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Carles Castillejo entra en la meta de la avenida de Andalucía, feliz por haber repetido victoria.

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Carles Castillejo entra en la meta de la avenida de Andalucía, feliz por haber repetido victoria. CÉSAR CARCELÉN
ATLETISMO

Castillejo repite magia en San Antón

La marroquí Nazha Macroch también defendió con éxito el título logrado el año pasado. La XXXV edición de la Carrera Internacional Urbana Noche de San Antón volvió a contar con cerca de 10.000 corredores por las calles de la capital jienense

Domingo, 14 de enero 2018, 02:16

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jaén. El barcelonés Carles Castillejo y la marroquí Nazha Macroch se impusieron ayer con autoridad en la trigésima quinta edición de la Carrera Internacional Urbana Noche de San Antón, en la que defendían los títulos logrados el pasado año en Jaén.

Esta carrera es grande por su cartel de lujo, pero aún más por los atletas populares que no fallan a su cita, algunos desde las primeras ediciones y también por los que prestan su aliento a los gladiadores que la corren en cada metro.

Sebas empezó lanzado marcando un ritmo tan endiablado como valiente. Se formó un grupo de siete atletas. Con Pablo Sánchez, David Palacios, Olmedo, el propio atleta de Huelma y Castillejo como puntas de lanza. Como en la carrera del año pasado Martos marcó el ritmo hasta que en la avenida de Madrid dejó paso a Castillejo, que repitió cambio de ritmo al llegar a la altura del parque de la capital jienense. Castillejo, con su gorra roja, abrió un hueco importante. Pablo Sánchez, atleta granadino del Unicaja, intentó avivar el ritmo del grupo perseguidor, pero Castillejo volaba en el descenso de la avenida de Granada con unos doce segundos de ventaja y así hasta la línea de meta.

Pablo Sánchez, David Palacios , Mohamed Lansi y Sebas Martos intentaban colaborar para dar caza a Castillejo. Pero la cuesta de los Escuderos pasó factura a Lansi que se descolgó del grupo perseguidor.

En los prolegómenos de la jornada los máximos favoritos para el triunfo en la carrera masculina se troleaban con cariño en las redes sociales. Castillejo le pedía al jienense Sebas Martos que le llevara «a rodar por algún sitio chulo... deportividad». A lo que Sebas le replicaba invitándole a «venirte al pueblo a varear olivos, que ese es el mejor calentamiento».

Castillejo sonreía a las cámaras de Onda Jaén RTV (perfecto el trabajo y esfuerzo de todo el equipo capitaneado por José Luis López a la hora de transmitir los emociones y sentimientos de esta carrera) a su paso por la Catedral de Jaén. Llevaba rostro de ganador. Martos, cuarto, perdía unos metros, haciendo la goma, con David Palacios y Sánchez,

Castillejo, muy entero, fue ampliando su ventaja, mientras que Pablo Sánchez dejó a David Palacios en la recta final.

Carles Castillejo (28:48), a 2:52 el kilómetro, cogió una antorcha para iluminar su entrada triunfal. Segundo fue David Palacios (29:46) y tercero Pablo Sánchez (29:57), mientras que Sebastián Martos (30:08) entró como cuarto clasificado.

Castillejo, de 39 años y que milita en el Club Adidas, ha sido campeón de España en 5.000 metros (2004), 10.000 (2009 y 2013), media maratón (2015) y maratón (2011, 2014 y 2016). Compitió en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 en los 10.000 metros. Explicó que «en un tramo me puse a llorar por la sensación de salir de una curva y encontrarte a tanta gente chillando que se te pone la piel de gallina. Disfruto y quiero dar las gracias a Jaén. Me siento querido, es un placer venir aquí, en Barcelona les digo que hay que montar un viaje para que vivan esta experiencia. Es una fiesta».

En categoría femenina se impuso con autoridad la atleta marroquí de Unicaja Nazha Macroch (34:43), puesto sesenta de la general, que cogió a su hija de la mano, chupete incluido, para cruzar los últimos metros de la carrera. Segunda fue Jaqueline Martín (34:58) y Esther Hidalgo (35:09). Eran las principales candidatas a la victoria, ya que forman el trío de ganadoras de 2017, 2016 y 2015, respectivamente, y lo refrendaron en carrera. La primera jienense fue Lourdes González (35:55).

Curro Burgos, imperial

A las 19:00 horas, sesenta minutos antes, se dio la salida a la carrera A. Casi 2.000 jóvenes aprendices de atletas con clase que son el futuro de este deporte. Los más pequeños acompañados en la cola del grupo por padres y familiares en una estampa bellísima. José Ramón Jiménez se escapó junto a Curro Burgos, cadete de primer año e hijo de Santi Burgos, que aumentó el ritmo al llegar a la cuesta de la Avenida de Madrid.

