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La imagen del pico del Veleta se recorta sobre el cielo desde los peñones de San Francisco. Juan Enrique Gómez
Sierra Nevada, laboratorio del clima

Sierra Nevada, laboratorio del clima

Científicos de todo el mundo estudian los efectos del cambio global en la 'frágil' biodiversidad de las altas cumbres | La vuelta a usos tradicionales del territorio y a actividades sostenibles en la alta montaña, claves para el futuro del macizo nevadense

Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle

Granada | GRANADA

Lunes, 5 de marzo 2018, 00:25

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Vive en los pedregales y cascajales de espacios situados a casi tres mil metros de altitud. Es una pequeña mariposa azulada y ocre, un licénido exclusivo de Sierra Nevada, Agriades zullichi, que se ha convertido en uno de los bioindicadores más claros de los efectos del cambio global, de la modificación del clima y la acción de la antropización sobre los ecosistemas. Esta mariposa tiene un serio problema: solo se alimenta de una planta de pequeño porte almohadillado, Androsace viteliana subespecie nevadensis, también muy exigente en cuanto a las condiciones ambientales que le rodean. El incremento de las temperaturas ha provocado que esta especie de flora endémica de la sierra está ascendiendo en altitud en busca de zonas más frías, reduce sus poblaciones y sube, pero pronto llegará a la cima y después no hay más territorio que colonizar. La planta y su huésped, la mariposa conocida como la Niña de Puerto Lobo, engrosarán el catálogo de las especies extintas.

Es uno de los efectos que investigadores de Parque Natural y Nacional de Sierra Nevada, la Agencia de Medio Ambiente y Andalucía, la Universidad de Granada, implicados en el seguimiento del cambio global han constatado ya con numerosas especies que habitan en zonas que se consideran frágiles por su singularidad, y sobre todo en las más próximas a las áreas de influencia humana. Han comprobado que los usos no sostenibles de ese territorio, con especial incidencia de actividades derivadas de prácticas inadecuadas con el medio natural por parte de la estación de esquí, malos hábitos de montañeros, deportistas, visitantes, e incluso de quienes viven de los beneficios ecosistémicos del territorio, debilitan la capacidad de la naturaleza para asumir los impactos y reduce sus posibilidades de recuperación, lo que conlleva dejar paso libre a los efectos negativos de la evolución del clima.

Incrementar la roturación de laderas para adecuarlas a las necesidades de los deportes de invierno; aumentar las emisiones derivadas de los sistemas de climatización de las urbanizaciones; el tráfico en épocas de afluencia masiva a la estación; la deriva de arroyos para usos no sostenibles del agua, y otros muchas actividades necesarias para el mantenimiento de ésta o cualquier otra estación invernal, provocan problemas de erosión que no solo afectan de forma directa a las comunidades vegetales y a la fauna que vive de ellas, sino que generan un incremento paulatino de las temperaturas en el entorno y se abre el camino hacia los peores efectos de la evolución climática.

Científicos del Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada, afirman que las temperaturas suben sin remedio en las altas cumbres; desciende la pluviometría y la cantidad de nieve caída en el cómputo anual baja considerablemente. Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, que estudian la existencia de hielo fósil en los glaciares de la sierra, aseguran que el nivel de 'permafrost', el hielo que aún se conserva de forma subterránea, es cada vez menor, y en la superficie de las altas cumbres, ya no existen las nieves perpetuas.

Pero no solo las infraestructuras y su uso no sostenible abren paso a los efectos negativos del cambio climático, visitantes, montañeros, ciclistas... el ecoturismo en general tienen una gran parte de responsabilidad en el mantenimiento del equilibrio de los ecosistemas. La mala praxis en el uso de la montaña tiene consecuencias inmediatas. Andar fuera de caminos y senderos recolectar plantas, circular con bicicletas de montaña por sendas y veredas, generan problemas de erosión, aplastamiento de matorral y brotes de plantas, e incluso la destrucción total de pequeñas poblaciones vegetales cuya existencia depende de muy pocos centímetros de sustrato. La alta concentración de personas en determinadas zonas, sobre todo en las altas cumbres, ha provocado ya la alteración de ecosistemas rupícolas donde habitan especies únicas en el mundo.

La aplicación de hábitos sostenibles y adecuados al territorio evitaría, o al menos reduciría, una gran parte de los efectos negativos de la antropización y el avance del cambio climático.

Sierra Nevada se ha convertido en el gran laboratorio europeo del cambio climático, el director del Observatorio del Cambio Global y catedrático de Ecología de la UGR, Regino Zamora, afirma que «es uno de los puntos más importantes de diversidad ecológica en Europa, y es por ello un observatorio excepcional para estudiar el funcionamiento de los sistemas naturales. Además, la considerable altitud de Sierra Nevada y su proximidad al mar Mediterráneo propician la presencia de cinco de los seis pisos bioclimáticos de la Región Mediterránea. La complejidad ecológica resultante, unido a la gran diversidad geológica del macizo, convierten a este espacio protegido en un laboratorio excepcional para estudiar los procesos naturales en un contexto de cambio global».

Para el conservador del Parque Natural y Nacional, Ignacio Henares, los datos aportados por los investigadores son fundamentales para establecer cuál debe ser la gestión para la protección y mejora de los ecosistemas. «Es la información necesaria para que en los espacios naturales protegidos sepamos qué podemos hacer para reducir la vulnerabilidad de las especies y evitar el deterioro de sus hábitats», dice Ignacio Henares, que recuerda que el macizo de Sierra Nevada está considerado como el mejor territorio europeo para el estudio de la evolución del clima, «estamos en el mejor escenario posible para estudiar el cambio climático. Hay que tener en cuenta que todo lo que ocurre a una escala de miles de kilómetros cuadrados en relación con el cambio climático en el continente europeo, en Sierra Nevada en concreto, se produce en una escala de solo unos cientos de metros. Por ello, para la ciencia, la sierra es, sin duda, el mejor laboratorio natural».

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