de mi libro que 1808 es seguramente el año más trascendental de la historia de España porque representa el final de una época agonizante y el inicio de la contemporaneidad.

Francisco Luis Díaz: Sí. El vaso del descontento general estaba ya rebosando. Es el momento en el que desemboca y rompe un largo proceso decadente y generativo de la realidad española, propiciado en buen parte por los viciados métodos gubernamentales de la dinastía borbónica. Es un año convulsivo y agitado, lleno de cambios en todos los órdenes: social, político, militar, económico etc. Por ello puede hablarse de un año revolucionario.

Crisis de subsistencia

A. C.: En el Reino de Granada, como en el resto de España, hay una grave crisis de subsistencia. Los campos no daban cosechas, los precios de los productos básicos estaban por las nubes, el rey que teníamos, Carlos IV, era un 'manta' y no daba ejemplo porque siempre estaba cazando La verdad es que se hacía necesario actuar.

F. L. D.: Aquí en Granada se pasó muy mal. El Ayuntamiento tuvo que intervenir con medios económicos para atender mínimamente a las necesidades de los sectores desvalidos y desheredados. Por eso comienzan a bullir las primeras manifestaciones inconformistas en la ciudad. ¿Y sabes quiénes las llevan a cabo? Los estudiantes, los que se llamaban 'manteistas'. El 10 de marzo de ese año ya hay un altercado en el Colegio de San Bartolomé y Santiago que exige la intervención de la autoridad y se salda con varios estudiantes presos. Tan fea se pone la cosa, que el capitán general de Granada, Ventura Escalante, dispone que finalice el curso a mediados de abril para que los estudiantes se retiraran a sus pueblos de origen.

A. C.: La verdad es que las autoridades locales hacen todo lo posible por parar la revolución ciudadana, pero nos llegan noticias del motín de Aranjuez y esto ya no hay quien lo pare.

F. L. D.: Más que un motín fue un golpe de Estado en toda regla, porque con él se fuerza la abdicación de Carlos IV. Todo el mundo sabe que aquel acontecimiento fue en gran parte contra el valido Godoy, al que le achacaban todos los males de España, pero yo creo que Godoy fue el chivo expiatorio, el cabeza de turco de toda la conflictiva situación de poderes encontrados dentro de la familia real.

A. C.: Aquí en Granada, según tengo entendido, el odio hacia Godoy era particularmente exacerbado.

F. L. D.: Sí. Hasta tal extremo que una gran masa de personas, entre ellas muchos estudiantes, entró el día 6 de abril en el Hospital de San Juan de Dios a por un retrato de Godoy. Luego es trasladado entre gritos a Plaza Nueva y allí, después de puesto en una horca, es quemado en una hoguera.

Derramamiento de sangre

A. C.: Pero también se derrama sangre. El caso del asesinato de Pedro Trujillo es escandaloso.

F. L. D.: Fue tremendo. Este hombre, que había sido gobernador militar de Málaga, es objeto de un odio popular muy grande por el hecho de estar casado con Micaela Tudó, hermana de la amante de Godoy, la famosa Pepita Tudó. Lo arrestan en la Alhambra por motivos de seguridad, pero una turba amotinada lo saca el 30 de mayo para trasladarlo a la Cárcel Alta. En el camino es cosido a puñaladas. Luego su cadáver fue arrastrado por las calles céntricas de Granada. Sólo se pudo recoger una bota ensangrentada junto al Puente de Castañeda.

A. C.: A todo esto los ejércitos napoleónicos ya están en España. A esa situación crítica de subsistencia y de malestar, se une el odio hacia Napoleón y hacia todo lo que venga de Francia. Hay una demonización generalizada de los franceses. También hay ejemplos de personas que mueren en Granada sólo porque se sospecha que son partidarios de los gabachos, como despectivamente se les decía.

F. L. D.: Claro. Está el caso de Bernabé Portillo, acreditado industrial que había mejorado el cultivo de algodón en la costa de Motril y Salobreña, y el de José Bravo, el corregidor de Vélez Málaga que había sido trasladado a la prisión de Granada. Ambos son sacados por el gentío enfurecido del Monasterio de la Cartuja, en donde las autoridades los habían escondido, y linchados en el cadalso que se había levantado en la plaza del Triunfo.

A. C.: Luego viene la declaración de guerra a los franceses y la creación del ejército de Andalucía. El general Castaños se pondrá al frente del ejército creado por la Junta de Sevilla y el general Reding al frente del ejército de Granada.

F. L. D.: Sí. Aquí la Junta de Granada tiene la misión de alistar al mayor número de personas. A mediados de junio ya se habían alistado casi 30.000 personas sólo en el Reino de Granada, claro, que todos los que se alistaban no servían para formar el ejército. Al final son unos diez mil hombres los que se ponen a las órdenes de Reding.

A. C.: A veces me he preguntado por qué recurrimos nombrar capitán general del ejército del Reino de Granada a Teodoro Reding, que era por entonces el gobernador militar de Málaga, cuando aquí mismo había un capitán general que era Ventura Escalante y al que le habría correspondido ese honor.

