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Los participantes han conformado equipos para poder culminar los videojuegos antes de la tarde de hoy.

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Los participantes han conformado equipos para poder culminar los videojuegos antes de la tarde de hoy. RAMÓN L. PEREZ

Granada busca a su propio Miyamoto

Un centenar de personas participan desde el viernes en la extensión local de la Global Game Jam | Desarrolladores, dibujantes, músicos y guionistas se suman a una iniciativa destinada a relacionar talentos vinculados con los videojuegos

Pablo Rodríguez

Granada

Domingo, 28 de enero 2018, 01:36

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En 1981, el joven diseñador Shigeru Miyamoto tuvo una idea. ¿Por qué no introducir las historias de Popeye en las máquinas recreativas? Como lector de cómic adoraba el triángulo que conformaban Olivia, Brutus y el singular marino, y creía que aquel universo podía atraer a los jugadores del momento. Así que habló con Hiroshi Yamauchi, presidente de la compañía en la que trabajaba, y diseñó un sistema de plataformas en el que introdujo a unos personajes inspirados en los protagonistas de las tiras cómicas. Brutus pasó a llamarse Donkey Kong, Olivia tomó por nombre Pauline y el simpático Popeye cambió de profesión, se dejó bigote y comenzó a ser conocido, tras pasar por diferentes etapas, como Mario. Fue el nacimiento de una leyenda que erigió al desarrollador japonés en uno de los mitos de la industria del videojuego y culminó en 2012 con la concesión del Premios Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Hoy en día, millones de personas de todo el mundo estudian y trabajan para acercarse al legendario desarrollador japonés. Ser capaces de crear una buena historia y desarrollar un sistema adecuado que permita al jugador disfrutar de la concepción son los objetivos de los futuros profesionales del videojuego. Desde el viernes, a través de la iniciativa Global Game Jam, muchos de ellos se reúnen en distintos puntos del planeta para disfrutar de su pasión y diseñar juegos juntos. También Granada.

La ciudad acoge por segundo año la extensión local del evento, organizado por las asociación de desarrolladores de videojuegos de Granada con la colaboración de la Escuela Superior de Arte y Diseño de Andalucía (Esada) y el Ayuntamiento de Granada. Alrededor de un centenar de participantes se han sumado a la actividad, el doble que el año pasado en lo que es un síntoma más del creciente interés que la industria del videojuego despierta en la sociedad.

Vídeo. RAMÓN L. PÉREZ

Casi veinte equipos diferentes concurren en esta nueva edición, que cuenta con sus propias reglas. «Los participantes tienen 72 horas para diseñar un videojuego o un juego de mesa que tiene que llevar por temática algo relacionado con la transmisión», cuenta Alfonso López, director de la asociación de desarrolladores de videojuegos de Granada. Así, desde el viernes por la tarde, cuando arrancó la cita, programadores, desarrolladores, diseñadores gráficos, dibujantes, guionistas y músicos trabajan sin descanso para culminar sus proyectos. «Estamos muy contentos porque el ambiente de este año es sensacional, la temática escogida es muy interesante y creo que al final del evento tendremos muchos proyectos cerrados», cuenta.

En la calle Trinidad, donde se celebra la cita, no hay, como podría pensarse si uno se deja llevar por absurdos clichés, adolescentes disfrazados ni 'freaks' pegados a la pequeña pantalla. El ambiente es más parecido al de los coworkings que pueblan Granada. Armados con ordenadores, teclados y lápices digitales los participantes colaboran entre sí para ponerlo todo en marcha y lo hacen a contrarreloj. Antes de la tarde del domingo deben estar los proyectos terminados.

«La organización y la división del trabajo es muy importante», cuenta uno de los participantes. En su equipo son mayoría los estudiantes de informática. Mientras unos pican código, otros avanzan en el desarrollo de la música y crean los diseños que el jugador usará más tarde. «Es un trabajo lento -asegura-. Hay un tiempo para construir el videojuego, pero también para encontrar los fallos y tratar de solucionarlos antes de que termina la 'jam'».

En eso están también Francisco Higuera y Elena García. Los dos jóvenes son muestra de la heterogeneidad de los gustos de los participantes. Mientras jugar a videojuegos es la pasión de él, ella pone el acento en el desarrollo y el trabajo en equipo. «Diseñar videojuegos es mi deporte», asegura. Artista digital -diseña directamente en la pantalla-, asegura que lo que de verdad le motiva es el «reto de la creación». «Nos obliga a trabajar en equipo, a contrarreloj, a competir pero sin olvidar que hay que ayudar a los demás porque eso nos permite aprender más», confiesa Elena.

Las conversaciones fluyen bajo el martilleo constante de los dedos sobre las teclas. En la mente de todos está el resultado final, el videojuego, un producto que ha derribado todos los límites y que reúne cada vez más a jóvenes y mayores, sin distinción de sexo. «Es una moda -advierte Elena García-; pero una moda que ha venido para quedarse». «Irá a más, esto es solo el principio», dice Eduardo Sánchez, uno de los participantes.

«Diseñar videojuegos es mi deporte: nos obliga a trabajar en equipo, a contrarreloj»

Los datos dan la razón a los dos. Desde hace años, la industria del videojuego ha superado los beneficios del cine. En España, las empresas del sector rozan los 10.000 empleados y aportan el 0,11% del PIB nacional, cifras que podrían parecer exánimes pero que arrastran un importante crecimiento en los últimos años. Todo parece a punto para el despegue, aunque aún quedan flecos por amarrar. «Aún no estamos a la altura de Francia o de otros países vecinos y muchos de nosotros probablemente tengamos que irnos fuera del país para poder trabajar en esto porque las ayudas no llegan al sector y la educación aún no está formalizada», recuerda Pablo Martínez, otro de los participantes.

Es ahí donde habrá que poner el acento próximamente. En el ámbito andaluz, ciudades como Málaga o Sevilla han dado ya sus primeros pasos con apoyo institucional para intentar desarrollar un tejido empresarial propio. Incubadoras, congresos y ayudas se han puesto en marcha para apoyar a los nuevos estudios que están surgiendo en torno a las universidades y las escuelas. Granada, mientras tanto, anda algo más atrás. Aunque la Universidad de Granada está desarrollando iniciativas para formalizar estudios enfocados específicamente a los videojuegos y el Ayuntamiento está atento a las propuestas del sector, las señales más potentes vienen desde lo privado. A nivel educativo, la Esada, por ejemplo, planea un grado oficial específicamente sobre creación y desarrollo de videojuegos; y en cuanto a promoción y conformación de un público en la provincia, Granada Gaming se está posicionando como uno de los grandes eventos sobre el género en Andalucía. Por su parte, la extensión granadina de la Global Game Jam vendría a apoyar a aquellos valientes que quieran intentar la aventura empresarial.

«¿Quién sabe? ¿Por qué Granada no puede tener un Sid Meier -creador de juegos como Civilization- o un Shigeru Miyamoto?», se pregunta Alfonso López. En los rostros de los participantes que se afanan estos días en la Esada por completar sus proyectos hay algo de la valentía, de la curiosidad, de la inteligencia, de la capacidad, de la pasión de aquel joven japonés que quiso llevar a Popeye a las recreativas y acabó revolucionando el ocio del siglo XXI a través de la figura tosca, bigotuda y adorable de Mario, Super Mario. ¿Por qué no?

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