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SOCIEDAD

La hora del snowboard

Más fáciles, versátiles e intuitivas que los tradicionales esquíes, las tablas de surf de nieve se han adueñado de las estaciones alpinas. ¿Son una moda pasajera o vienen para quedarse?

ÍÑIGO MUÑOYERRO

Sábado, 12 de enero 2008, 03:29

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EL relevo generacional se ha consumado en las pistas de nieve. Los 'palilleros' cuarentones que crecieron perfeccionando el paralelo llevan años asistiendo al insidioso avance de una avalancha de 'snowboarders' a la que se han sumado, cómo no, sus propios hijos. En inviernos pasados ya se pudo constatar la tendencia al alza de esta disciplina, que penetró con fuerza en España en los años 80. Pero hasta hace apenas una década no eran más que un puñado de intrépidos empeñados en sortear los 'bumps' o lanzarse desde cualquier risco. Salvadas las reticencias iniciales, las estaciones nunca han planteado pegas a esta actividad. Sobre todo tras comprobar que garantizaba una transición natural en su clientela.

Entre los esquiadores tradicionales, los 'snowboarders' tienen mala fama -que si provocan accidentes, que si arrastran la nieve y destrozan las pistas -, aunque ésta podría contrarrestarse a base de sentido común. Y es que muchos aficionados alquilan una tabla por un día -alrededor de 24 euros- y se lanzan a la aventura sin tener unos conocimientos mínimos.

Se calcula que en la actualidad casi la mitad de los usuarios de una estación como Sierra Nevada practica el 'snow', y al menos dos de cada cinco aficionados que visitan los complejos de esquí pirenaicos son 'riders' en sus diferentes modalidades. En Astún aseguran que los visitantes se reparten ya a partes iguales entre surferos y esquiadores clásicos. Con una salvedad: entre los jóvenes, los 'snowboarders' son legión.

Este tirón se ha materializado en la apertura de nuevos y mejores parques de nieve. «Los responsables de las estaciones españolas se han dado cuenta de que es la única manera de fijar a la clientela, que hasta hace poco emigraba a Francia», aseguran dos aficionados. Y ponen a Candanchú y Valdezcaray como ejemplos más recientes de esta apuesta.

Lo cierto es que las estaciones de los Pirineos franceses son más baratas y ofrecen mayores facilidades para surfear. No sólo se ahorra en el uso de las instalaciones, sino que también facilitan la estancia. «En España y en Andorra abusan de nosotros, especialmente de los que queremos autofinanciarnos el 'vicio' como monitores», insisten los 'snowboarders' con pocos recursos. «En el valle de Arán piden 1.300 euros por un apartamento de dos habitaciones, y te exigen tres meses de fianza por adelantado».

¿Cuál es el perfil de un practicante de 'snowboard'? El de un joven que persigue las sensaciones de libertad que le aporta la tabla, que vive una cultura y una filosofía diferentes a las que se promueven en los deportes de masas. Son una generación que no se conforma con el 'fun', la pura diversión. Además de pasarlo bien, buscan la especialización y vivir de ello. El ejemplo lo tienen en Estados Unidos.

La juventud de sus practicantes hace que los monitores de esquí se refugien en el escepticismo y consideren este movimiento algo pasajero. «Es una moda positiva, porque trae gente nueva a las pistas y eso es importante. Pero su práctica requiere brío, reflejos, desprecio del riesgo y falta de inhibiciones. Es propio de la juventud. A medida que pasan los años, los 'riders' lo abandonan aburridos o se pasan al esquí clásico. Aunque, ojo, el alpino también tiene modalidades incluso de mayor riesgo».

Más fácil

Una de las ventajas del 'snow' es que su aprendizaje es más sencillo y rápido que el del esquí tradicional. Sierra Nevada y Astún son los centros de referencia. El problema surge cuando se comprueba que en las escuelas de esquí la proporción de alumnos que pretenden iniciarse en sus secretos es muy inferior a la de la modalidad tradicional.

Según los monitores de 'snowboard' de la Escuela Oficial de Esquí, la razón de tantos incidentes provocados por los 'surferos' es «la falta de técnica. En las pistas veo a pocas personas que desciendan correctamente. Por eso crean mala imagen entre los demás esquiadores». Eso se podría corregir fácilmente «tomando un breve cursillo». Dicen estos monitores que «en una semana -15 horas de clase, a razón de tres diarias- se aprende a girar en una pista de dificultad moderada».

Responsables de una tienda especializada aseguran que «por torpe que seas, con un curso de una semana ya adquieres autonomía más que suficiente para bajar por cualquier pista. La diversión está garantizada». Por esta razón, cada vez son más los principiantes que apuestan por la tabla para su bautismo de nieve.

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