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Granada-74

El '74' cuestiona al líder (1-1)

MANUEL PEDREIRA. (ENVIADO ESPECIAL)

Domingo, 13 de enero 2008, 04:42

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LA marcha imperial del Málaga tropezó ayer con un escollo de considerables proporciones. El Granada 74 concedió un gol de ventaja y después dedicó todo el partido a desmontar su supuesta inferioridad con un fútbol ordenado, valiente a ráfagas y tremendamente solidario.

Cuestionar al líder en su estadio, donde hasta ayer sólo había cedido un empate y una derrota en nueve encuentros -con un balance goleador apabullante (19-5)- no es poca cosa. Más cuando los malagueños se habían especializado en los derbis regionales y contaban por victorias sus cinco encuentros anteriores contra equipos andaluces. Pero tras ese regalo inicial, el '74' no tardó en empatar, comenzó a crecer, a creer en sus posibilidades y terminó por asustar al líder a lo largo y ancho de un segundo periodo que vio a los granadinos marrar hasta tres ocasiones claras de gol.

Tapia ha levantado un equipo incómodo, ceñudo, enojoso si lo tienes enfrente. Ayer fue una roca en el centro del campo. Gibanel y Torrecilla emergieron con un poderío posicional y una jerarquía tal que empequeñecieron al mediocampo malagueño, nutrido por peloteros que saben a qué juegan pero que ayer sudaron sangre para traspasar con garantías esa muralla del doble pivote. Si a eso se le añade una defensa ayer inabordable, con un Assemoassa espectacular, el resultado es que derrotar al '74' se convierte en una tarea ardua y laboriosa. Incluso para un líder que va disparado hacia Primera División pero que ayer se resignó a ceder un empate cuando menos lo esperaba.

Sobre todo tras el primer cuarto de hora, dominado de cabo a rabo por los de Muñiz, que tocaban y tocaban delante de un '74' que ni la olía, con Antonio Hidalgo repartiendo el bacalao en el medio y aprovechando las generosas dimensiones de La Rosaleda para entrar una y otra vez por las bandas.

Empujón de Salva

El Málaga no es líder por casualidad. Practica un fútbol generoso con intensidad, concentración defensiva y efectividad arriba. Por allí pulula Salva Ballesta, un delantero con olfato de gol y mucho peligro cuando juega motivado. Si le das un metro dentro del área te hace un traje... y si no ya se ocupa él de encontrar ese metro por lo civil o por lo criminal. Ayer optó por la segunda vía. Rebañó un balón, recortó a Crespí empujón incluido, y clavó la pelota en la red. Un minuto antes, fútbol es fútbol, el Granada 74 pudo haberse puesto en ventaja. Una carambola de rechaces terminó con la pelota en los pies de Saizar en el área chica y el guipuzcoano la mandó junto al palo... pero por fuera.

El gol local y la disposición de los granadinos presagiaba un paseo militar del líder, uno más. Pero el '74' no se descompuso y mantuvo el guión sin cambiar una coma: orden atrás, vigor y choque en el medio y salida rápida a la contra. Diez minutos después, Luque apuró hasta la cal, la retrasó para que Gibanel fusilara y el oscense se lo tomó tan al pie de la letra que disparó al muñeco. Guerra, en su sitio, cazó el rechace y se metió con el balón en la portería.

El veleño cuajó ayer un partido sensacional y acreditó un hábito extraño. Crece cuando no está Aranda en el campo y se empequeñece cuando el paleño, ayer en la grada, despliega su hiperactividad por todo el frente del ataque. Guerra demostró que vale para este equipo, al menos para el fútbol que se gestó desde el gol malagueño. Se ofreció constantemente, recurrió a las bandas para recibir el balón y abrir espacios, retuvo la pelota cuando fue preciso y, lo que es peor, dejó en nada el partido de Francisco, que parece definitivamente perdido para la causa. No está Francisco, se quedó en Almería.

Tras la inesperado empate, el Málaga siguió mandando en el balón pero se tentó más la ropa. Acababa de darse cuenta de que ganar su sexto derbi le iba a costar un esfuerzo ímprobo. El '74' seguía echado atrás pero cada vez cerraba mejor las líneas de pase y sus avances mejoraban en frecuencia y efectivos. La primera parte se cerró con sendos disparos de Gibanel y Luque que probaron los reflejos de Goitia y la moral del Málaga, poco dada a inquietarse en casa.

Opciones para todos

El segundo tiempo corrigió y aumentó el último trecho del primero y el partido empezó a jugarse en todo el campo y con opciones para todos. Luque tuvo en sus botas el gol tras un contragolpe vertiginoso, a dos toques, marrado inexplicablemente. Olvidados los complejos, los granadinos situaron hombres por delante del balón en número similar al Málaga y el choque se abrió, aunque las oportunidades más claras cayeron del lado visitante.

Guerra y hasta Elvis metieron miedo a La Rosaleda, que nunca se cansó de animar y terminó por conformarse con un empate que ni el boquerón más pesimista hubiera firmado al comienzo.

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