Curro se lo estaba pasando tan bien que tenía fuerzas hasta para animar al público levantando los brazos de forma ostensible, no cesó desde el Corte Inglés hasta la meta. Segundo fue José Ramón Jiménez y tercero entró en meta Ismael García. La primera chica fue Marta Corazón.

Fueron los que llegaron en las primeras posiciones pero las imágenes de los niños, algunos de cinco años, entrando de la mano de sus progenitores en la línea de meta fue épica.

Para quien ha corrido la San Antón sabe que nada más colocarse en la zona de salida el cuerpo empieza a producir dopamina y desde ese mismo momento ya eres consciente de que has quedado enganchado por la magia de esta carrera. Al final uno termina corriendo porque lo disfruta, por las estampas que deja el paisaje, por la superación, porque genera un estado de ánimo increíble o por la motivación de correr una carrera mítica y que tiene su hueco entre las mejores del calendario nacional. Pero en la San Antón se multiplican las razones.

Esta carrera da la posibilidad a los atletas populares de pisar el mismo suelo que los atletas de élite, algo que no permiten todas las modalidades deportivas. Incluso un joven corredor se animó a acompañar a Castillejo en los metros finales. Y con infinidad de metas personales por el camino. Ya sea el afán de superación personal o el mero hecho de divertirse y participar de una jornada festiva y que destila magia en cada esquina.

El buen humor no falta entre unos corredores populares que ya han convertido en una tradición los cánticos a capela con los que pasar el mal trago de los habituales tapones que se producen en varias zonas del trazado. Momentos en los que resulta complicado hasta caminar y en los que por la aglomeración se suelen producir lesiones de forma bastante habitual. Un problema a resolver por parte de la organización, como lo es también la necesidad de contar con una salida escalonada que sea real y con un control exhaustivo y eficaz para garantizar la clasificación de los atletas por sus marcas. Uno de los retos para el futuro, como lo es también mejorar la visibilidad en algunos puntos del recorrido.

La fiebre por la San Antón se describe con la avalancha que se vive a la hora de abrir el plazo de inscripción. En esta ocasión en la primera hora ya había más de 2500 inscritos, el 25% de los dorsales disponibles, y pocas horas después se agotaron todos los dorsales. A las 13:00 horas ya se contaban con más de 8000 inscripciones y se cerraron. El interés se ha desbordado y la apuesta por celebrar la carrera en fin de semana hace que la San Antón pudiera incluso duplicar su número de inscritos. Resulta asombroso que en una ciudad de algo más de 110.000 habitantes se agote una inscripción de 10.000 dorsales en pocas horas, cuando otras pruebas, que se celebran en ciudades con mucha mayor población tardan semanas e incluso meses. Pero eso será, tras el experimento de su celebración en sábado durante estas dos últimas ediciones, algo que se decidirá mediante votación.

Cada vez son más los atletas foráneos que se apuntan a vivir esta experiencia y para los de Jaén resulta todo un reto hacerse con un dorsal, convertido en un preciado objeto de deseo. Retos para una prueba que debe afrontar si no quiere morir de éxito. Además, en redes no faltaron las críticas como la falta de camisetas de determinadas tallas o el hecho de entregar la medalla junto a la bolsa de corredor y no al finalizar la prueba, como sería lógico.

Algo más que un sentimiento

La San Antón es difícil de explicar, sobre todo para quien no la ha experimentado en primera persona. Un reto deportivo aliñado de elementos que la hacen diferente, por que la carrera es también fuego, lumbre, tradición, rosetas y el calor que transmiten los jienenses que pueblan sus calles y que dan el aliento necesario a todos y cada uno de los corredores.

Es esos padres que la sufren y disfrutan por igual junto a sus vástagos, es la tradición de ir sumando ediciones, el pesar de aquellos que se quedaron con las ganas por culpa de una inoportuna gripe, es una carrera con ADN cien por cien jaenero e incluso el recuerdo de aquellos que ya no están. Tanto que hay quien opina que si no has participado en la San Antón y sus lumbres, «ni eres de Jaén, ni na».

Algunos sueltan la vara aceitunera y se calzan las zapatillas de running para no faltar a una tradición irrenunciable.

Tampoco faltaron los habituales disfraces, los atletas empujando los carros de sus hijos pequeños o de familiares enfermos y las ganas de diversión, porque al fin y al cabo la San Antón es eso. Un sentimiento mágico que no para de crecer. Y que la lluvia quiso respetar.

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