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James Carter desafía al objetivo mientras recibe la mirada fija de su hermano Johan. FERMÍN RODRÍGUEZ
La otra cara del fenómeno Carter
Boxeo

La otra cara del fenómeno Carter

James, el menor de los hermanos, se erige en gran promesa con un bronce en el campeonato de España | Peleó con en el hombro lesionado frente al campeón Johan Orozco y tras superar un tumor óseo que amenazó con impedírselo

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Domingo, 10 de septiembre 2017, 02:14

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El fenómeno pugilístico nacional que está respondiendo a los apellidos Carter Martínez presenta una cara reversa a la de John, el ya conocido 'francotirador' que en base a su serie de seis victorias comienza a postularse para la disputa en 2018 del título profesional de España en el peso superpluma. Y es que los genes que regulan su talento han acabado germinando en saga. En otro fiel transmisor de los valores de humildad y superación personal que ya caracterizan a la familia. Se llama James, es el menor del par de hermanos por «veintiún meses de diferencia» y lo de menos es que ya se trate de toda una promesa en superligero al haber obtenido en el campeonato de España amateur la medalla de bronce en categoría élite pese a haber peleado con un hombro lesionado. Sí, lo de menos es todo eso. Porque lo cierto es que para llegar a este punto tuvo que sortear otros condicionantes aún más poderosos. En principio, el hecho de que no sólo se bata a diario en el encordado, que no sólo viva para el boxeo, pues centra buena parte de su tiempo en concluir la carrera de magisterio que desea que le convierta en maestro. Y aparte, y quizás aún más importante, porque siendo sólo un chaval tuvo que librar la amenaza de verse incapacitado para la práctica deportiva y quién sabe qué más. El caso es que le llegaron a diagnosticar un tumor en la tibia de la pierna derecha. Y también que deprisa y corriendo tuvo que pasar por el quirófano porque los dolores que aguantó en silencio durante casi un año «llegaron a ser insoportables».

Sin que «me sienta a la sombra de John», porque «la gente del boxeo de Granada me conoce igual que a él», James Carter, de sólo veintiún años (04/04/1996), asume sin complejos la cuota de protagonismo que le corresponde en base a crecerse frente a las dificultades. Por ir realizando muy buenos combates. En total, lleva dieciocho, con nueve victorias, ocho derrotas y un solo nulo. Pero en los últimos tres, correspondientes al torneo nacional celebrado en Murcia del 4 al 9 de julio ya hizo explotar las condiciones que se le atisbaban al repetir como subcampeón de Andalucía. Y eso pese a que actuó mermado.

«En octavos gané. Fue en el primer asalto por un corte que le hice al rival -el asturiano Adrián Fernández-. Y en cuartos se me salió el hombro un par de veces. Pero pude acabar y también vencí», repasa James para advertir que el vérselas con el navarro Ander Amatrian le dejó secuelas para la gran reválida frente a Johan Orozco, quien a la postre sería campeón del torneo y representante de España en el Mundial de Hamburgo.

«Pasé la noche con hielos. Y haciendo mucho reposo. Y así tuve que salir al cuadrilátero en semifinales. Al principio del primer asalto me dio un tirón y el médico me dijo que no continuara. Y ya en el segundo lo tuve que dejar», comenta algo abatido quien al menos se consuela con el orgullo de que «le estuviera plantando cara». Con el bienestar que le reportó que «todo el mundo dijera que le iba ganando», aunque «uno escucha siempre lo que quiere».

El caso es que así James comenzó a demostrar de lo que era capaz, aunque el saldo de la batalla fue «desgaste en el húmero». Y también, que «el 5 de septiembre me vayan a realizar el preoperatorio, porque acabé lesionado y tendré que operarme». Que es algo, sin embargo, que ni le detiene ni mucho menos le asusta. A fin de cuentas, no deja de ser una anécdota en relación a lo que ya le tocó vivir cuando sólo tenía quince años. Cuando comenzaba a demostrar que lo suyo era también noquear a los rivales.

Osteoma osteoide

«Yo practicaba kickboxing. Y de repente me salió un bulto en la tibia derecha. Pero por ser cabezón no quise ir al médico ni decirle nada a mis padres. Aunque ya llegó un momento en el que comencé a sufrir un dolor insoportable. Con sólo rozarme la pierna veía las estrellas. No podía dormir ni nada. Y así ya comenté lo que me pasaba y fui a que me vieran», relata. Y todo, tras desvelar también que no esperaba que le diagnosticaran que le había surgido un respetable enemigo. Ni más ni menos que un osteoma osteoide, un tumor óseo que pese a ser benigno y no presentar potencial de crecimiento sí que supuso que «me asustara vivo, porque sólo era un crío». Lo pasó «mal», pues la hinchazón «estaba penetrando el músculo». Pero en «quirófano todo fue bien». Y pese a que «me recomendaron que me olvidara de los deportes de contacto» lo cierto es que «a las dos semanas ya estaba corriendo» y animándose con el de Mayweather.

«Fue el destino el que me empujó al boxeo», recuerda ahora que entrena casi a diario con 'su otra mitad' y que comienza a tener planteamientos mayores a la vista de sus progresiones. «John es más de ir a la guerra, de buscar el cuerpo a cuerpo. Y yo quizás soy más estilista, más de cabeza, de dar el paso atrás cuando la ocasión lo merece», dice James, quien al mismo par advierte que quiere dar «el salto a profesional cuando esté más rodado y tenga más combates». Se mantienen en pie sus ilusiones por ejercer la docencia, pero también le motiva «probarme» en el ring «y ver hasta dónde puedo llegar». Ha recibido clases prácticas de los riesgos a los que se expone un joven pero ya demostró que no le tiene miedo a nada. Ni siquiera a su hermano.

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