F. L. D.: Yo creo que la misma Junta de Granada no confiaba en Ventura Escalante porque era demasiado pusilánime. Reding, sin embargo, aunque era suizo y mercenario, era un auténtico militar.

Castaños no estuvo

A. C.: Fue realmente este ejército el que venció un mes después en Bailén, aunque toda la gloria se la llevara Castaños por ser el general del Ejército de Andalucía. Pero Castaños ni siquiera participó en la batalla, estaba a casi 30 kilómetros del lugar donde acaeció.

F. L. D.: Era lógico porque él era el responsable máximo del Ejército de Andalucía. La noticia sobre la victoria de los franceses en Bailén, llega a Granada el 21 de julio, dos días después, cosa inaudita en aquellos tiempos en que las noticias tardaban semanas en llegar. El júbilo popular es enorme porque se le había ganado nada menos que al mejor ejército del mundo. Es como si el Atarfe C.F. le ganara hoy al Real Madrid. La victoria en Bailén da lugar a una gran manifestación de alegría en Granada, que es de donde había partido el ejército vencedor. Se celebran tres noches de luminarias en señal de regocijo y júbilo. Al mismo tiempo, la Junta Suprema de Granada dispone de una función religiosa de acción de gracias para el día 22, que se celebra con la asistencia de todas las autoridades locales. Y hay una procesión de la Virgen de las Angustias. En fin, toda una fiesta.

A. C.: Pero fue una alegría momentánea porque después los franceses se hacen fuertes y nos ganan siempre. En muchas ocasiones he dicho que la batalla de Bailén fue una especie de espejismo. Creíamos que con ella ya habíamos echado a los franceses de España.

F. L. D.: A Napoleón le cabreó mucho esta victoria de los españoles, tanto que ni siguiera la tomó en cuenta entre sus derrotas. El nombre de Bailén, por ejemplo, no está en el Arco del Triunfo de París, en el que se nombran todas las batallas en las que habían participado los ejércitos napoleónicos.

A. C.: Después vendría la ocupación de Granada y muchos de los que celebraron la victoria de Bailén se hacen afrancesados. Desde hace algún tiempo se ha visto a los afrancesados como personas intelectuales y de gran valía profesional que preferían la Ilustración que nos podrían traer los franceses, a lo que nos estaban dando los nefastos reyes españoles. Me imagino que habría algunos, pero también muchos se cambiaron de chaqueta por miedo a las represalias o simplemente por seguir con los privilegios que tenían. Se ha dicho que el pueblo español se oponía a la Ilustración que podían traer los franceses, pero creo que en general el pueblo no se levanta contra la Francia del progreso, sino contra el Napoleón imperialista que quería aplastar a toda Europa.

F. L. D.: En Granada hay sectores muy significativos de una sociedad que no ve con malos ojos el advenimiento de José I al trono de España porque creen que puede ser una esperanzadora alternativa al clima decadente por culpa de la dinastía borbónica. Son afrancesados convencidos, que juraron fidelidad y obediencia al nuevo sistema, por ejemplo Francisco Javier de Burgos, Pablo Andeiro y Antero Benito y Núñez. El primero un intelectual motrileño ideológicamente afín a los planteamientos bonapartistas, que luego sería el que dividiera a España en provincias. Los segundos eran canónigos de la catedral que incluso daban sermones y escribían obras de teatro para que la gente aceptara a los franceses.

José I

A. C.: La verdad es que los gabachos no lo hicieron todo mal aquí en Granada. Por supuesto que destruyeron muchas cosas. Profanaron iglesias, robaron cuadros y obras de arte e incluso volaron algunas torres de la Alambra. Pero también durante este periodo de ocupación se construye un teatro, se hace el Paseo del Salón y se ponen las bases de algunas posteriores construcciones.

F. L. D.: Lo de la voladura de parte de la Alhambra es algo que hay que desmitificar. No fue un hecho aislado, sino que obedecía a una estrategia militar que sólo se entiende en el contexto general de la guerra en Andalucía. Los franceses destruían todas las líneas de fortificaciones que abandonaban, era su táctica. Pero sí, hubo franceses que amaron Granada. El mismo José I, que estuvo 15 días aquí y era un romántico que había leído a los escritores viajeros, estaba deseando conocer la Alhambra. Y se quedó prendado de ella. Aquel ambiente mágico le azuza su espíritu romántico. Tanto que fue el primero que hizo un decreto de restauración de una parte del monumento. Lo cuento todo en ese libro que está a punto de salir sobre el viaje de José I a Andalucía.

A. C.: Lo que pasa con este rey es que no es comprendido ni por los españoles ni por los franceses. Lo ridiculizaban en los dos bandos.

F. L. D.: Pero no hay que olvidar que era un rey universitario. Él no quería venir a España y lo hace por su hermano Napoleón. Yo estoy convencido de que lo hubiera hecho mejor que el nefasto Fernando VII.

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