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Bernardo Silva celebra un gol con la selección portuguesa./ Afp
Bernardo Silva: el otro Silva del Valencia

Bernardo Silva: el otro Silva del Valencia

Portugal ·

El luso se hace hueco en la constelación de estrellas del Manchester City. El Benfica anunció por error en 2014 que los derechos del jugador pertenecían al club de Mestalla

PEDRO CAMPOS

Viernes, 1 de junio 2018

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El Valencia tuvo un Silva en el campo y otro sobre el papel. La afición de Mestalla disfrutó con David, el genio de Arguineguín que sufrió cedido en el barro de Eibar para coronarse como blanquinegro. Lo hizo hasta que la bolsa de Abu Dhabi repleta de dirhams pudo más y voló hacia Manchester para lucir el azul del City. Y por allí ha aparecido Bernardo, el otro Silva, un portugués todavía más menudo que el canario pero gigante igualmente en magia. Viajó hacia Inglaterra desde Mónaco a cambio de 50 millones de euros más 30 variables en cinco temporadas. La entidad del Principado lo había rescatado del Benfica en 2014. Estuvo una temporada como cedido y al acabar fichó de manera definitiva por 15 millones. Y ahí es donde aparece el Valencia, que por arte de magia resultó ser dueño de los derechos federativos del jugador.

La prestigiosa revista 'France Football' había publicado información comprometida de futbolistas famosos -documentación sobre sus contratos, costes de traspaso y salarios- a través de las filtraciones de Football Leaks. Una de ellas revelaba que en los documentos contables que tuvo que aportar el Benfica al cotizar en Bolsa sobre el tercer trimestre de la temporada 2014/2015 aparecía el nombre de Bernardo Silva vinculado al Valencia. Figuraba que era el club español la entidad adquiriente del futbolista. El equipo lisboeta tuvo que hacer público un comunicado admitiendo el error, llegó a decir que había sido tipográfico, y de paso desveló que recibió el dinero por adelantado a través de XXIII Capital Limited y que luego la entidad monegasca pagó a este fondo de inversión.

Pero si en esta ocasión apareció su nombre en un papel, en otra fue protagonista en una transacción que le iba a llevar al Valencia. Meriton, la empresa del magnate singapurense Peter Lim, y el Benfica pactaron que tres futbolistas de la cantera lisboeta recalarían en Mestalla en el verano de 2014 calcando la fórmula utilizada para hacer llegar a Rodrigo Moreno y Andrés Gomes en el mercado de invierno. Por 45 millones lucirían el escudo del murciélago los jugadores Bernardo Silva, Cavaleiro y Joao Cancelo. Así lo escribió toda la prensa especializada de Portugal. Pero al final, sin saber todavía qué pasó, solo llegó a Mestalla el lateral derecho. Bernardo Silva recaló en el Mónaco cedido con una opción de compra y Cavaleiro arribó al Deportivo de la Coruña.

Bernardo Mota Veiga de Carvalho e Silva (Lisboa, 10 de agosto de 1994) apareció en 2002 por el Campus Caixa Futebol del Benfica. Las patadas al balón las había dado hasta ese momento en el patio de la casa de sus abuelos. Allí golpeaba las paredes mientras que en el césped sintético del colegio Valsassina ya dejaba alucinados a sus compañeros.«Tenía siete años cuando llegó al Benfica», relata Helena Costa, una de las entrenadores del Benfica. «En el último día del proceso de selección, cuando ya creíamos que no íbamos a encontrar a nadie más, miré al campo y vi a un pequeño niño de pelo largo que sorteaba a toda la gente con su pierna izquierda. Era imposible no ver su talento natural. Nació con él«, destaca Costa.

En el club lisboeta fue quemando etapas, aunque no sin dificultad. Su escasa estatura tiraba para atrás a algunos entrenadores, especialmente entre los 12 y 17 años. Pero su fantasía se iba imponiendo, sobre todo con el apoyo de Joao Tralhao, su técnico en el sub-19. «Desde el primer día destacó por su talento excepcional. Impresionaba por su inteligencia y capacidad técnica. Percibió que para alcanzar el nivel que ambicionaba tendría que sacrificarse y entrenar todos los días a la máxima intensidad. En cuanto a su baja estatura, si un jugador tiene dificultades en los duelos uno contra uno y con contacto físico solo tiene una solución, evitarlos. En este aspecto, Bernardo Silva siempre fue un maestro para adaptar su estilo de juego a sus características físicas y morfológicas«, relata. Además, era un chico muy sentido. »Es benfiquista desde pequeño. Lloraba con la derrota aunque no tuviera la culpa. Es un joven equilibrado, muy inteligente«, relata Helena Costa, algo que reafirma Joao Tralhao: »Es un chaval extremadamente educado y con valores muy elevados. Siempre ha tenido un comportamiento social excepcional con todos, desde colegas, entrenadores o directores. Es un excelente elemento de grupo, que promueve un ambiente positivo«.

El 'pequeño Messi'

En el equipo filial se hizo con el poder. Mandaba su juego. Jugó 38 partidos y anotó 7 goles. Tuvo incluso la oportunidad de practicar con el primer equipo. Pero ahí se topó con Jorge Jesús, el técnico que le probó de lateral izquierdo. Bernardo Silva estuvo a punto de dejar el equipo. No se sentía comprendido por el entrenador. «Siempre confió en él, pero necesitaba que creyeran en él las personas que estaban a su alrededor. Recuerdo que tuvimos una conversación en la que le transmití lo que pensaba sobre su futuro y en aquel momento sentimos que iba a ser su año. Mi papel con él fue simplemente ayudarle a creer en sí mismo», enfatiza Joao Tralhao.

Todo ello ocurría cuando ya lideraba la selección sub-21 de Portugal, que se proclamó subcampeona de Europa con el hijo de Mota y María en el equipo ideal del torneo y cuando se le bautizaba como 'Messizinho' o el 'pequeño Messi'. «Hay muchas similitudes entre los dos. Bernardo es un jugador que se siente cómodo en varias misiones en el juego. Puede ser decisivo y muy influyente en la construcción de juego y para controlar los ritmos, así como ser eficaz en situaciones de crear oportunidades de gol para los compañeros o incluso marcar. Solía decirle que un día iban a hacer una dupla temible porque ambos hablaban el mismo lenguaje del fútbol», afirma Joao Tralhao.

Tras su etapa portuguesa salió al Mónaco y subió al olimpo. Eso sí, su amor por el Benfica es infinito. Se ha tatuado en su cuerpo la leyenda 'E Pluribus Unum' ('De muchos, uno'), lema que lleva la entidad en su escudo. Bernardo Silva tiene a Rui Costa como su gran referente -oficiaba de recogepelotas para estar cerca de su ídolo-, aunque también admira a Zidane e Iniesta. Pero si recuerda a un compañero, ese es Pablo Aimar, el exvalencianista, con el que alucinaba en los entrenamientos. En cuanto al rival que más le ha costado superar, siempre cita a Pirlo, y tiene claro que nunca jugará ni en el Oporto ni el Sporting de Lisboa. «Son los dos únicos clubes en los que me niego a jugar por más dinero que me ofrezcan», dijo en su día Bernardo Silva.

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