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Miguel Ángel Alfonso
Viernes, 30 de septiembre 2016, 00:43
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Cada vez que se proyecta un documental en un pase de prensa no es raro ver a muchos periodistas echando un vistazo al móvil entre escena y escena. Pero el último trabajo de Jon Sistiaga (Irún, Guipúzcoa, 1967) tuvo como respuesta ayer 50 minutos de silencio sepulcral en el auditorio del Palacio de la Prensa (Madrid) en su presentación. Ni siquiera hubo aplausos al final, no porque no los mereciera. Ver la muerte tan de cerca causa un profundo respeto. El veterano reportero sigue empeñado en explorar temas vetados en nuestras conversaciones diarias en la segunda temporada de Tabú, titulada Y al final, la muerte. Se estrena esta noche en el canal #0 de Movistar+ a partir de las 22.00 horas. Durante sus cuatro episodios (o cinco, aún no está decidido) mostrará esta realidad desde todos los ángulos posibles.
«Después de ver el programa todos pensamos en nuestros seres queridos fallecidos, porque todos hemos visto morir bien y morir mal. Pero estos son documentales necesarios, que clarifican y son educativos. En Tabú no hay debates, se exponen ideas para que el espectador saque sus propias conclusiones», explica Sistiaga, que también aclara que «esto no va a ser Cuarto Milenio».
La realidad es abrumadora: cada día mueren en España 1.084 personas, once de ellas por suicidio, casi el doble que por accidente de tráfico. 147 lo hacen sin recibir cuidados paliativos. «Pero sin embargo, la mayoría piensa en la muerte como algo muy lejano, que solo le ocurre a los demás. Quizá haya que empezar a planificar nuestra muerte, al igual que planificamos otras cosas», señala el reportero.
Pero la segunda temporada de Tabú arranca con un chute de vida. El programa visita a la italiana Emma Morano en su casa de Civiasco (norte de Italia), que con 116 años es la persona más anciana del mundo. «Es la única persona que ha visto tres siglos y once papas. Cuando ella cumplía 45 años Hitler se suicidaba en su búnker de Berlín. Dice que ha engañado a Lucifer», introduce la voz en off del propio Sistiaga.
La sonrisa tarda poco en borrarse de la cara del espectador cuando el reportaje pone el foco en temas de mayor calado como la eutanasia, el suicidio o el derecho a morir dignamente. También muestra imágenes de una autopsia, «que no causan impacto cuando se ven en series como C.S.I., pero sí cuando vemos una real, porque nunca se ven en televisión», apostilla él.
Un debate sin gritos
«¿Se muere bien en España?», pregunta una y otra vez Sistiaga a capellanes, médicos, forenses, intensivistas, filósofos, teólogos e incluso un periodista que perdió a su hijo a causa de una leucemia. Algunos responden que sí, «le daría un notable», otros con un «fatal» de los que hacen reflexionar. «Nuestro propósito es mostrar una realidad incómoda, a menudo fuera del radar de los medios de comunicación, y hacerlo desde la honradez, la claridad y el respeto, desde todos los ángulos y puntos de vista. Que sea un debate sin gritos», señala.
En los siguientes episodios viajarán hasta Suiza, Colombia y Estados Unidos, lugares en los que está permitida la eutanasia o la sedación paliativa. También entrevistará a personas que han vuelto del «otro lado», es decir, ese 1% de personas que regresan de, por ejemplo, una hipoxia de 18 minutos.
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