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El guionista y escritor lorquino Agustín Martínez. Amaya Aznar
Crimen en Portocarrero

Crimen en Portocarrero

El tercer estante ·

Agustín Martínez ubica su segunda obra, con aspiraciones de ‘best seller’, en un desierto almeriense huraño y rudo, como los personajes de una novela negra de ágil y agradable lectura

Miguel Cárceles

Almería

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Jueves, 7 de septiembre 2017, 11:01

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Cuando Jacobo pierde su empleo como experto en seguridad en una agencia europea de ferrocarriles, a él y a su familia –su esposa y su única hija– no le queda más remedio que ‘des-emigrar’ y volver al poblado en el que nacieron los padres de ella. Portocarrero, que bien pudiera ser un lugar inventado, se ubica en la historia en la provincia de Almería, en el desierto, en medio de la nada, allá donde sólo crece la mala hierba. Y puede que como una simbiosis con el terreno que les circunda, sea eso lo que acabe devorando su situación familiar y su propia vida.

Unos desconocidos asesinan a Irene, su esposa, y le dejan a él en coma. Cuando logra despertar advierte que la principal sospechosa de haber concertado el crimen es su hija, Miriam, de 14 años, una joven perdida, renegona –como la mayor parte de los adolescentes de su edad– pero absolutamente inocente a ojos de su padre y de su abogada, Nora, una joven letrada almeriense que se ve obligada a lidiar con un pueblo indomable y huraño y con un guardia civil rudo y terco en su persistente carrera para demostrar la desvinculación de la joven del crimen de Portocarrero.

Con todos los ingredientes de una novela negra de las que marcan una temporada, de un gran ‘best seller’, la narración del lorquino Agustín Martínez –es su segunda obra tras el bombazo editorial que supuso Monteperdido, también bajo el sello de Plaza & Janés– nos traslada a una Almería poco agradable. Más bien al contrario: un terreno inhóspico, desapacible, poblado por gentes que parecen talladas del mismo modo que el paisaje, con la fuerza y la tosquedad del viento, la lluvia a chaparrones y un sol drástico y sin piedad. Sus paisajes reconocidos para el lector nos llevan a localizar Gérgal, Tabernas, la A-92, el Mojácar de los años 90 y la propia ciudad de Almería, en la que se dibuja a la perfección un espacio urbano en uno de los pasajes más claramente identificables de la narración: un entierro en el Tanatorio municipal Sol de Portocarrero.

Pero además, la buena documentación con la que ha jugado Martínez para la construcción de su relato ágil, de agradable lectura, lleva incluso a proponer el aperitivo para que, quienes lo deseen, investiguen sobre la existencia de aldeas y anejos despoblados en las comarcas del interior de Almería. El Portocarrero en el que Martínez ubica su historia es uno de ellos. Este pequeño poblamiento, de unas 30 casas en el periodo de mayor esplendor, es ahora un núcleo fantasma en la rambla de Gérgal. Un espacio con un entorno bellísimo en el que no queda en pie casi ninguno de los tejados que anteriormente guarecían a sus pobladores. Pero allí –que se sepa– jamás hubo ningún crimen por el estilo. Y menos aún hace poco tiempo, con los teléfonos móviles en cualquier bolsillo.

La mala hierba

Agustín Martínez

Ficha técnica

Editorial: Plaza & Janés

Páginas: 416, tapa blanda con solapas

Precio: 17,90 euros (8,99 euros en e-book)

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