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Pobre niña guapa

Pobre niña guapa

Brooke Shields acaba de cumplir 50 años y por fin ha encontrado algo de paz. Una madre alcohólica y una depresión postparto que casi la lleva al suicidio han marcado la vida de quien, en su día, fue «la más célebre virgen de nuestros tiempos»

irma cuesta

Sábado, 6 de junio 2015, 16:15

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Cincuenta años le ha costado a Brooke Shields encontrar un poco de sosiego. La protagonista de El Lago Azul, aquella película de Randal Kleiseren en la que dos adolescentes guapísimos crecen abandonados a su suerte y sus instintos en una isla desierta, por fin se siente «absolutamente feliz».

Tiene mucho de trágico que Brooke haya logrado convertirse en una de las actrices más famosas del planeta gracias al empeño de una madre borracha. La exmodelo Teri Shields, una alcohólica extravagante que dejaba sola a su hija para buscar en la calle a cualquiera dispuesto a compartir una botella, se encargó durante décadas de pasearla por los castings su primera aparición fue a los once meses en una anuncio de jabón Ivory, buscarle acompañantes y elegir sus papeles, mientras la obligaba a presumir de virginidad.

En su empeño Teri creó «a la más célebre virgen de nuestros tiempos» según sus propias palabras, pero también se encargó de complicar la vida a una niña que, durante años, no tuvo más objetivo que lograr que su madre siguiera viva al acabar el día.

Es más que probable que la primera espina en el corazón de Brooke la clavaran las fotografías que, con permiso materno, le hizo Gary Gross desnuda en una bañera, en una más que sugerente pose, cuando solo tenía diez años. De hecho, lo primero que hizo la actriz cuando alcanzó la mayoría de edad fue exigir legalmente que se retiraran aquellas imágenes por las que en muchos países habrían metido a más de uno en la cárcel. Aunque Brooke perdió la batalla ante los tribunales fueron consideradas arte y hoy se exhiben en la Galería Nacional de las Bellas Artes de Manhattan, aquellas fueron las primeras líneas de la historia de su vida que la modelo escribió de su puño y letra.

Y es que, para cuando la actriz se convirtió en una mujer, ya había interpretado a la pequeña Violet en Pretty Baby, la película de Louis Malle en la que por entonces tenía doce años interpreta a la hija de una prostituta que se ve obligada a seguir los pasos (profesionales) de su madre cuando ésta se casa y la abandona en el prostíbulo.

Todavía hoy, Brooke recuerda como una de las peores experiencias de su vida su paso por el Festival de Cannes de 1978: la película había sido nominada a la Palma de Oro y ella acompañó al resto del equipo a una gala en la que decenas de fans se le abalanzaron tratando de cortarle un mechón de pelo, presas de una especie de adoración morbosa.

Familia aristocrática: Su padre, Francis Alexander Shields, que murió cuando tenía dos años, fue un alto ejecutivo de Revlon, hijo del tenista Francis Shields y de la princesa Donna Marina Torlonia di Civitella-Cesi. Su tío abuelo fue el príncipe Alessandro Torlonia, esposo de la infanta Beatriz de Borbón.

Sobre su madre: «El alcoholismo de mi madre me mantuvo en el buen camino durante mi niñez y adolescencia. Era la guardiana de una bebedora, y no tenía tiempo para pensar en descarrilarme».

Todo aquello, que sin duda le pasó una factura más que abultada, también le hizo ganar mucho dinero. En 1981, cuando tenía 16 años, la revista Time cifró su caché como modelo en 10.000 dólares al día eran los tiempos de su famoso ¿Sabes que hay entre mis Calvins y yo? Nada y las televisiones se la rifaban. Fue artista invitada en The Muppet Show y Saturday Night Live; participó en Friends y produjo y protagonizó De repente Susan, una serie emitida por la NBC durante cuatro temporadas. Una trayectoria profesional casi tan dilatada como su vida amorosa. A Brooke Shields se le atribuyen amoríos con Dean Cain, compañero de sus clases de literatura francesa y con quien, según ella misma ha dicho, perdió su valiosa virginidad a los 22 años; John Travolta, Lian Nelson, Michael Bolton, el príncipe Naruhito de Japón, Dodi Al-Fayed y Michael Jackson.

Divorcio de Agassi

En 1997 se casó por primera vez con el tenista Andre Agassi y cuatro años después volvió a pasar por el altar de la mano del guionista de televisión Christopher Henchy, con quien hoy vive en Nueva York y ha creado su propia familia. Ha sido en la ciudad de las cosas inadvertidas en donde han nacido sus dos niñas y en donde Brooke ha tenido que enfrentarse a una última prueba: tras el nacimiento de la primera, después de siete intentos fallidos de fertilización y un aborto, la actriz sufrió una profunda depresión postparto a la que puso punto final con un libro: Down Came the Rain, en el que explica lo cerca que ha estado del suicidio.

Según la actriz, nunca, a lo largo de su azarosa vida, se ha enfrentado a un problema de mayor envergadura; una enfermedad que, asegura, aún hoy sigue condicionando la relación con su hija porque todavía no ha sido capaz de superar el sentimiento de culpa. Pero no es su única obra literaria. Luego llegaría otra, There was a Little Girl: The Real Story of My Mother and Me, pero ésta tenía como fin saldar cuentas con su madre.

Lo cierto es que, por muy controvertidos que resultaran algunos de los papeles que ha interpretado siendo aún una niña, la exmodelo mantiene que su madre y ella siempre los eligieron juntas. «Nunca entendí el revuelo que se montó con Pretty Baby. Mi madre estaba furiosa y recuerdo que me preguntó: ¿A ti te parece bien lo que hiciste? Contesté que sí y ella me dijo: Entonces que se jodan si no pueden manejarlo».

En cualquier caso, el carácter de su madre marcó su niñez y su adolescencia; sus relaciones con los hombres y más tarde con sus hijas. Brooke ha contado que hasta que ellas nacieron, y superó su depresión, no consiguió liberarse de la presión de la figura materna. «Cuando llegó el momento de buscar un lugar para dejar sus cenizas compré una vasija plateada y la coloqué sobre el bar de casa. Así puede permanecer para siempre cerca de las dos cosas más importantes en su vida: el alcohol y yo».

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