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Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, el día de la celebración del 80 cumpleaños del escritor, en marzo.
Sólo les queda el 'sí, quiero'

Sólo les queda el 'sí, quiero'

Primer aniversario del noviazgo de Vargas Llosa e Isabel Preysler. La presión del entorno les señala siempre el mismo camino: la boda

ANTONIO CORBILLÓN

Domingo, 19 de junio 2016, 11:54

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Hace un año la revista '¡Hola!' publicaba las fotos que han revolucionado la prensa rosa del país. Aquel título de 'Almuerzo para dos' confirmaba el inicio del sorprendente romance entre Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa. Hoy la pareja parece más consolidada que nunca y la inflación mediática de su imagen ha superado a la de cualquier otro famoso. Nadie ha generado más fotos, portadas y persecuciones en tan poco tiempo.

Viuda de Miguel Boyer desde septiembre de 2014, Preysler, de 65 años, echó el lazo a un Vargas Llosa reconvertido en actor cuando actuaba junto a Aitana Sánchez-Gijón en Madrid interpretando un papelito en 'Los cuentos de la peste', pieza dramática escrita por él mismo. El príncipe Carlos de Inglaterra pudo ser uno de los primeros testigos de la propia 'obra' que empezó a interpretar la pareja. En mayo de 2015 invitó en el palacio de Buckingham a la tradicional recepción del 'mundo Porcelanosa', empresa a la que Preysler representa desde hace 30 años. Ella se presentó en Londres junto a él. Después llegó ese almuerzo de confirmación.

Pero siempre hay que mantener la tensión y la sorpresa. Incluso con un personaje tan excesivo en todo como Vargas Llosa, que atesora los premios Nobel, Príncipe de Asturias y Cervantes, y es capaz de reunir en torno a su mesa al poder político de media Hispanidad, como cuando celebró la última semana de marzo en Madrid su 80 cumpleaños juntó a media docena de expresidentes de países de habla castellana y toda la nobleza española rindiéndole pleitesía.

Un año después, la obsesión de los que escudriñan cada paso de la pareja es desvelar sus planes de boda. Si es que los tienen ya. El temor a cualquier gazapo es tal que incluso revistas como la citada '¡Hola!', la 'biblia' de Isabel, ya publicaron hace un mes que «tenemos la certeza de que el nobel ya le ha pedido a Isabel que se case con él». La presión por empujarles al 'sí, quiero' es tal que personas cercanas al escritor han admitido que «le pide casi a diario que se case con él».

Preysler, dueña siempre de sus tiempos públicos y exposiciones ante la prensa, ha reconocido varias veces que «casarme no es necesario, pero si tiene que llegar ese momento, llegará». Lo que ha llegado es una mayor cotización de su caché en actos promocionales, como la inauguración en Manhattan de la sede de Porcelanosa, o la de la multinacional de los bodorrios, Pronovias. Amadrinó su nueva tienda de Madrid el mes pasado para dar alguna pista más: «No me casaría ni de largo ni de blanco, ni haría una gran celebración».

'The New York Times' patina

En todo caso, nadie quiere meter la pata con este asunto, tal y como le pasó al mismísimo 'The New York Times' el verano pasado. Cuando el idilio aún daba sus primeros balbuceos, dio por buena una cuenta falsa de Twitter del autor de 'Travesuras de la niña mala' en la que anunciaba su boda con Isabel para el jueves de la semana que viene (23 de junio de 2016). Casi un año de adelanto. La reprimenda de Vargas Llosa, que exigió una rectificación pública, dejó casi fuera del mercado al periodista del diario neoyorquino Joshua Cohen, que fue quien se la tragó.

Todas estas especulaciones tienen las compuertas abiertas después de que, hace justo un mes, Mario y su exmujer, Patricia Llosa, confirmaran que tras seis meses de negociaciones habían acordado un divorcio amistoso. Lograron firmarlo tras una enconada lucha inicial por el patrimonio común. Él se quedó con sus posesiones de Madrid y París y ella con las de Perú, Nueva York (un apartamento valorado en un millón de euros) y la biblioteca de 30.000 volúmenes del autor.

En estas semanas de primer aniversario del noviazgo, que en algunos foros llaman 'Jurassic Love' (entre ambos suman 145 años), resulta llamativo ver a este intelectual responder de la forma más diplomática que puede a la cuestión del enlace mientras intenta apartar de su entorno las grabadoras de los periodistas como si fueran molestas nubes de mosquitos en tiempos de canícula. «Esa pregunta pertenece al dominio de lo privado. Lo privado es lo privado», dijo la última vez que le asaltaron con la cuestión mientras salía de la casa de Preysler en la exclusiva urbanización Puerta de Hierro, de Madrid.

La escritora y 'cirujana' diaria de la prensa rosa, Pilar Eyre, coincide en su blog con las especulaciones que dan por hecho la que será la boda del año. «La situación parece irreversible, la boda está a punto, todos creemos que después del verano se casarán».

¿Todos? Tal vez no. La misma Eyre ha pulsado en Lima el entorno de Patricia Llosa, a la que abandonó justo en sus bodas de oro. En esos 50 años le dio tiempo a soportar y perdonar varias espantadas de Vargas Llosa, que solía regresar a los pocos meses y todos hacían como si no hubiera pasado nada. «Mi informante -admite Eyre- añade que al divorcio no le dan importancia y que nadie ha visto triste a Patricia, está a la expectativa». A las visitas de su lujosa residencia en el limeño barrio de Barranco, Patricia les sigue hablando de él como «Marito, mi marido». Patricia llegó a viajar casi de incógnito a Madrid en abril para negociar una exclusiva en una revista donde contar la otra cara de todo. Se volvió a Lima sin nada. Las portadas en España están para bodas, no para venganzas.

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