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Susana Díaz trabaja su resiliencia

Susana Díaz trabaja su resiliencia

Tras perder las primarias, la presidenta confía su recuperación a la acción de su Gobierno

LALIA GONZÁLEZ-SANTIAGO

Domingo, 11 de junio 2017, 02:11

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El Plan B de Susana Díaz, pergeñado apresuradamente entre la noche de su derrota en las primarias y su descenso del AVE de vuelta en la estación sevillana de Santa Justa, se da por cumplido ya con el cambio de Gobierno que la presidenta de la Junta anunció en la noche del jueves. Estabilidad, nueva etapa, recomposición son las palabras clave.

Díaz trabaja ahora su resiliencia, la capacidad para asumir de manera positiva el revés que le propinaron sus compañeros de partido, y confía su recuperación política a la gestión de su Gobierno.

Tras decir que «ahora toca Andalucía» y el estratégico movimiento de adelantar el congreso regional a mediados de julio, además de someterse al debate de política general el pasado miércoles, la 'operación retorno' de Susana Díaz a la política regional se quiere dar por cerrada con la remodelación del Ejecutivo autonómico.

De hecho, el pasado viernes en la toma de posesión ya ofrecía una imagen bien distinta del abatimiento con que se mostró en buena parte del debate parlamentario dos días antes.

De este modo, no se prevé cambios en las otras áreas de poder de su 'mesa camilla', donde seguirá Mario Jiménez al frente de la actividad parlamentaria y Juan Cornejo como secretario de organización para controlar el partido, además de Manuel Jiménez Barrios en el Gobierno y Máximo Díaz-Cano como secretario general de la Presidencia, confirmado en cuanto el nuevo Gobierno tomó posesión y dispuesto también a asumir su particular ejercicio resiliente, resignado a que le toque cargar con buena parte de las culpas del fiasco. Punto y final, pues. La presidenta, que mantiene el esquema clásico de Chaves, con las tres patas de Gobierno, partido y Parlamento, piensa que no es preciso cambiar lo que funciona.

Ausencia voluntaria

A pesar de que se había rumoreado que Mario Jiménez sería «recompensado» con un puesto en el Gobierno o que Cornejo querría dar un paso atrás en sus múltiples ocupaciones, no será así en ninguno de los dos casos. Aunque es bien sabido que en política dos meses son una eternidad y que los hechos vienen demostrando con contumacia que nada sale como estaba previsto, ambas cuestiones se consideran firmes.

Jiménez, tras su papel en la portavocía en la gestora, no quiere estar en otro sitio que en el que está, se asegura. De haberlo pedido habría entrado en el Gobierno, pero su intención es mantenerse en el Parlamento.

Al 'número dos' del partido, Juan Cornejo, aún le queda trabajo en lo orgánico, tanto en rehacer puentes con el federal como en 'recoser' el partido en Andalucía, donde entre 'pedristas' y 'patxistas' Susana Díaz ha sufrido un desgaste potente, con un 37% de rechazo en las primarias de su territorio. Aunque desde el partido en Andalucía se quiere poner en valor que la comunidad ha sido la única en la que no ha ganado Sánchez, es poco consuelo a efectos prácticos.

El calendario del 'Plan B' no ha sido caprichoso, sino que ha pretendido mandar un mensaje de 'obra cerrada' y de cambios tranquilos y prudentes frente a quienes demandaban catarsis.

Si Susana Díaz hubiera querido revolucionar el partido, el cambio de gobierno se hubiera retrasado hasta después de la celebración del congreso regional, a mediados de julio. Al haberse resuelto la incógnita, y en un tiempo récord, la cúpula socialista andaluza espera dejar despejado ese horizonte. Eso en el lenguaje orgánico del PSOE-A se entiende muy bien. Asunto terminado. Estabilidad, de nuevo esa palabra, para abordar el calendario que queda por delante.

La primera parada será el congreso federal que entronizará a Pedro Sánchez el fin de semana próximo. Susana Díaz no se cansa de decir que «todo me va a parecer bien» de lo que éste decida, aunque siempre con algo de retintín: «Él tiene que tener libertad y yo le voy a respetar, igual que yo hago mis gobiernos para lo mejor para Andalucía».

A una semana vista, en el partido andaluz se tienen pocos datos concretos de qué prepara Pedro Sánchez. Díaz reconoció el viernes en Canal Sur Radio que sólo ha hablado una vez -aquella conversación de apenas cinco minutos- con su secretario general y admitió que no sabe nada de los propósitos de éste, aunque «no tengo por qué tener noticias».

El aparato regional se pondrá en marcha este lunes para la cita federal. De momento sólo llegan «mensajes» indirectos de que Andalucía tendrá representación en los órganos internos del partido y en las mesas de las comisiones del congreso federal.

En cambio, no parece que se cuente con estar en la ejecutiva federal, un órgano que se puede entender que no incluya más que al círculo de confianza. Pero, en los otros ámbitos, el comité federal, etc, la representatividad debe atender a todas las sensibilidades y territorios.

La impresión es que Susana Díaz mira ahora la batalla orgánica con luces largas, más preocupada porque le salga bien el congreso regional, donde no espera tener un candidato que le pueda disputar con rigor las primarias, e incluso por los congresos provinciales, donde sí es probable que los 'pedristas' quieran hacerse presentes, y hasta los locales, lo que lleva el proceso hasta noviembre.

La baronesa dice haber aprendido de la derrota, proclama que está satisfecha «por haber defendido lo que defendí y defenderé siempre» y se dispone ahora a gobernar, con una lectura última que, si bien no es rigurosamente nueva sí suena más reivindicativa que nunca: demostrar que en Andalucía, el territorio más importante donde el PSOE gobierna, se hace otra política, de receta socialdemócrata, sensible los ciudadanos y empeñada en que la recuperación económica llega hasta las familias.

Alivio del luto

De ahí que haya cerrado el cambio de Gobierno con una rapidez inusitada, y un cierto dramatismo en el desarrollo, en el que algunos observan ansiedad. Pero en su entorno lo explican en clave temporal-política. La oposición esperaba que «el luto» durara meses para tener así un elemento de desgaste. Piensan que ni a derecha ni a izquierda se esperaban esta reacción, sino que contaban con tener a la presidenta mucho más tiempo «cabizbaja», para sacar rentabilidad de la derrota partidaria.

Del cambio de consejeros, la clave es «la briega», o sea tener en cada área perfiles ágiles y trabajadores que activen la vida política. No ha sido un vuelco, sino parte de esta estrategia empeñada en transmitir estabilidad. Un 'cambio conservador' y previsible en el que se ha querido quizá rebajar la edad media a costa de bajar el perfil para dar impresión de vitalidad, pujanza, para una agenda cargada de medidas sociales, que unida a un buen viento de cola económico, debe hacerle renacer de las cenizas y situarla en plena forma en marzo de 2019, elecciones autonómicas, cuando pasará su examen definitivo.

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