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Perico Delgado y Miguel Indurain en el Tour de 1991
Indurain no podía compartir habitación con Perico... por ‘glotón’
Biografía

Indurain no podía compartir habitación con Perico... por ‘glotón’

«Lo siento pero lo estoy pasando muy mal contigo, me haces sentir mucha hambre», le confesó el navarro al segoviano en el Tour de 1991

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Miércoles, 28 de marzo 2018, 19:16

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A principios de los 90 se vivió la mejor época ciclista de la historia de España. Tras años de disfrute con las gestas, y también con las decepciones, del imprevisible Perico Delgado, se confirmó en 1991 lo que se intuía desde meses antes: Miguel Indurain estaba preparado para ganar una gran ronda por etapas de tres semanas. Primero rozó el triunfo en la Vuelta, pero la suspensión de un día de montaña le relegó a la segunda plaza en favor de Melchor Mauri y entonces llegó el Tour de Francia después de las grandes sensaciones ofrecidas en los meses previos con victorias en la París-Niza y Volta a Catalunya.

Los directores del Banesto, Eusebio Unzué y José Miguel Echávarri, decidieron que sus dos grandes bazas, el ilustre segoviano, ganador en 1988 y en los cajones del podio en las ediciones de 1987 y 1989, y el prometedor navarro compartirían liderazgo... y habitación en Francia después de que en el Tour del 90 la ‘leyenda’ fuese cuarto y el joven décimo. La transición la dictaría el recorrido de la ‘Grand Boucle’.

Dos líderes y una habitación

Una de las dos decisiones tuvo que cambiarse antes de que la carrera situase a ‘Miguelón’ como el jefe de filas. Según recoge la biografía ‘Indurain, la historia definitiva del mejor corredor del Tour de Francia’ escrita por Alasdair Fotheringham la alimentación frustró la convivencia entre el cinco veces ganador del Tour de Francia y el que había sido hasta aquel año su líder. El propio Perico relata que un día se encontró con otro ciclista en la habitación. «Le pregunté: ‘Oye, ¿qué pasa con Miguel?’ y me contestó: ‘No quiere estar en la misma habitación que tú’. Mi primera reacción fue ‘¿Quéééé?’, pero entonces fui en busca de Miguel y le pregunté que había pasado y me respondió: ‘Uf, Pedro, lo siento pero lo estoy pasando muy mal contigo en la habitación’».

«‘Uf, Pedro, lo siento pero lo estoy pasando muy mal contigo en la habitación’. Ya he sufrido bastante sobre la bici para encima tener que aguantar cómo te pones las botas’»

La razón por la que Indurain le pidió el cambio a Delgado se debía a que el navarro sufría para cumplir de modo estricto su alimentación. «Es porque me haces sentir mucha hambre», le confesó Indurain a un Perico que relata así este episodio previo a que empezar a sumar premios sin parar: 5 Tour de Francia, 2 Giro de Italia, el título mundial de contrarreloj de 1995 o el oro olímpico de Atlanta 96, el récord de la hora. «Es cierto que Miguel debía controlar su peso, y figúrate, llega a la habitación después de la etapa y me encuentra allí atiborrándome con un bocadillo, una cerveza, unos pastelitos y tal vez suelto un gran eructo después, mientras que él solo toma un poco de muesli. Creo que en algún momento Miguel me dijo ‘Ya he sufrido bastante sobre la bici para encima tener que aguantar cómo te pones las botas’».

Fuerza de voluntad

Era habitual que en aquellos años, cuando acababa la competición, Indurain ganaba kilos en los invierno, momento en el que se relajaba un poco con la dieta. Su fuerza de voluntad de enero a septiembre era admirado por sus compañeros. «Se cuidaba, no era ambicioso y eso nos facilitaba mucho la gestión de la carrera ante adversarios muy, pero que muy fuertes. Además tenía la suerte de los campeones, nunca tuvo caídas ni lesiones. Solo le fastidiaban las alergias y de manera ocasional», rememoraba Julián Gorospe.

«Miguel debía controlar su peso, y figúrate, llega a la habitación después de la etapa y me encuentra allí atiborrándome con un bocadillo, una cerveza, unos pastelitos y tal vez suelto un gran eructo después, mientras que él solo toma un poco de muesli»

Y es que ‘Miguelón’, que «enganchó hasta las abuelas al Tour y al ciclismo, y era por su forma de ser, la forma de hacer las cosas, la humildad... y hay no había ninguna careta, él era y es así» según recuerda su masajista de confianza Vicente Iza, no era de quejarse. «Si era un gran ciclista, como persona no se le puede comparar con nadie. Estuve a su lado desde los 18 hasta los 32 años y nunca levantó la voz a nadie, ni siquiera cuando jugaban a las cartas», explica Manuel Arrieta, que fue 30 años auxiliar de Reynolds y Banesto. «Aún me emociono cuando recuerdo que me llamó a la habitación al ganar su primer Tour para regalarme el maillot amarillo de su primer Tour».

Val Louron cambió todo

Aquella carrera que Indurain se llevó gracias a que un 18 de julio, en una etapa que arrancó en Jaca y terminó en Val Louron, reventó el Tour bajando el Tourmalet. «Dejó al país helado. Me llamó hasta Javier Gómez Navarro, el secretario de Estado para el Deporte, alarmado de lo que había oído en las radios para preguntarme que había pasado con Perico. El país lo quería a él. No quería renunciar a su manera de ser. Pero entonces el tiempo nos dio una lección. Nadie puede luchar frente al tiempo. Ni para Bugno ni para Lemond ni para Fignon ni siquiera para Delgado, que acabó noveno en este Tour. Y el publico era, sobre todo, de Perico, porque tiene otro carácter. Yo quiero mucho a Perico, pero también quiero a Indurain. Yo nunca dejé de ir con Perico en las contrarrelojs», confesó hace unos años Echávarri a ‘Público’.

Si le dejó atrás Indurain, tranquilo, callado, calmado y capaz de aguantar casi todo sobre la bicicleta pero al que le superaba la faceta ‘glotona’ de Perico en la habitación.

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