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La Alhambra, toda encalada

La Alhambra, toda encalada

Un montaje fotográfico del dibujante de cómic italiano Werner Maresta ofrece una idea aproximada de cómo pudo ser hace siglos

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Viernes, 20 de abril 2018, 01:35

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La Alhambra fue blanca alguna vez. Si no estaba completamente encalada, había muchas partes que sí. Son suposiciones derivadas de estudios sobre el monumento granadino y de las catas arquitectónicas que se realizaron hace una década. El blanco es el color del Islam, no solo por cuestiones decorativas, sino por ser considerado símbolo del poder y señal de buen augurio. Es la luz y representa la divinidad. Por eso, la Alhambra, en su estado original, según cuentan sus paredes, pudo estar recubierta de cal en sus tapiales exteriores, como lo está su vecino barrio del Albaicín.

En su interior era todo lo contrario. La paleta de los artistas nazaríes era amplia. Las huellas de aquel arco iris cromático llevado hasta la exageración aún se pueden apreciar en sus paredes y en sus piezas decorativas. Estas teorías sobre los colores de la Alhambra fue lo que contó en un recorrido por Granada la arquitecta y guía Blanca Espigares Rooney, de Masquetours, a un grupo de personas entre las que se encontraba Werner Maresta, italiano de 42 años que lleva media vida residiendo en Granada y que es un reconocido dibujante de cómic en su país. Al volver a casa, después de escuchar que el conjunto monumental pudo ser blanco en su estado original, que no contaba con el Palacio V entre sus edificios y que una mezquita se levantaba donde hoy se ubica la Iglesia de Santa María de la Alhambra, Werner decidió experimentar y recrear esa visión imaginaria en su ordenador con la ayuda de un programa de retoque fotográfico. Cogió una fotografía de la Alhambra desde el Albaicín, borró el Palacio Carlos V, cambió la torre-campanario de la iglesia por un minarete, eliminó los cipreses que hoy rodean los muros alhambreños -no siempre estuvieron ahí- y dejó la Torre de la Vela sin campana. El resultado es la imagen que ilustra esta página, una visión de una Alhambra extraña al ojo actual, acostumbrado a una ciudad palatina desnuda de cal y con la huella del paso del tiempo impregnada en sus muros.

La reconstrucción digital de Maresta «es más un juego un trabajo», indica el propio creador. «Participé en un tour con Blanca sobre la expansión urbana de Granada. A pesar de mi interés por la historia medieval y local, durante el paseo me enteré por primera vez de que la Alhambra en origen podría haber estado encalada, así que, cuando volví a casa, abrí Photoshop y traté de visualizar su aspecto original, digamos que del siglo XV. La reconstrucción no es del todo perfecta, como algún comentario me ha desvelado en Facebook. El Peinador de la Reina, por ejemplo, no debería estar. De todas maneras la imagen me resultó curiosa y la publiqué en Facebook. Nunca podría haber imaginado que despertara tanto interés», detalla. Así ha sido. La visión de esa Alhambra blanca ha tenido un éxito extraordinario en la red social. Ha gustado tanto que ha sido ya compartida dos centenares de veces.

Tapial calicastrado

«Basta con mirar en la Torre de la vela o en la del Homenaje y ver los restos de ese encalado. El modo de construcción de los muros era un encofrado de madera con conglomerado Alhambra, que es como se conoce al tipo de tierra que hay en la colina. Se le llama tapial calicastrado, por la costra que lleva por fuera. Se hacía por capas. Ponían una capa, la prensaban, la dejaban secar y ponían la siguiente. En la primera capa utilizaban cal que al retirar el encofrado quedaba en el exterior», detalla Blanca Espigares, quien recomienda la lectura del libro de Pedro Salmerón, donde se explica perfecamente el proceso. En este sentido, no se trata de que estuviese pintada exteriormente, sino que los propios materiales utilizados le conceden ese aspecto. El paso del tiempo ha hecho que esa capa de medio centímetro aproximadamente haya desaparecido.

«Deberían hacerse más catas en más paramentos para certificar que había más zonas blancas. La recreación de Werner no es perfecta, porque hay elementos que corregir, pero si es verdad que es un ejercicio de imaginación muy interesante que no permite pensar cómo pudo ser», opina la arquitecta. Blanca o rojiza, es cuestión de gustos. Llamativa, en cualquier caso sí es la imagen.

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