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Gorafe, desde la Cueva de la Luna, de Los Algarves.
Gorafe, el Shangri-La occidental

Gorafe, el Shangri-La occidental

Esta población del norte de la provincia es uno de los principales enclaves prehistóricos de Europa

JESÚS ÁVILA GRANADOS

Lunes, 16 de mayo 2016, 01:57

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James Hilton muy bien podría haberse inspirado en Gorafe, en 1934, para escribir su inmortal obra: 'Horizontes perdidos', mejor conocida como 'Shangri-La' (el sol y la luna en el corazón), cuando descubrió el fascinante escenario del Himalaya acurrucado en el Tibet, y conocido por las gentes del lugar como 'Gyaitang', la llanura real.

Después de haber descubierto Gorafe, y su mágico término, al norte de la comarca de Guadix, no me cabe la menor duda que este lugar, tan próximo a nosotros y, lamentablemente, tan desconocido, necesita de un viajero que inmortalice estas tierras, para transmitir al mundo que el paraíso también lo tenemos en el corazón de la provincia de Granada.

Gorafe es un pueblo secreto, oculto, que no se desvela a los ojos del viajero hasta que no lo tenemos encima mismo. Pero para ello es preciso romper la barrera del silencio que impone penetrar en las gargantas que se abren entre las llanuras del Altiplano, tostadas por el sol y secadas por el viento fresco y seco de las nevadas montañas; recordándonos que el río Gor, a lo largo de la historia, ha sido el mejor escultor de esta singular obra de arte, donde la geología cobra otra dimensión, y la carretera se interna buscando este pueblo, que fue creado por los hispano-musulmanes sobre el terreno más áspero, para respetar las zonas más fértiles, dedicadas al cultivo; siguiendo los mismos cánones de hábitat que hemos visto en pueblos del Mahgreb. La particularidad de esta población es que el viajero no lo contempla hasta tenerlo a pocos metros, porque la carretera GR-6100, después de abandonar la A-92-N, y recorrer una agradable recta de 10 kilómetros, desciende entre desfiladeros de vértigo, para perderse en las profundidades, ante la atenta mirada de buitres leonados, águilas perdiceras y demás aves que colonizan las paredes de estos barrancos.

Ya en la población, no tardamos en advertir que Gorafe no muestra un diseño urbanístico rectilíneo, con manzanas estructuradas y plazas, porque las viviendas surgen por sorpresa agarradas como racimos de viñedos a las paredes de la roca caliza, mostrando sus fachadas encaladas y unas chimeneas que arrancan del suelo y permiten esa corriente de aire necesaria para establecer un equilibrio climatológico en estas viviendas durante las cuatro estaciones.

Decía el alcalde, Miguel Pérez Navarro, que recientes estudios médicos han demostrado que dormir en una de estas viviendas-cueva -conocidas por las gentes del lugar como los covarrones- mejora notablemente la calidad del sueño y beneficia el descanso. Y es cierto, como he podido comprobar. El 90 % de las viviendas de este pueblo son troglodíticas. Es probable que esta circunstancia influya a que la longevidad de los habitantes de Gorafe sea superior a la de otros lugares de la geografía hispana.

La tradición de habitar en cuevas es muy antigua en este lugar; sobre las chimeneas de cal y los abetos de pitas que recuerdan la mediterraneidad de este lugar, se alza un acantilado de origen fluvial a modo de poderosa muralla de piedra caliza, en la cual vemos abrirse numerosas hornacinas que están comunicadas entre sí, formando una ciudad subterránea conocida como 'Los Algarves'. Dentro de estas viviendas, según los restos arqueológicos encontrados, se asentaron los almohades; el historiador árabe al-Idrisi, cuando visitó esta plaza, la citó en sus crónicas con el nombre de 'Gaurab', una alquería perteneciente a la zona de Guadix; topónimo que se traduce como 'cámaras altas', o 'bajo la altura'; ambas definiciones serían del todo correctas, dadas las características de este termitero humano, que pide a gritos una rehabilitación para ser descubierto por un turismo amante de la arquitectura tradicional en todas sus formas.

Cerca de 280 dólmenes

Pero si Gorafe es un lugar ideal para vivir, también fue tierra sagrada para el descanso eterno, como lo confirma la enorme cantidad de monumentos megalíticos que, en forma de dólmenes, salpican los 77 kilómetros cuadrados de su municipio. Estas cámaras funerarias están orientadas con la boca de acceso mirando a levante; por lo tanto, la sacralidad de estas construcciones es más que evidente, ya que el astro rey penetra en ellas al amanecer, y, como hemos podido constatar, el primer rayo del solsticio de invierno entra en la cámara sepulcral a través de una hendidura que se abre entre la losa del corredor y la de la cámara principal, iluminando la estancia con el primer rayo solar; y si a esto le añadimos que todos los dólmenes, como confirma el péndulo, fueron levantados sobre puntos de energía telúrica, según establecía el druida de la tribu, hace cinco milenios, durante el Calcolítico, quedamos asombrados de la importancia socio-cultural de estas construcciones, cuya magnitud supera con creces la de otras zonas del mundo occidental.

Pero antes de proceder al descubrimiento de los dólmenes, hicimos una visita al CIM (Centro de Interpretación Megalítica), que, desde 2011, está abierto en el centro de la población, y a cuyo frente se encuentra como guía Rocío. El recinto, de 600 m2, llama la atención por su diseño en forma de laberinto prehistórico; su pasillo interior que se desarrolla en forma helicoidal, imita a un sepulcro megalítico con su cámara y corredor que lleva al visitante a través de un viaje por el túnel del tiempo, porque, en espacios intermedios, tenemos la oportunidad de admirar las formas de vida de estas sociedades prehistóricas.

