Edición

Borrar

Grecia: La hora del eje franco-alemán

ENRIQUE VÁZQUEZ

Lunes, 6 de julio 2015, 10:29

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Las naciones no razonan,

lo sé; las naciones sienten

(Maxime du Card)

Lo sucedido en Grecia ayer domingo es una lección multiuso: al 'no' rotundo del público griego en el referéndum sobre el rescate financiero del país se sobrepone hoy su consideración como una oportunidad de oro para salvar algo más que la economía griega y reforzar el propio proyecto europeo.

La cita de apertura -Maxime du Camp fue un escritor, político y viajero del desdichado II Imperio francés- describe a la perfección lo ocurrido el domingo, y otro francés de postín, el ministro de Hacienda, Emmanuel Macron, prescribió la receta adecuada antes de conocer el resultado: pase lo que pase y gane quien gane "no podemos hacer del referéndum el Tratado de Versalles de la zona euro".

Como si estuvieran convencidos de lo correcto de los dos asertos, y esto el lector debe ponderarlo bien, Angela Merkel y François Merkel, es decir, Alemania y Francia, los grandes protagonistas del malhadado Tratado de Versalles en 1919, ya habían decidido pasar este lunes histórico juntos en la capital francesa y no es difícil intuir que del magno encuentro saldrá el único camino posible: seguir negociando y salvar el proyecto europeo a cualquier precio.

Del mal menor al sentido de la historia

A decir verdad no hay sorpresa alguna: con toda la etiqueta diplomática y el savoir faire necesarios, París se las ha ingeniado todo este tiempo para diferenciarse claramente del pretendido rigor alemán, dos actitudes que parecían confirmar los tópicos sobre el carácter nacional de cada parte, empezando por el de una presunta cerrazón alemana que representan la canciller Merkel y, sobre todo, su ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, el paradigma de la virtud financiera.

Hay matices del lado francés, pero son ocasionales y los expuso, con un tono destemplado y partidista, Nicolas Sarkozy en su reciente visita a la Fundación FAES, el reino de José María Aznar, en Madrid, la semana pasada. Pero, ojo: Sarkozy es un particular, que se sepa, y se puede entrever que su conducta sería bien dispuesta si fuera, y tal vez vuelva a serlo, presidente de la República francesa, es decir, un heredero político, económico y aun moral del Tratado de Versalles.

Tal Tratado impuso a la Alemania imperial y bismarckiana tales obligaciones y tales humillaciones que ayudó decisivamente, como se vió muy pronto, al auge del nazismo. Claro está que Grecia no es Alemania, pero tampoco Hollande es Clemenceau ni, desde luego, Merkel es el prusiano Guillermo II. La gran novedad de la vigente crisis europea es que la protagoniza un país de segundo nivel pésimamente gobernado durante medio siglo por una clase política ladrona y estéril expulsada del poder por un partido de aluvión, Syriza ('Coalición de Izquierda Radical') creado desde el fracaso y el descrédito del régimen.

De la necesidad, virtud

Haría falta ser por completo ignaro y simple para no ver el modo de convertir la crisis griega (impresionante por sus cifras, sin embargo manejables) en justamente lo que necesita la UE: unir a la disciplina fiscal y la virtud presupuestaria un poco de salsa política con la que aderezar el gran invento europeo que es, a no dudarlo, la mayor creación de política histórico-institucional desde la creación de los Estados Unidos de América en 1787 Es como si en Europa no tuviéramos conciencia de que nosotros ya hemos reunido, y con éxito, nuestra propia 'Convención de Filadelfia'.

París y Berlín o Berlín y París, por el orden a gusto del consumidor, tienen hoy, en la memorable jornada del 6 de julio de 2015, la oportunidad no solo ni principalmente de salvar la economía griega y atar definitivamente a Grecia al proyecto común en marcha y averiado, sino de reponerlo de una vez en el carril político-histórico del éxito final.

Solo hay tres cosas del todo seguras esta mañana: el fracaso de las encuestas (61,3 del sí frente a 38,7) y la honorable dimisión de dos protagonistas de la crisis: Antonis Samarás, el perdedor y líder conservador Antonis Samarás, y Yanis Varufakis, ministro de Hacienda y emblema del campo de los villanos provocadores. Detestado en Berlín, su marcha es lenitiva y ayudará a que lo de hoy en París sea una jornada fructífera en la que el dúo franco-alemán dejará listas las conclusiones que mañana aprobará la 'cumbre' de la UE Pura historia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios