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Logotipo de Standard & Poor's en su sede de Nueva York.
Vivir sin agencias de 'rating'

Vivir sin agencias de 'rating'

Aunque no emita deuda, a un organismo como el Ayuntamiento de Madrid le ayudaría una 'nota' para renegociar créditos o afrontar imprevistos

José María Camarero

Sábado, 17 de octubre 2015, 07:39

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Ni Estados Unidos, ni Alemania, ni Francia y ni siquiera un país rescatado como Portugal tienen contrato con alguna de las agencias de calificación crediticias más importantes del mundo. En pocos meses, el Ayuntamiento de Madrid, una institución con una deuda cercana a los 6.000 millones, dejará de contar con el apoyo de Standard & Poors (S&P) y Fitch tras anunciar la rescisión de la relación que el organismo tenía comprometida con ambas firmas. Ninguna corporación pública o empresa está obligada a mantener esta dependencia. Las cuentas de Madrid no se van a hundir. Pero tampoco será fácil que sus responsables tengan margen de actuación ante los avatares que le surjan en su día a día financiero.

El protagonismo de las tres grandes firmas de 'rating' (Moodys, S&P y Fitch) se hizo patente en el inicio de la crisis, con economías periféricas en su punto de mira adentrándose en un círculo vicioso de rebajas de nota, recortes, recesión y valoraciones aún peores. Algunos expertos habían puesto en duda su papel en los años de bonanza, al no haber alertado ante el riesgo de muchos activos, como las hipotecas subprime. Pero nada se volvió a saber de estas críticas. Con el anuncio del consistorio madrileño se abre una vía impensable hace pocos meses. "Es la única forma de hacerles frente", afirma Javier Díaz-Giménez, profesor de IESE. "Se puede vivir sin una agencia y eso no altera la calidad del crédito", explica. "Generan un negocio porque hay prestamistas que exigen a las instituciones tener otorgado un rating concreto para comenzar a operar con ellas", afirma Díaz-Giménez.

Sin rastro de la compañía de valoración europea

  • Sin rastro de competencia hasta que se aceleró la crisis de deuda soberana en Europa, las agencias de calificación han visto recortado parte de su mercado, aunque de forma mínima. En estos años, les han salido competidores, todavía muy emergentes. En Alemania, la consultora Roland Berger decidió liderar el lanzamiento de una agencia europea -su sede está en Francfort-, pero aún está lejos de comenzar a operar. A mucha menor escala, en España, compañías como Asexor se abren camino para valorar la viabilidad de sus clientes. Y en otros países, como Canadá, destaca la irrupción de otra firma privada de calificación, DBRS. Pero poco más.

  • La mayor parte de las instituciones esperaban la creación de una agencia europea, que pudiera competir con las grandes americanas. El sueño comenzó a fraguarse hace cinco años, pero sus impulsores -eurodiputados como el alemán Wolf Klinz- reconocen las dificultades para poner en marcha el proyecto.

  • Con una firma de carácter comunitario, se podría contrarrestar la hegemonía del triunvirato norteamericano. Pero desde la propia Comisión Europea han reconocido que este asunto ya se encuentra fuera de los despachos y, por ahora, alejado de la agencia oficial.

Las agencias no elaboran las notas de los Estados porque tengan acuerdos con estos. Sino porque deben evaluar la economía de esos países para poder hacer después lo propio con sus empresas, que son a las que más se dirigen para hacer negocio. Por ello, modulan las valoraciones de algunas potencias mundiales sin tener acuerdo firmados con éstas. El Reino de España sí mantiene esta relación comercial, aunque pasó por momentos muy turbulentos hasta el año 2013. Ahora se encuentra en otra etapa: después de que el 2 de octubre S&P revisara al alza el rating del país (BBB+), esta semana ha hecho lo propio con varios ayuntamientos y comunidades, y próximamente les llegará el turno a más bancos, constructoras

"Sello de calidad"

Cuando en septiembre de 2008 quebró Lehman Brothers, las tres agencias se repartían un 95% del mercado, frente a las 75 restantes que hay en todo el mundo. Se trataba de "una especie de sello de calidad", indica Díaz-Giménez, quien recuerda que "también se equivocan en sus valoraciones". Desde estas grandes firmas reconocen como un hecho normal que haya entidades públicas sin contratos firmados con ellas. Aunque no suele ser lo habitual. También se da el caso de empresas que tienen una valoración reconocida de por sí tan buena, que no precisan sus trabajos.

Los expertos consultados sostienen que cuando una institución quiere salir al mercado para captar dinero al final recurren a los trabajos de calificación de alguna de las grandes agencias. Miguel Ángel Bernal, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), recuerda que en casos como el del consistorio madrileño, aunque no quieran emitir más deuda en el futuro, "no saben los imprevistos financieros con los que se pueden encontrar". Bernal señala que esta decisión "es suicida". Y se pregunta qué hará la institución municipal si surge un problema de tesorería o necesite afrontar un gasto extraordinario. "¿Quién le va a comprar bonos al ayuntamiento, quién va a adquirir sus pagarés?", se pregunta. Este profesor recomienda "dejar abiertas todas las puertas de la financiación, incluidas las que precisen un informe de valoración" para afrontar el futuro.

Al prescindir de un contrato de 'rating' también se ponen en peligro otras vías para obtener dinero. La propia refinanciación del endeudamiento que puede tener acumulado un organismo público será más compleja de cara a los inversores si se opta por salir de la vía de las agencias de calificación. E incluso a la hora de solicitar un préstamo. "La directiva comunitaria Basilea III obliga a los bancos a realizar una serie de provisiones cuando concede un crédito" en función a la valoración que tenga el cliente por parte de una firma calificadora. "Y lo mismo ocurre con cualquier petición a una aseguradora", recalca Bernal. "Cuando se cuenta con estas valoraciones los organismos públicos o privados son más proclives a obtener mayor facilidad" de acceso al crédito.

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