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El investigador Manuel Pérez Yruela.
¿Por qué el progreso económico se resiste en Andalucía?

¿Por qué el progreso económico se resiste en Andalucía?

El sociólogo Manuel Pérez Yruela abre el debate con un trabajo que resume su trayectoria de investigador

Lalia González-Santiago

Lunes, 1 de septiembre 2014, 02:23

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Andalucía ha experimentado una radical transformación en los últimos treinta años. Puede decirse que en materia de Sanidad, en infraestructuras, en cuanto a la moda, la alimentación o el ocio no hay diferencias respecto a otras regiones españolas y europeas. Pero el avance económico se resiste. ¿Cuál es la causa? ¿Qué hacer para resolver los problemas que persisten? Ese es el planteamiento de la monografía que acaba de publicar el sociólogo Manuel Pérez Yruela en la colección del Centro de Estudios Andaluces, un trabajo que recoge toda la serie estadística que se conoce pero, sobre todo, la trayectoria del investigador, uno de los más destacados intelectuales de su especialidad, que es actualmente profesor de Investigación de Sociología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA), con sede en Córdoba, del que fue director entre 1991 y 2009.

La monografía, de unas 40 páginas y titulada 'Un relato sobre identidad y vida buena en Andalucía', es el germen de un libro que Pérez Yruela proyecta publicar para cerrar toda una etapa investigadora acerca de la identidad andaluza y que viene a ser la aportación de su vida dedicada a la comunidad.

Aunque acepta las aristas del concepto de identidad, y más ahora que éstas se mezclan y difuminan, Pérez Yruela considera que hay una serie de aspectos que 'matizan' la identidad andaluza y que, al estar en la raíz de lo que somos, ayudan a identificar qué hacer para responder a la gran pregunta: ¿por qué el progreso económico no llega?

Industria y educación

Es una cuestión antigua, que ya se ha planteado ante el hecho de que, por ejemplo, Alemania registrara un gran desarrollo industrial y no lo hiciera Polonia. En unos momentos en que la economía se ha convertido en la reina de las ciencias sociales, dice, en que «todo se ha matematizado», los propios economistas se han dado cuenta de que sus datos no son suficientes para explicar por qué unas naciones se desarrollan y otras no. «No todo se puede explicar en términos de capital financiero o inversión extranjera».

En el caso andaluz, Pérez Yruela cree que es determinante la ausencia de industrialización. «Hemos pasado de ser una sociedad rural a una de servicios sin pasar por el maquinismo», y esa falta de contacto y de experiencia con las fábricas lastra la capacidad de innovar y emprender. De ahí que recomiende que se tenga en cuenta para el diseño educativo de futuro el fomento de la práctica técnica. En este mismo sentido, otro dato identitario es la escasa educación de las generaciones pasadas. No es lo mismo un alumno cuyos padres han estudiado que si no lo han hecho. Recurre a su propia experiencia: «Estudié en una modesta escuela para pescadores en la barriada malagueña de El Palo y gracias a una beca pude pasar a los jesuitas. Pude ver las diferencias a muy pocos metros de distancia».

«Estas carencias deben ser tenidas en cuenta en el sistema educativo andaluz, que debe realizar un esfuerzo especial para compensarlo que las familias no pueden dar», recomienda.

Luces y sombras

Pero el estudio va más allá. Andalucía aparece como una sociedad con una alta «convivialidad», que dobla a la media europea en horas pasadas con familiares y amigos. Esta cultura es buena en cuanto que da felicidad y solidaridad social, etc. , pero presenta también problemas por cuanto, por ejemplo, a la hora de conseguir un trabajo cuenta más las relaciones sociales que estar bien preparado. «Hay características que no facilitan nuestra adaptación a las exigencias de una economía moderna y competitiva», y recuerda que «no hay más que ver cuando se produce cualquier vacante, los teléfonos echan chispas». Sobre todo porque en Andalucía el paro es un indicio claro de que «el problema estructural es muy serio»: sólo en dos cuatrimestres de toda la serie histórica ha bajado del 15%. En el 80% de las EPAS ha sido superior al 20%. ¿Si hemos resuelto tantos problemas, porqué no podemos resolver este? Tenemos una estructura económica incapaz de dar trabajo a los hijos. De ahí que la percepción de nosotros mismos sea pesimista desde las primeras encuestas del CIS, en los años 70.

La sociedad andaluza conserva además la «idea de la vida buena»: cree que se debe vivir para trabajar y no trabajar para vivir. Persiste la aspiración a «la paguita», que permita vivir dignamente, «porque hemos aprendido a vivir con poco». No se ha desdibujado la huella de la «pobreza digna». También alude a la cultura de la chapuza, la falta de cualificación en los oficios, que «cuesta mucho dinero y energía».

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