Una vez terminada la visita a este espectacular recinto, el visitante ya está preparado para iniciar el descubrimiento de unos sesenta dólmenes, clasificados en tres rutas, debidamente señalizadas (Ruta del Llano de Olivares; Ruta del Conquín, y Ruta de Majadillas). Precisamente en uno de los dólmenes de ésta última, concretamente en el número 77 de Majadillas, en la campaña del año 2000 apareció una estela funeraria, con la representación de un individuo tocado (con tres plumas) y portando un bastón en su mano derecha, que evoca la figura de un chamán; confirmando el episodio cultural de la humanidad prehistórica cuando la sociedad pasa del matriarcado al patriarcado. Tampoco podía faltar el elegante vaso campaniforme, una de las formas de cerámica más evolucionadas de la historia de la humanidad, que tiene en la península Ibérica sus mejores manifestaciones.

A poca distancia de Gorafe, por la carretera GR-6100, se halla Alicún de las Torres, cerca de la Rambla de Olivares, donde los ríos Gor y Fardes se encuentran, ya en el municipio de Villanueva de las Torres. Alicún nos sorprendió muy gratamente porque era un verdadero oasis en medio de un terreno estepario; un vergel creado por unas aguas termales de fuerte mineralización que, a lo largo del tiempo han ido configurando lo que se conoce como 'Acueducto del Toril', a modo de unas acequias creadas por el hombre para un mejor aprovechamiento de las bondades de estas aguas. Pero lo sorprendente es que, según las dataciones del C14, estas construcciones hidráulicas se remontan al Paleolítico Superior, muy anteriores, por tanto, a la invención de la Agricultura por las sociedades prehistóricas. Por lo tanto, para los pueblos de las culturas desde el Paleolítico Superior, el uso de estas aguas no tendría una función de utilidad para los regadíos de tierras de cultivo. ¿Entonces, qué finalidad le darían a estas aguas termales hace 25.000 años? Las conducciones han ido subiendo de altura, a consecuencia de la riqueza mineral del agua, constituyendo muros que sorprenden por su estabilidad, a consecuencia de la disposición curvilínea, lo que dice mucho en favor de los conocimientos arquitectónicos de estas culturas pretéritas. Cerca de estas singulares conducciones hemos podido admirar numerosas construcciones megalíticas, cuyos dólmenes también tienen orientadas sus entradas a levante. La proximidad de estos túmulos funerarios con los manantiales y los acueductos nos hacen pensar que podría haber alguna relación entre ambos; si fuese así, sería una revolución para los conceptos que actualmente tenemos del hombre prehistórico.

Viaje al más allá

El hecho de haber construido sus últimas viviendas, en ese viaje al Más Allá tan próximas al nacedero de estas aguas, confirmaría la estrecha relación de estas sociedades con la cultura termal, mucho más antigua que la invención de la agricultura o incluso el fuego. Estas singulares canalizaciones aéreas demuestran el sentido práctico de estos grupos que, en Gorafe, dejaron su condición nómada para convertirse en sedentarios, esperando la llegada de la rotulación del suelo y el riego para fertilizar la tierra.

Las aguas de Alicún de las Torres, declaradas de Utilidad Pública por Decreto en 1870, son sulfatadas, bicarbonatadas, cálcicas y magnésicas, termales, radiactivas y de fuerte mineralización, brotan a 34,5 ºC, y están especialmente recomendadas para el aparato respiratorio, digestivo, piel, riñón, vías urinarias, neurología y, por su carácter sedante, regulan el sistema neurovegetativo.

La Discordancia geológica

Ya de regreso a Gorafe, aprovechando las luces del atardecer, acompañados por el guía local, Manuel Bustamante, descubrimos la zona conocida como 'Los Coloraos'; un territorio de belleza fascinante, creado por los agentes naturales, y de manera especial las aguas de los ríos Gor y Guadiana Menor. La grandiosidad espacial de este profundo valle, caracterizado por los acusados contrastes entre el rojo y el blanco de la arcilla, que nada tiene que envidiar al Cañón del Colorado, nos hace recordar una frase del viajero norteamericano Upton Sinclair: «Las tierras pertenecen a sus dueños, pero el paisaje es de quien sabe apreciarlo». A medida que iban cayendo las sombras del atardecer, las líneas de los estratos de las abismales paredes rocosas, demostraban que allí, frente a nosotros, hubo un extenso lago hace millones de años; la riqueza de fósiles y el afloramiento de cristales de yeso, lo confirmaban.

Era ya de noche, cuando volvimos a Gorafe; las farolas, respetuosas con el cielo, nos permitieron admirar un cosmos en estado puro jamás contemplado. Un mundo de astros y estrellas fugaces jugaban en un firmamento que podíamos casi tocarlo con las manos, desde la plataforma de la cueva de la Luna, de Algarves de Gorafe; fue una sensación que no olvidaremos jamás, haciéndonos comprender la pequeñez del ser humano ante la grandiosidad del cosmos. En aquel paraíso en la tierra, todo parecía surgido de un equilibrio que superaba los límites del tiempo, el espacio y la historia. Gorafe ofrece todos los atractivos para ser incluida en la lista de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

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